Título: El bendito arte de robar
Autor: Christopher Brookmyre
Traducción: Javier Guerrero
Editorial: Malpaso
Páginas: 384
Precio: 24 €
¿Cuál es el trabajo de un mago? ¿No es conseguir crear
una ilusión en el espectador? ¿Y cuáles son sus principales herramientas? ¿Unos
naipes, una caja, espadas, un serrucho? No: el propio espectador. El objetivo
es que el observador mire a un lado mientras el truco está teniendo lugar al
otro, que escuche atentamente y sin prestar atención a lo que ve. La relajación
del espectador puede ser útil pero también puede ser igualmente útil su ansia
por descubrir el artificio y su convencimiento de que no va a ser fácilmente
engañado. El buen mago se adapta a las circunstancias y tiene que saber
improvisar para aprovecharlo todo en beneficio del espectáculo. Es todo un arte. El trabajo de un buen mago
es estudiar a las personas, su vida, su tendencia a engañarse a sí mismos y
ayudarles a hacerlo. El engaño forma parte de nosotros y de nuestra vida
diaria, al fin y al cabo, ¿qué es enamorarse? ¿No es enamorarse llenar con
nuestras ilusiones lo que desconocemos de otra persona?
Así
visto, el trabajo de un buen mago es el mismo que el de un buen ladrón (y el de
un buen escritor). Y de eso trata el
libro que hoy os traemos a La Orilla de las Letras, El bendito arte de robar de Christopher Brookmyre.
Zal
Innez es hijo de un ilusionista de Las Vegas que no siguió el camino de su
padre, para disgusto de éste, pero que aprendió el oficio como lo hacemos todos
en nuestra infancia, a fuerza de acompañar a su padre a los espectáculos y
tratar de imitarlo. Podría haber tenido un gran futuro como ilusionista pero
sus gustos iban por otro lado, tal vez también relacionado con la ilusión: el
arte. En parte por la dificultad de entrar en ese mundo y en parte por su
beligerancia en un ambiente tan creativo a veces como predispuesto a premiar el
esnobismo artístico, como ocurre en la ciudad de Nueva York, acabó mezclando tanto su vocación heredada
como la adquirida, llegando a ser uno de los más ingeniosos y sutiles ladrones,
cuya especialidad eran los museos.
Angelique
de Xavia es una agente de policía de Glasgow cuyo trabajo está muy bien
considerado, a pesar de que ser una mujer «no blanca» en un mundillo donde la
testosterona flota en el ambiente y a guardar un oscuro secreto: es hincha de
los Rangers de Glasgow. De pronto le sobrevino un gran problema que, aunque
previsible, no esperaba que ocurriese: cumplir 30 años. En su día libre más
largo del año, en el que está celebrando su triste cumpleaños, es llamada con
urgencia por sus superiores: se está produciendo un atraco a un banco con
rehenes.
No
hace falta decir que en ese banco es testigo de un atraco nada usual, dirigido
por un educado y culto atracador para nada convencional. Ahí comienza la relación de policía y ladrón en la que todo
dista mucho de ser evidente. Poco a poco Christopher Brookmyre va desvelando la
historia de nuestro ladrón y cómo se ha visto envuelto en relaciones poco
edificantes con conocidos narcotraficantes norteamericanos.
El
bendito arte de robar es una novela de robos que trata sobre personas. En ella encontraremos todo un jardín de
personajes variopintos y una sucesión de situaciones donde tendremos que estar
atentos para ir descubriendo dónde nos lleva y en la que, como suele ser
habitual, nuestro protagonista lleva ventaja. Todo salpicado con una gran dosis
de humor negro y cinismo que Christopher Brookmyre utiliza como hilo conductor
de la historia. ¿Estás dispuesto a dejarte engañar? ¿Crees que podrías
adelantarte a lo que va a hacer el protagonista? En cualquier caso, inténtalo:
vas a pasar un buen rato con esta novela.
Sergio M. Planas