miércoles, 27 de abril de 2022

Reseña: EL DEMONIO DE PRÓSPERO, de K. J. Parker.

 

¿Crees en los demonios? Y si hay demonios, ¿no debe haber también exorcistas que puedan sacarlos de las personas a las que poseen? Tendemos a imaginar a estos seres como buenas personas, pero, ¿y si no lo fueran del todo? Como el protagonista de El demonio de Próspero, la novela de fantasía y terror de K. J. Parker de la que a continuación hablaremos.

Conoce bien a todos los demonios desde que no era más que un bebé. Se enfrenta con ellos a diario y a veces sufre sus consecuencias. Por eso, el protagonista sin nombre de esta novela corta pero intensa no lo duda cuando le contratan para hacer que uno de estos malignos seres salga del intelectual y artista Próspero de Schanz. ¿Cuáles serán, sin embargo, las consecuencias?

Nos encontramos en un mundo presumiblemente medieval y mágico. En este lugar, los demonios poseen a menudo a las personas, de ahí que el papel de los exorcistas sea relevante. El que nos ocupa, nuestro protagonista sin nombre, los conoce muy bien a todos ellos desde que nació. Lo que no puede evitar son los daños colaterales que la lucha con ellos conlleva. Pero, ¿creéis que acaso le importa mucho?

Próspero de Schanz, nuestro poseído, es un hombre erudito y la mano derecha de una princesa embarazada. Acabar con el demonio que le posee es de suma importancia, de ahí que nuestro protagonista no dude en emplearse a fondo en esta misión.

Es usual que este tipo de historias conlleven mucha acción. Sin embargo, en El demonio de Próspero tienen más peso los diálogos, todas esas conversaciones que nuestro hombre mantiene con los demonios. Todas ellas interesantes, sin duda.

Nuestro hombre no es un santo, como pronto descubriremos. La obra comienza precisamente con un episodio truculento del que no se arrepiente. Es por ello que podemos esperar cualquier cosa de él, incluso que sacrifique a Próspero con tal de acabar con el demonio. ¿O creéis que pasará otra cosa? Tendréis que leer esta singular novela fantástica para averiguarlo. ¿O es que acaso le tenéis miedo a los demonios?

Cristina Monteoliva