viernes, 23 de diciembre de 2016

Entrevista: EDUARDO LAPORTE

Queridos amigos de La Orilla de las Letras,

las navidades y el fin de año se acercan. Muchos de vosotros podréis disfrutar de unos cuantos días de vacaciones. Yo, sin embargo, sigo aquí, al pie del cañón, dispuesta a recomendaros libros para leer tanto en estas fechas como el resto del año. También para ofreceros interesantes entrevistas, por supuesto. Como la que os traigo hoy al periodista especializado en cultura y escritor Eduardo Laporte.
Eduardo Laporte colabora en medios como Territorios, de Vocento; El viajero, de El País y Navarra.com, aunque sus textos más personales los encontraréis en su blog, http://www.elnaugrafodigital.com/
Su interés por la escritura autobiográfica no solo le ha llevado a publicar varias obras de este corte, sino también a fundar El Tayer, una escuela online en la que aprender todo lo necesario para escribir sobre uno mismo. Más información en: http://hazteescritor.blogspot.com.es/
Como escritor, su obra más destacada, hasta la fecha, es Luz de noviembre, por la tarde (Demipage, 2011). En 2016 ha publicado la interesante novela corta de corte biográfico La tabla. Hablamos con él de esta última novela, pero también de otros temas interesantes. Si quieres saber más, solo tienes que seguir leyendo:

¿Cuándo comenzaste a escribir?
Con ciertas pretensiones, a finales de noviembre de 2002. Acababa de dejar de fumar, estaba medio depre en un trabajo de comercial publicitario para una televisión que ni siquiera existía, y la literatura me dio una calma y una ilusión que necesitaba.

Ahora que todo el mundo está haciendo listas de las mejores lecturas del año, las mejores series, las mejoras borracheras, dinos, ¿qué autores NO han te han marcado ni como lector ni como escritor?
Te puedo decir libros que he dejado a medias, como La sombra del viento de Ruiz Zafón, pero también otros más de culto, como Matadero Cinco, que me pareció una marcianada en el que no entré, como al final me pareció demasiado delirante el París de Mario Levrero, autor que por otra parte creo que me gustará, en su fase más realista. Tampoco he podido, tras un par de intentos, con Onetti y creo que pasaré por esta vida sin intentarlo con Faulkner. Borges me resulta cansino y no entiendo la mitad de lo que leo de él.

Escritura autobiográfica: ¿por qué?
Porque, como decía Virginia Woolf, es la única que permite ir al tuétano de lo que somos. 

©Eduardo Laporte.

¿Escribirías una novela por encargo?
Sí, pero trataría de darle un sentido. Hacerla mía de alguna manera. Un periodista es un novelista por encargo. La tabla fue, en cierta manera, una novela por encargo, pero el encargo me lo hice a mí mismo. Y obedecía a unas necesidad no materiales sino personales, así que es un encargo raro.

Además de haber publicado libros autobiográficos, impartes como profesor en El tayer. ¿Cómo te surgió la idea de crear este servicio?
Intuí que podía haber gente interesada en lanzarse a escribir y que la autobiografía es un estadio de la literatura más accesible que la ficción pura y dura, por lo que quizás partiendo de ahí surgían nuevas voces. Lamento decir que desde los cuatro años que hace que empecé a dar esos cursos, no ha surgido ningún Roberto Bolaño de El Tayer. Sara M. Bernard amenaza con publicar en breve un libro potente. Estaremos atentos.

He leído por ahí (por Facebook, por supuesto) que normalmente tienes más alumnas que alumnos en El tayer. ¿Crees que las mujeres son más dadas a compartir su vida, sus sentimientos, experiencias, etc con los demás que los hombres?
Las mujeres tienen menos orgullo que los hombres y por tanto no vienen al mundo aprendidas, como creen muchos varones. También son más comunicativas, y en estos ‘tayeres’ hay un gran intercambio de comunicaciones, abrimos nuestras almas y se genera un ambiente de confidencias y de intimidad, en el mejor sentido de la palabra, muy rico que, en general, creo que valora más la mujer. Espero ir avanzando hacia cierta paridad, que siempre es más rico.

La anterior pregunta me lleva a la siguiente: ¿qué piensas de la literatura masculina calificada recientemente como cipotuda[1]? ¿Puede considerarse un fenómeno aislado o se trata de algo más serio?
El término es un hallazgo y, a parte del puñado de nombres que se cita en el artículo, es un estilo que veo a menudo en amigos de Facebook, más o menos vinculados a la literatura o el articulista. Tiene que ver con un deseo de acotar la realidad de una manera maximalista, esto es así y punto cojones, que lo cierto es que me resulta antiliteraria, porque la literatura nace de lo sutil y de la invitación a la duda, no de una proclama por mis santos cojones, aunque se esté afirmando que las hortensias son las flores más bellas del mundo, pero sin ponernos estupendos, por favor. El cipotudo quiere tener siempre la razón y en eso se equivoca.


