Durante el confinamiento al que nos llevó la pandemia
mundial de la COVID-19, mientras la mayoría de la población se dedicaba a hacer
pasteles y pan o a ordenar la casa, Clara Obligado escribió dos magníficos
ensayos sobre la escritura. Para ello interrumpió la escritura de un libro de
relatos que no es otro que este, Tres maneras de decir adiós. Lo
dejó en pausa pero en el ejercicio de escritura fue inevitable que se
estableciera un diálogo entre esas tres obras. De hecho, me atrevería a decir
que cada uno de sus libros dialoga de algún modo con los anteriores, la autora
teje redes entre ellos.
Como
ya he dicho alguna vez en alguna de las muchas reseñas que he hecho de los
libros de Clara Obligado, su
escritura es
como ella misma: mestiza, poliédrica, híbrida, diversa, y sus obras suelen
moverse a uno y otro lado de la frontera de los géneros literarios. En este
caso no iba a ser diferente. Nos encontramos frente a un libro de cuentos que
también podría ser una novela. Tres relatos o tres capítulos; tres cuentos
largos que forman una novela corta. Relatos encadenados, novela corta, cuento…
La autora le saca partido, una vez más, a las posibilidades narrativas de ambos
géneros.
Tenemos
entre manos tres historias de mujeres de la misma familia en tres edades
diferentes de la vida. Cada una de estas historias es independiente pero está
relacionada con las otras dos a través, sobre todo, del parentesco entre las
mujeres que son sus protagonistas. El primer relato nos lleva en el tiempo
hasta el año 1992, el segundo se intuye en la época actual mientras que el
tercero nos transporta al futuro en forma de distopía. Los tres textos tienen
una extensión bastante aproximada pero estéticas muy diferentes. Algunos
personajes y objetos se van cruzando en ellos.
Entre los objetos, uno en especial llama la atención de esta lectora,
puesto que me resulta familiar de novelas como La hija de Marx,
Salsa o Petrarca
para viajeros (si la memoria no me falla). La Odisea
de Homero atraviesa las tres piezas que componen el libro y también los
fantasmas están presentes en las tres. El resultado final se percibe como si
Obligado hubiera trenzado las tres tramas.
Este
es un libro que trata sobre las pérdidas y las despedidas, sobre las raíces, la
memoria, las edades de la vida o las relaciones familiares, en especial entre
madres e hijas. Pero también trata sobre la esperanza, sobre cómo somos capaces
de rebrotar, de sobreponernos a las desgracias y reinventarnos. Tiene un punto
de ensayo y de autobiografía, también de reflexiones sobre la escritura aunque
por momentos es muy lírico. Podríamos decir que es una especie de biografía
atravesada de ficción en la que su autora se piensa como emigrante, como
escritora, como mujer y como madre. Es también un excelente ejercicio literario
que nos demuestra la maestría de Obligado en el uso del punto de vista y la voz
narrativa.
María
Dolores García Pastor