¿Por qué después de
tantos miles de años de evolución la violencia sigue ligada al ser humano?
¿Somos de verdad violentos por naturaleza? ¿Es posible acabar con el impulso
violento de una persona con una educación adecuada durante la infancia? ¿Por
qué nuestras sociedades no son capaces de erradicar la violencia? Estas y otras
muchas preguntas me las hago después de la lectura de Por un paquete de Celtas, el libro de relatos de Juan Gil Palao
ganador del X Premio Internacional Vivendia-Villiers de relato. Si quieres
saber qué contiene este libro, no tienes más que seguir leyendo esta reseña.
Por un paquete de Celtas
es un volumen compuesto por un total de quince relatos de extensión variable, con
un tema que, si bien no en todos los relatos es el principal, sí podemos decir
que es común a todos ellos: la violencia.
Otro
rasgo unificador que encontramos en este libro es el estilo. Y es que aunque
los relatos estén en primera o en tercera persona, suelen presentarse escritos
en estilo indirecto (salvo contados diálogos), dándonos, generalmente,
información muy completa de la vida del protagonista de turno (la narración a
veces se remonta a la infancia o adolescencia para, más tarde, traernos al
fatídico presente del individuo).
El
libro comienza por el cuento que da nombre a un libro: Por un paquete de Celtas, una historia en la que nos encontramos
con el hijo de un maltratador al que más adelante acusan injustamente de serlo.
Un relato de temática similar será precisamente el siguiente en la lista, Asturias, patria querida, si bien en
esta ocasión las cosas acabarán muy mal para su protagonista. Por otro lado, en
El lechero nos encontramos con la
historia de un hombre que tuvo que sufrir a una madre dominante en la infancia
y la juventud y, más tarde, a una mujer maltratadora que acaba acusándole a él
de lo mismo.
Princesa
es un relato en el que nos encontramos con una mujer que es maltratada por su
príncipe azul. Por otro lado, nos encontramos que en La amiga de Braulio la mujer de la que se enamora el protagonista
de la historia anda siempre buscando a su príncipe azul sin ver que su hombre
ideal es su amigo de toda la vida. Otros relatos que nos hablan de relaciones
de pareja son: ¿Tú, de qué vas?, una
pieza en la que la adicción a la cocaína del marido y las obsesiones delirantes
de su caprichosa mujer acaban con la salud de uno de ellos; y Amor virtual, una historia en la que un
hombre marcado por una relación tóxica acaba encontrando el amor de forma
virtual (real, más adelante).
La
violencia en el ámbito familiar puede darse de muy diversas formas, tal y como vemos
en: El de los caliqueños, un cuento
en el que un hombre muy querido en su comunidad es tratado mal por uno de sus
hijos; y La sartén por el mango, un
relato que trata la violencia que los hijos adolescentes infringen sobre sus
progenitores.
La
violencia no está solo en el ámbito doméstico, como vemos en Sacar la peineta, un relato sobre la
gente que pierde los nervios, y algo más, en la carretera.
El autillo
es el único cuento que juega con la fantasía en este libro al presentarnos una
historia en la que una conmoción cerebral le juega una mala pasada a su
protagonista.
Canela nos
habla de tiempos no tan lejanos en los que el maltrato animal era de lo más
común. Por suerte, en aquella época también existían los finales felices.
El peuque azul
va sobre una mujer fusilada en tiempos de postguerra por dar refugio a rebeldes
contra el franquismo.
Los
dos últimos relatos de esta antología son también dos de los más entrañables de
todos ellos: La vida fue un soplo, una historia sobre un inmigrante que se pasó
la vida solo trabajando; y Cabeza de
Chorlito, un cuento que nos habla de los recuerdos y la sabiduría de un
abuelo.
Por un paquete de Celtas,
en definitiva, es un libro que nos invita a reflexionar sobre el mundo en el
que vivimos, uno en el que la violencia está muy presente, aunque a veces
oculta, en muchos hogares y momentos. Un volumen compuesto en su mayoría de
historias duras, pero necesarias precisamente para despertar las conciencias y
conseguir que sigamos evolucionando, pero para mejor. Una obra que está
esperando a que la descubras, con sus luces y sus sombras, para, sin duda,
sorprenderte.
Cristina Monteoliva