Existen hoy en día libros
y cómics de lo más diversos para que los más pequeños de la casa se aficionen a
la lectura. Por supuesto, es genial que se decanten por historias actuales.
Algunos creemos, sin embargo, que también deberían adentrarse en las lecturas
de los clásicos, siempre de una forma amena y divertida. Gustavo y sus leyendas II, de Rafael Jiménez Sánchez, Vicen y Marce
Parra es una obra ideal para ello. En esta reseña, te contamos por qué.
Mariano
y Gustavo son dos hermanos que van juntos al colegio, comparten habitación y
juegos. Si bien Mariano es algo más tranquilo, Gustavo es un torbellino que,
guiado por su exuberante imaginación, está siempre dispuesto a meterse en líos.
En este volumen, lo veremos en dos aventuras fantásticas que se supone que
serían, años después, el germen de sus leyendas Los ojos verdes y El Rayo de
Luna.
El
volumen es breve, lo que lo hace ideal incluso para los lectores más jóvenes.
Las historias, además, son muy dinámicas, algo que queda reflejado tanto en los
textos como en los coloridos dibujos, lo que hace que la lectura sea
entretenida y emocionante.
Como
decía antes, la obra no va sobre las leyendas de Bécquer en sí, sino de cómo, supuestamente,
habrían sido sus orígenes durante la infancia del célebre poeta y narrador.
Queda en manos de los tutores de los niños que lean este cómic, tras la
lectura, el hacerles llegar un volumen con las rimas del autor. En el caso de que
hubiera sucesivas ediciones de las aventuras de Bécquer y Mariano, yo sugeriría
a la editorial incluir al final del cómic un apéndice con las rimas originales
para facilitar este trabajo.
Gustavo y sus leyendas II,
en definitiva, es un buen libro con el que pasar un buen rato introduciendo a
los más pequeños en el mundo de los clásicos literarios españoles, si bien hay
que tener en cuenta que en el libro no aparecen las leyendas originales del
autor, sino dos historias diferentes y originales sobre cómo podrían haber
surgido más tarde en la mente del autor. Dicho esto, si quieres saber más,
hazte ya con tu ejemplar.
Cristina Monteoliva