Hay trabajos por los
que una persona puede pasar sin pena ni gloria en su vida mientras que otros la
marcarán para siempre. Para mí, por ejemplo, trabajar en una funeraria no me
parece un asunto baladí. Primero, hay que tener carácter para hacerlo; segundo,
estoy segura de que el tratar con los muertos acaba afectando al trabajador.
Pero, ¿y si es toda una familia la que trabaja en una funeraria? Estoy segura
de que puede pasar cualquier cosa, como vemos en Ganas de vivir, la original novela de Joaquín Berges de la que
hablaremos en este artículo.
Los
hombres de la familia Llorente tienen una funeraria en Zaragoza y muchos
problemas que resolver. Para empezar, el cabeza de familia, el abuelo Cosme,
teme morirse de improviso y siempre coloca campanillas dentro de los ataúdes.
Su hijo, Matías, por su parte, parece sentir más interés por los muertos que
por los vivos, especialmente cuando se trata de su mujer, Rita. Finalmente, el
más joven de todos ellos, Tristán, es un mitómano empedernido que idolatra a
Gracia, su gran amor y mujer a la que compara con la actriz que hiciera de Jane
en las películas clásicas de Tarzán. ¿Conseguirán los tres y los que les rodean
ser felices?
Esta
es una novela coral en la que conoceremos a un buen número de personajes
variopintos: el entrañable abuelo Cosme y su obsesión con la muerte; Matías, un
hombre que se casó por obligación y que ha tratado siempre a su mujer como si
fuera una muerta; Tristán, el joven obsesionado con su novia, a la que ve como
a una estrella del cine clásico; Gracia, la novia que se siente agobiada ante
tantas atenciones; Deli, la madre de Gracia, una peluquera que quedó viuda en
unas circunstancias que no quiere revelar; Lucas, el hermano de Gracia, un
chico especial obsesionado con averiguar el origen del alma; y Andrés, un
hombre que vive bajo otra identidad para no dar cuentas a la justicia de lo que
hizo en el pasado.
Aunque
todos los actores de esta novela que se cocina a fuego lento (durante buena
parte de ella la acción es lenta y el paso de las páginas solo nos sirve para
conocer a todos ellos) me parecen interesantes, creo que el más peculiar de
todos es el narrador. Desde el principio de la historia se da a entender que
este es un observador de la vida de los personajes. Enseguida, sin embargo,
entenderemos que es algo más: un terapeuta que trata a algunos de ellos pero
que conoce al dedillo la vida de todos. Con el paso de los capítulos, este ser
singular irá tomando más protagonismo, hasta convertirse en un personaje más de
la trama: tal vez el que le dé sentido a todo.
Ganas de vivir
es sin duda una novela amable en la que su autor mima a todos y cada uno de sus
personajes. Estos entrañables seres a veces sufren y otras nos divierten con su
sufrimiento. Se trata pues esta de una comedia muy feel good, tan inteligente como disparatada que hará las delicias
no solo de los amantes de las historias de funerarias (todo un género, a mi
parecer) sino también de los que busquéis ahondar en la psicología del ser
humano de una forma diferente. Y tú, ¿te atreves a conocer a los Llorente y su
funeraria?
Cristina Monteoliva