Título:
Las cuentas pendientes
Autora:
Ana Matallana
Editorial:
Salto de Página
Páginas:
120
Precio: 15
€
Un velatorio es, indudablemente, uno de los eventos
sociales más interesantes de observar. Las personas se reúnen para compartir
tristezas buscando consuelo, es normal; pero también comparten la
estupefacción, por muchos miles de años que pasen, que nos sigue produciendo la
muerte. Es ineludible reflexionar sobre la extinta identidad del fallecido y lo
que ha significado en nuestras vidas. Tan inevitable es reflexionar sobre la
muerte como imposible mantener la compostura que se espera de nosotros en un
evento tan triste, y no hablar con cierta normalidad, o incluso humor, con el
ligero sentimiento de culpa que sobreviene después. Fascinante, sin duda, ver
las actitudes que adoptan las distintas personas que participan en él.
Aún
puede resultar más interesante si el difunto era un psiquiatra y los pocos
visitantes son, en su mayor parte, sus pacientes. Y eso es justamente lo que
ocurre en la primera novela de Ana Matallana: Las cuentas Pendientes. Francisco Lláñez, que así se llama el
difunto, ha llevado en los últimos años una vida solitaria. Por ello en el tanatorio de San Blas, en
Madrid, confluyen únicamente seis personas. Una es su hija Sonia, que apenas
conoció a su padre al abandonar éste a su familia cuando era muy pequeña, con
todos los traumas que ello implica. Otro es Gustavo, que se puede considerar el
único amigo del difunto aunque, en realidad, era el camarero que le atendía
desde hacía años. A estos le acompañan Santiago, Hugo (con su inseparable
madre, que no entra en el cómputo) e Isabel (a veces Marina); tres pacientes
del difunto, cada cual con sus complicadas historias personales y sus patologías
muy dentro de ellos. El sexto, Fernando, participa en realidad en otro
velatorio pero, absorto en sus tribulaciones, no puede evitar ejercer de
testigo.
Ana
Matallana inspecciona a través de los sucesivos capítulos el diálogo interior
de cada uno de los personajes. Yuxtapone así sus sentimientos y los recuerdos
que tenían sobre el difunto, con lo que va desvelando tanto sus historias
personales como perfilando a Francisco Lláñez. Podemos ver sus actitudes al ir
recordando lo que creían de él y su extrañeza cuando descubren todo lo que no
sabían y las tensiones cuando se enfrentan a esos desconocidos compañeros de
duelo, para quienes el fallecido ha sido realmente una persona distinta. Las suspicacias y sentimientos de culpa
crecen cuando son conscientes de que Francisco le pidió un favor a todos sus
pacientes: ¿Habrá llevado a cabo alguien ese favor?
En Las cuentas pendientes nos encontramos
ante una primera novela muy prometedora de la escritora Ana Matallana. La
autora consigue una historia en la que predomina la forma de diálogo interno de
los personajes, algunos con alguna psicopatología, lo que implica una
dificultad técnica que resuelve con mucha agilidad, resultando un libro que se
lee con gran placer y en al que no le faltan momentos de un humor negro, el más
apropiado para un velatorio. Si te decides por conocer a los personajes de ésta
novela, no te vas a arrepentir.
Sergio M. Planas