Queridos amigos
de La Orilla de las Letras,
Volvemos con la
sección de entrevistas con una que recientemente me ha concedido la persona a
la que creo que más veces he entrevistado desde que escribo reseñas: María Zaragoza.
Para
los que aún no la conozcáis, os contaré que María Zaragoza, a sus treinta y pocos años, escritora tanto de
poesía como de cuento y novela, cuenta ya con una extensa carrera literaria a
sus espaldas. Ha sido galardona con el Premio
Ateneo Ciudad de Valladolid, por su novela Los alemanes se vuelan la cabeza por amor (2011); el Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla,
por su novela Dicen que estás muerta (2010);
el Premio de relato de Arroz negro del
BCN Week (2010); el Premio “El
Buscón” en el XXX Certamen Poético de la Orden Literaria de Francisco de
Quevedo de Villanueva de los Infantes (2010).
María Zaragoza se encuentra actualmente promocionando su última
obra publicada: Diario imaginario de la
mujer tigre. Hablamos con ella de este libro, pero también de otros temas.
Si queréis saber cuáles, solo tenéis que seguir leyendo:
El motivo principal de nuestra última charla en La Orilla de las
Letras fue la publicación de tu novela Avenida
de la luz, una historia de terror urbano con tintes juveniles. Tras
publicar ésta y varias novelas más anteriormente, tu último libro publicado,
sin embargo, es un compendio de artículos escritos en prosa poética, a manera
de memorias: Diario imaginario de la
mujer tigre. ¿A qué se debe este cambio de rumbo en tu carrera?
En realidad no es un cambio de rumbo. El tigre lleva
acompañándome desde que a los tres años una amiga me trajo de Japón unas
zapatillas con la forma de ese animal. Yo era una niña muy obediente, pero si
quería hacer trastadas me ponía esas zapatillas y ya la trastada la había hecho
el tigre, no yo. He escrito innumerables entradas en ese diario de la mujer
tigre, los que aparecen en el libro son los que tienen una entidad propia, los
que se aproximan a la idea de cómo nos enamoramos de las relaciones tóxicas, la
gente que es capaz de domar a nuestro tigre, y cómo es posible liberarnos de
ellas abriendo la jaula. Tanto la editora Carmen Moreno como yo consideramos
que era importante hablar de eso. El resto no creo que fuese publicable, es
corriente de pensamiento. Soy yo, no es literatura.
©María Zaragoza.
Hablando de tu carrera, ¿crees que lo estás teniendo más difícil por
ser mujer?
Las mujeres en general, no es una cuestión del mundo literario,
tenemos que trabajar el doble para que nos tomen en serio la mitad. Aunque es
una suerte que la cosa empiece a cambiar, no debemos dejar de pelearlo o
concienciar de cosas tan peligrosas como, y pongo ejemplos reales y no por ello
malintencionados, presenten a todos tus amigos escritores con nombre apellidos
y curriculum y a ti sólo por el nombre de pila aunque tengas mejor curriculum
que ellos, o se considere que porque una mujer escriba un mal libro eso nos de
mala prensa a todas las demás. Esa idea muy extendida de que a las mujeres no
se nos toma en serio porque “hay mujeres que hacen tal o cual estupidez” debe
cambiar a la voz de ya porque es, para empezar, ridícula. Cada vez que alguien
me dice: “es que algunas escritoras que hacen libros malos o comerciales, o con
temáticas que no interesan (a los hombres, supongo, que son los que deciden qué
es interesante) os hacen un flaco favor a todas las demás”, mi respuesta es la
misma. Todavía se publican más hombres que mujeres, al menos en España, por
estadística debe haber más hombres que mujeres escribiendo y publicando libros
espantosos que no afectan por arte de magia a todos los demás hombres. ¿Por qué
entonces lo que una escritora mala empaña lo que hacemos las demás mujeres?