©Eduardo Laporte.

Tu última novela se titula La tabla. Te preguntaría cómo se te ocurrió escribirla, pero es algo que queda bastante claro al comienzo del libro. Mi duda es: ¿crees que se te hubiera ocurrido escribirla si hubieras tardado menos en llegar a la cala almeriense a la que pretendías llegar aquel caluroso día?
No creo que una sola circunstancia provoque otra. Napoleón perdió en Waterloo por doscientas razones, entre ellas la nieve. Cierto desasosiego al verme en el mar, tras esas horas de errancia extraña por parajes extraños, me hicieron acordarme de la historia de Xabi y me pareció que podía ser un reto literario interesante. Además, surgía de la curiosidad, que es de donde tienen que surgir los proyectos literarios.

En esta novela corta hablas, de naufragios, tanto reales como metafóricos. El real fue el de un chico llamado Xabi el 16 de abril de 1990. ¿Cuándo supiste de este caso?
Xabi iba al mismo colegio que yo. Leí la noticia en la portada del Diario de Navarra, cuando su rescate, y siempre me quedaron ecos de su historia. Se decía que había vomitado sangre y que pasó una noche solo en el mar. Esos dos elementos me fascinaron y quise saber más.

¿Y qué hacías tú el 20 de abril del 90, por cierto?
Pues no estaba en la cabaña del Turmo, o el Turbo, sino empezando a hacerme un hombrecito, primeras caladas a cigarrillos, conversión en skater, cuando la fiebra noventera del monopatín, Steve Caballero, Powell Peralta, Tony Hawk… De hecho, me llamaban así, Tony Hawk, por el parecido con el famoso skater. Aunque también me decían Schuster… había pocos niños rubios entonces en Pamplona.


©Eduardo Laporte.

La historia de Xabi me ha parecido impactante, una historia que verdaderamente merecía la pena ser contada. ¿Por qué crees que en este país no miramos más hacia este tipo de historias y, en cambio, estamos tan pendientes de, por ejemplo, el peluquín de uno de los concursantes de Gran Hermano?
Muchas gracias, Cristina, me alegro mucho. Tenía el miedo de que, al ser tan breve, pareciera más una caricatura del género de la no ficción que un relato en sí, cuando en ningún modo quise hacer una parodia, cosa que por otra parte me parece una idea muy buena. Pero Xabi estuvo a punto de morir y con eso poca broma. En cualquier caso, hay que educar la sensibilidad, empezando por uno mismo, para apreciar más la historias con alma que la frivolidad de un Gran Hermano. Llega un momento en que te resulta indigerible, pero mientras el personal consuma esa pornografía televisiva en masa, pues habrá Gran Hermano para rato.

No desvelaré los motivos que te llevaron a escribir esta historia, eso tendrá que descubrirlo el lector que se anime con La tabla. ¿Te ha ayudado escribir este libro?
Sí, me ayudó a consolidarme en mi camino, tras un periodo de crisis, que significa poner en tela de juicio. Después de La tabla he seguido escribiendo con constancia y confío en poco a poco lo sembrado vaya dando frutos.

¿Qué esperes que encuentren los lectores en La tabla?
Un relato honesto de la encrucijada de dos personas, tanto Xabi como yo, que acabo volcando mis conflictos interiores en el libro, y un pequeño impulso de vida.

¿Qué nuevos proyectos literarios tienes en marcha?
En primavera se publicará un diario, que es un formato que me gusta, con reflexiones variadas que he preferido no publicar en Facebook sino reservar a ese terreno aún sagrado del papel. También estoy ultimando una novela sobre el dilema entre la virtud y el vicio que me gustaría publicar también en 2017.

¿Te gustaría añadir algo antes de acabar esta entrevista?
Me gustaría añadir que hay pocas listas para los libros que no publican las grandes editoriales y que nacen con una vocación menor, o con un impulso humilde. Es una pena que queden silenciados ante los grandes títulos, porque también hay perlas en ese ámbito. Como el libro de relatos ‘Koundara’ (ediciones Baile del Sol), de David Pérez Vega, que me parece de lo mejor que he leído este año.

Muchas gracias, Eduardo, por tu tiempo, tus fotos personales y tus respuestas. Coincido contigo en esto último: se le hace poco caso a los buenos libros que se salen del circuito de las grandes editoriales. Gracias también por ofrecernos tu lista de buenas lecturas del año.
Y a vosotros, amigos lectores, gracias por estar un día más al otro lado. En estas fiestas, ya sabéis: coged atracones de turrones, marisco y jamón, ¡pero también de buenos libros!
Cristina Monteoliva




[1] Véase En la era de la prosa cipotuda, artículo escrito por Iñigo F. Lomana el 21 de octubre de 2016: http://www.elespanol.com/cultura/libros/20161021/164863513_13.html