Amparo Dávila fue una niña enfermiza que vivió su niñez
en Pinos, un pueblo del desierto en el interior de México. En él se hallaba el
único cementerio de la zona en muchos kilómetros y eso hizo que presenciara
cortejos fúnebres muy a menudo. Según su propio testimonio, el ambiente en el
interior de su hogar también era bastante lúgubre y frío, repleto de “augurios
de muerte”. Dávila se crió como hija única a causa del fallecimiento de sus
tres hermanos: el primero nació muerto, el segundo murió a causa de una
meningitis y el tercero en un accidente. La soledad fue una constante en su
niñez y la llevó a pasar muchas horas en la biblioteca paterna donde descubrió
la que sería una de sus primeras lecturas, La Divina Comedia de Dante,
que le impactó. Esa infancia en soledad en un entorno triste y sombrío y su
experiencia prematura de la muerte dejaron una huella indeleble en su vida y
también en su obra. La oscuridad de sus días se traspasa a sus textos y se
plasma en una escritura claramente vivencial.
Se inició en la escritura publicando su primer libro de
poesía a los veintidós años. Su obra cuentística se encuentra entre las más
singulares de la Literatura mexicana del siglo XX, y la convierte en una autora
imprescindible para entender la Literatura latinoamericana. Fue pionera del
cuento fantástico mexicano, en introducir el terror y lo fantástico en lo
cotidiano. Por su situación familiar y sus orígenes, procedía de una región muy
conservadora, parecía esperarle una vida convencional y hogareña, pero se abrió
paso a través de las muchas dificultades y las desigualdades de género de su
época, en un intento de escapar del entorno doméstico asfixiante que le tocó
vivir.
La mayoría de sus narradoras son mujeres y ese punto de
vista le permite tratar temas de los que en su tiempo no se hablaba porque eran
tabú (los malos tratos, el aborto, la culpa...). Muchas de sus historias son
extrañas narraciones en las que sus protagonistas son mujeres mexicanas
enfrentadas a su entorno social. Sus cuentos podrían considerarse fantásticos,
de terror, surrealistas o de un realismo siniestro. Dávila es una verdadera
maestra del fantástico cotidiano más tenebroso: siempre hay una presencia
indefinida e inquietante acechando en la sombra. En sus cuentos, personajes
enigmáticos de gran profundidad emocional se enfrentan a la soledad, el miedo, la
locura y la muerte. De su mano nos sumergimos en el complejo mundo de los
trastornos mentales.
Este volumen de sus Cuentos reunidos editado por
Páginas de Espuma comprende toda su obra narrativa. Lo conforman Música
concreta, Tiempo destrozado y Árboles petrificados, que ya
habían sido editados con anterioridad, y el inédito Con los ojos abiertos. Completa
el libro un magnífico prólogo de la escritora Mariana Enríquez, excelente
narradora oscura donde las haya, que cita numerosos textos de Jazmín Tapia
Vázquez, especialista en la obra de Amparo Dávila en la UNAM. Enríquez destaca
aspectos de la obra de Dávila como el punto de vista de sus personajes, mujeres
en su mayoría, o esa presencia recurrente de la amenaza en las sombras, calificándola
de “gótico contemporáneo, claustrofóbico pero límpido”.
La trayectoria de Dávila fue irregular y el reconocimiento
le llegó apenas una década antes de su muerte. Fue amiga de Julio Cortázar y la
influencia del escritor puede apreciarse en su obra, concretamente a partir de
su segundo libro. Su estilo es preciso, y su capacidad para introducir el
terror y lo fantástico en lo cotidiano la convierten en una narradora única. Un
libro muy recomendable, imprescindible para los amantes del relato oscuro, del
fantástico cotidiano o, simplemente, de la mejor literatura.
María Dolores García Pastor