¿Somos acaso las mujeres un ente completo y viscoso que hace siempre las mismas
cosas y que si mete la pata la mete en general? Se debe dejar de pensar que la
mujer es algo abstracto, místico o mágico. Somos la mitad de la humanidad,
debemos tener los mismos derechos y deberes y las cosas que nos interesan o a
las que aspiramos no son las de un gueto. No se nos puede definir con una
generalidad. Somos la mitad, no una minoría. Tampoco somos intelectualmente
menos capaces ni nuestros intereses han de ser de segunda. Hasta que no
cambiemos estos conceptos no cambiará nada, por desgracia. Ni en el mundo
literario, donde sé que tengo el acceso más difícil a ciertas cosas que mis compañeros
con capacidades equivalentes, ni en el mundo en general. Por otro lado, como
nos han educado para que nuestros intereses sean de segunda necesidad, el
abandono de los sueños literarios es mucho mayor en mujeres que en hombres: más
obstáculos en el camino y más educación para el sacrificio es una combinación
mortal. Hoy en día, pleno siglo XXI, todavía asesoro a chicas jóvenes que
empiezan en esto y me dicen que piensan en ponerse un seudónimo para que se las
tomen en serio, ojo, en el año 2017. Se me rompe el corazón. Eso es un síntoma
de una enfermedad que hay que empezar a atajar ya. Reconozco que nunca he
creído que yo sea peor que un hombre en mis mismas circunstancias y si sigo
aquí es por esa creencia, pero me han pasado todo tipo de cosas que invitan a
hacerse un caracolillo, llorar y pensar en dedicarte a tus labores. Supongo, y
eso me duele, que muchas a las que les hayan pasado cosas equivalentes habrán
cejado en su empeño y no sabremos nunca qué escritoras nos hemos perdido.
¿A qué problemas crees que se encuentran las escritoras españolas
actualmente (que no encuentran los colegas masculinos, quiero decir)?
Creo que he contestado más arriba y con ejemplos. Quiero dejar
claro que a todas no nos pasan las mismas cosas. Pero un escritor nunca va a
ser sospechoso de que se le tome “por una niña mona que escribe cuentecitos”,
nunca se va a decir de él que está ahí por acostarse con alguien, nunca se le
van a ofrecer cosas (que es más que probable que el que las ofrece no pueda
cumplir) a cambio de —introduzca aquí lo más chungo que se le ocurra— (aquí
quiero dejar claro que eso es ACOSO), siempre van a tener más posibilidades de
ser considerados por compañeros porque el noventa por ciento de las
recomendaciones literarias que se hacen son de títulos escritos por hombres, a
un escritor nunca se le va a premiar y en la crónica del premio se va a hablar
sobre todo de cómo iba vestido, etc... Pero aquí quiero señalar que no todo es
culpa de compañeros y sistema, es importante que se sepa que las mujeres lo
intentan menos y tienen más sensación de fracaso cuando fracasan, por lo que
abandonan más. Los editores se quejan de que les llegan pocas mujeres, y lo
cierto es que todavía a las mujeres se las educa para ser menos ambiciosas y se
las critica más por sus fallos, por lo que si no empezamos por cambiar eso, por
marcar la diferencia nosotras haciendo oídos sordos y luchando por nuestros
intereses, ni siquiera podremos llegar a tener los problemas que se tienen
cuando ya has publicado algo. Nuestra responsabilidad es intentarlo tanto como
ellos. Rendirnos tan poco como ellos. Y luego ya nos enfrentaremos a las cosas
circunstanciales que todavía tiene nuestra sociedad y que envenenan el mundo
literario en la misma medida que cualquier otro. No creo que el mundo literario
sea peor que otro. Creo que nos han vendido la moto de que el feminismo no es
necesario ya y que vivimos en igualdad. Eso no es cierto. Hasta que no criemos
niñas en las que se valore el empuje y la ambición tanto como en los niños —entre
otras cosas—, no habremos llegado a eso. Y me parece que estamos lejos de
conseguirlo.
©María Zaragoza.
El menor reconocimiento a las escritoras que a los escritores, ¿crees
que se debe a las editoriales, a los medios de comunicación o a los lectores?
Se debe a muchos de los factores que he nombrado antes: el mayor
abandono por parte de las mujeres, la mayor valoración de los hombres como si
el hecho de serlo ya les diese una garantía, la mayor exigencia a las mujeres,
el hecho de que una mujer haciendo algo mal ya se crea que enturbia a todas las
demás, la forma de criar a las niñas con más exigencia que tolerancia —al
contrario que a los niños— y un largo etcétera. En resumen, no es culpa del
sistema literario, es un sistema social perverso que considera que el molde
para definir los intereses es el de un hombre blanco de mediana edad y poder
adquisitivo medio alto y todo lo que se salga de ahí es periferia, minoría y
anécdota. Eso incluye los intereses de las mujeres y, por lo tanto, lo que
escribimos. No es un problema del sistema literario. Es un problema social
occidental. Sí, ya sé que en otros países están peor, pero eso no me da ganas
de dar gracias por cómo estamos aquí ni dejar de considerar que debería
cambiarse. O al menos hacer preguntas interesantes al respecto. La mayor parte
de la gente que sostiene ese sistema no sabe que lo hace o no se percata de las
pequeñas cosas diarias que minan nuestro acceso a ciertos reconocimientos.
