lunes, 23 de diciembre de 2019

Reseña: OHIO, de Stephen Markley


Título: Ohio
Autor: Stephen Markley
Traducción: Eduardo Hojman
Publica: Alianza Editorial
Páginas: 592
Precio: 24 € /14,99 €

Hay personas que no consiguen superar la adolescencia, una época que, para muchos, se desarrolla, fundamentalmente, en el instituto. Esta obsesión por mirar al pasado puede llevar a estas personas a volver a los lugares en los que crecieron para pedir cuentas a sus compañeros, amigos o ex novios. Este sería el punto de partida de Ohio, la exitosa novela de Stephen Markley de la que hablaremos en este artículo.
Bill Ashcraft, el chico arrogante que desafiaba a sus compañeros de instituto con unas ideas y convicciones que no parecían tener nada de patrióticas, vuelve a New Canaan un buen día del verano del 2013 convertido en un adulto desastroso. Bill tiene algo para Kaylyn, la perturbadora ex novia de Rick, el amigo que murió en combate, y su amante en el instituto, a pesar de estar ella prometida con el mencionado Rick y Bill con la inteligente Lisa.
Curiosamente, Bill no será el único de su generación que acuda el mismo día al pueblo. También lo harán Stacey, la mujer que una vez fue una joven liada con Lisa, a la que quiere encontrar a toda costa; Dan, el soldado que perdió un ojo en el frente e intenta vivir su vida a pesar de que Haley, su novia del instituto, lo dejara por otro; y Tina, aquella chica que en la época de la adolescencia fue el juguete sexual de Todd, ese ex que no consigue olvidar, y de sus horribles amigos.
New Canaan es, en apariencia, un pueblo anodino del nordeste de Ohio, uno de tantos lugares que acusaron la crisis económica con fuerza y, aún en 2013, intenta recuperarse. En esta tranquila localidad, donde los jóvenes que se quedaron matan su tiempo, y sus cuerpos, consumiendo drogas, hubo un héroe de guerra al que enterraron en 2007: Rick Brinklan. No todos sus amigos y compañeros acudieron el día en el que se le rindió homenaje con un desfile, pero sí seis años después, un día del verano de 2013, todos buscando respuestas a sucesos que ocurrieron en su pasado entablando conversaciones con los amigos y ex novios y novias del pasado. Tal vez si por fin consiguen encontrar esas explicaciones dejen atrás los fantasmas que les rondan y sean capaces de empezar una nueva vida como adultos. Aunque, ¿encontrarán todos lo que esperan?
Si bien la economía local y la vida de sus gentes cambió de la noche a la mañana por la crisis, lo que marcó para siempre a los adultos que una vez fueron los chicos que conoceremos en esta novela fue la guerra que sucedió al ataque terrorista en Nueva York y el Pentágono. Una guerra que hizo que Bill intentara abrir los ojos de los demás para que vieran las cosas como él, por un lado, y empujó a Rick y Dan a alistarse en el ejército, por otro. La contienda, a pesar de los años pasados, rondará las mentes de todos a lo largo de esta historia en la que conoceremos los secretos de Bill, Stacey, Lisa, Kaylyn, Dan y Tina, además de las historias del músico fallecido Ben, la ex novia de Dan, Haley y otros personajes secundarios.
Pero, ¿qué fue de la inteligente Lisa? ¿Por qué decidió viajar, tanto como otros de sus compañeros, pero sin volver jamás a casa? ¿Por qué no puede volver? ¿Conseguirá Stacey por fin verla de nuevo?
Ohio, en definitiva, es un interesante thriller que, durante gran parte de la lectura nos hace pensar en que solo es una novela que pretende mostrar el trágico (aunque no exento de sentido del humor, en ciertas partes) retrato de una generación de jóvenes norteamericanos marcados por las recientes guerras que es incapaz de dejar de mirar al pasado y pasar página, para luego mostrarnos que los fantasmas del instituto son muy reales y que lo que pasó entonces fue lo suficientemente significativo para cambiarlo todo. Adéntrate ahora, pues, en esta historia de intrigas, deslealtades, intrigas y actos horribles que permanecieron ocultos durante años y descubre que tal vez New Canaan no es como sus personajes nos lo quieren vender. ¿Te atreves a emprender este viaje?
Cristina Monteoliva


© Cristina Monteoliva.