Pues nada oye, que hacía yo teatro y en
esas que se puso de moda hacer monólogos. Unos amigos y yo nos apuntamos a la
movida y empiezan a contratarnos en una cadena que tiene programas de humor.
Bueno, en realidad contrataban a los demás. Yo un día hice un monólogo sobre
animales (superchulo) y le hice sujetar, metafóricamente, un testículo de
ballena franca a uno de la primera fila. Resultó ser el director de la cadena y
como era un poco quisquilloso no me contrató. Otro día hice un monólogo sobre
Egiptología (supereducativo) en una discoteca en Vallecas. La gente estaba a
otro rollo, quizá comentar algo de Marcel Proust o Kant. El caso es que salí
vivo que no fue poca cosa.
Cambié de profesión.
Como había hecho teatro infantil y los niños son más pequeños que
los que van a discotecas pensé “Esto va a ser lo mío”. Así que escribí mi
primera novela “Andrea y los masticadores”. Es buenísima y si Guttenberg no lo
remedia, voy a publicar más aventuras de Andrea.
También escribo cuentos fantásticos y de los otros. Si alguien
conoce un ilustrador que se quiera aventurar y eso pues ya sabe.
©Eduardo Martínez-Abarca.