Incluso muchos querrían cambiarlo y ayudar pero no saben cómo. Creo que lo primero
es cuestionarnos qué hacemos mal cada uno de nosotros y después actuar en
consecuencia. Entre todos se puede hacer mucho. Pero será lento y llevará mucho
esfuerzo.
Diario imaginario de la mujer
tigre es una obra de prosa poética, como decía antes, pero también un
libro de memorias muy particular. ¿En qué momento se te ocurrió escribirlo?
Durante un año difícil de mi vida, las entradas del diario del
tigre que, como he mencionado antes, escribía desde hacía años las fui poniendo
en redes de forma pública. Creo que mi necesidad de compartir ese espacio tan
íntimo de mi vida, que no es algo que suela hacer, era en realidad un grito de
ayuda. Al recopilarlo y editarlo, pensé que podría ayudar a que otra gente que
se sintiera así pudiera reflejarse, identificarse, sentir el proceso, saber
que, como dice mi abuela, todo tiene remedio menos la muerte.
¿Cuándo te topaste por primera vez con la mujer tigre?
A los tres años, con mis zapatillas de tigre. Me ha llevado
muchos más encontrar el equilibrio entre el tigre y la mujer.
¿Por qué un tigre, por cierto?
Es verdad que porque las zapatillas eran de tigres, pero con el
tiempo he llegado a la conclusión de que no podía ser ningún otro animal. No
sólo porque me fascinan los felinos, sino porque el tigre tiene unas
características esenciales que lo hacen ingobernable. Es un animal solitario
que necesita un territorio muy amplio, peligroso, casi imposible de domar. Es
la escritora que hay en mí. Ella necesita espacio, soledad, independencia,
comprensión y tiene un punto salvaje que casi nadie comprende. A menudo
personas próximas a mí han intentado mutilar, encerrar, cercenar al tigre. Unos
se han sentido con el derecho a decirme qué creían ellos que debía o no
escribir, otros me han dicho que debería ser realista y dedicarme a algo que no
fuera creativo, unos cuantos se han sentido amenazados por mi éxito cuando lo
he tenido. A veces el tigre ha fingido que se doblegaba, pero eso es imposible:
el tigre siempre sueña con la selva. Un tigre no puede dejar de ser tigre. Mi
forma de ser escritora va por delante de cualquiera que se interponga. A
colación de lo que decíamos antes, me suelen acusar de ser “poco femenina” por
no ceder. Pero yo no puedo evitar que para mí mi literatura sea lo primero como
el tigre no puede negar su naturaleza de tigre. Una pareja puede pasar, pero la
literatura es para siempre. Yo no creo que eso sea masculino o femenino. Creo
que las mujeres que a lo largo de los siglos han negado su tigre —su necesidad
de creación— han sido infelices. Han metido en una jaula a una bestia que
debería ser libre.
©María Zaragoza.
¿Qué hay de ti en la mujer tigre?
Todo. Yo soy la mujer y el tigre, el amor y la bestia. Quien me
quiera tendrá que valorar mi duplicidad.
¿Crees que la mujer tigre podrá ser feliz algún día?
La mujer tigre es feliz en estos momentos. Supongo que lo
importante es que ambas, la mujer y el tigre, estén en equilibrio. Cuando esto
sucede soy feliz.
¿Qué esperas que los lectores encuentren en Diario imaginario de la mujer tigre?
Me gustaría que identificasen todos los procesos de las
relaciones tóxicas en las que nos embarcamos. Y no me refiero sólo a las
amorosas: ese trabajo que nos esclaviza, ese amigo que se aprovecha de ti, esa
familia que te juzga. Me gustaría que identificasen los síntomas y siguiesen el
camino para poner remedio. Quizá es mucho pedir, estaría contenta con que
disfrutasen de su literatura y sus imágenes.
¿Qué nuevos proyectos tienes en marcha?
Estoy en proceso de corrección de una novela. Aunque, si soy
sincera, mi proceso de corrección acaba el día que un editor me dice que ya no
puedo tocar una coma porque va a imprenta, así que no sabría decirte hasta qué
punto está acabada.
¿Te gustaría añadir algo antes de terminar esta entrevista?
Que, como siempre contigo, me lo he pasado fenomenal.
¡Y
yo contigo! Como siempre, muchas gracias por tu tiempo, tus palabras y tus
fotos personales. Espero que la mujer tigre siga conquistando territorios
lectores y muy pronto podamos leer también esa nueva novela que estás acabando.
Y
a vosotros, amigos lectores, gracias por estar de nuevo al otro lado de la
pantalla.
Cristina
Monteoliva