miércoles, 4 de diciembre de 2019

Reseña: EL RÍO BAJA SUCIO, de David Trueba.


Título: El río baja sucio
Autor: David Trueba
Publica: Ediciones Siruela
Páginas: 196
Precio: 17,95 € (rústica) / 14,95 € (cartoné) / 8,99 € (eBook)

Mientras que muchos españoles pasan la Semana Santa en ciudades donde las procesiones son en el centro de atención, o visitando países extranjeros, muchos otros prefieren huir de las aglomeraciones y pasar las vacaciones en pueblos perdidos en medio del entorno natural. Un entorno que puede resultar intocable, en algunos lugares, o estar ya demasiado alterado, en otros, por los intereses económicos de unos cuantos, como vemos, entre otras cosas, en El río baja sucio, la novela juvenil de David Trueba de la que hoy hablaremos.
Tomás era un chico de casi catorce años la última vez que pasó la Semana Santa con su madre en La Chopera, una urbanización de casas en el campo madrileño, cerca de la provincia de Ávila. Como siempre que iban allí, Tomás se encontró con su amigo Martín, un muchacho de su misma edad, y la familia de este. Los amigos esperaban pasar el tiempo grabando vídeos que luego Martín subiría a internet. Pronto, sin embargo, encontrarían una nueva distracción al conocer a Ros, un ex presidiario afincado en la ruinosa casa de su familia. La presencia del hombre, un elemento totalmente discordante en la tranquila urbanización, y el preocupante tema de la contaminación del río, fundamentalmente por culpa de la cantera cercana, hará que las vacaciones de los chicos transcurran de una forma totalmente inesperada.
Tomás, el narrador y protagonista de esta novela, es un muchacho de diecinueve años al comienzo de la narración de esta historia sobre las vacaciones que más le marcarían en su adolescencia. Todo ocurriría cinco años atrás. Tras el divorcio, su madre querría vender la casa, de ahí que aquella Semana Santa fuera la última que Tomás, Tom para su amigo Martín, pasara allí.
Tomás, como siempre que iban al lugar, se reunirá con Martín, su mejor amigo de la urbanización. Además de con su propia madre, Ana, y con Martín, el chico también pasaría mucho tiempo con la madre de este último, Yolanda, una profesora de arte que solía ir a pintar por el campo, su padrastro, Gaspar, un tipo que escribía artículos de opinión en un periódico, y Lucía, la hermana mayor de Martín. En esta ocasión, los chicos también estarían acompañados por Ros, un hombre que habría pasado una larga temporada en la cárcel y, más adelante, Danae, la hija de este.
Aunque la novela haga alusión constante a la contaminación del río, propiciada por la industria, una vaquería y, fundamentalmente, la cantera en la que todos se fijarán durante toda la trama, más que una obra centrada en el medio ambiente, me ha parecido una sobre la paternidad. Y es que si bien, como digo, la preocupación por la contaminación del río es uno de los motores de la trama, nos encontramos que el tema más representativo de la misma es el de la vida familiar que gira entorno a las figuras paternas. Los distintos tipos de padres con los que conviven (o no) los adolescentes serían: el padre que murió joven y fue sustituido por un padrastro comprensivo; aquel con el que los hijos no tuvieron contacto en la niñez y también fue sustituido por un padrastro al que ellos identifican como la verdadera figura paterna; el padre que maltrata a la madre y del que esta se acaba separando… Solo daré una pista: hay uno de ellos que acabará haciendo algo que se saldrá del guion, lo que marcará la vida de todos los que en ese momento estén cerca.
El río baja sucio, en definitiva, es una novela que nos hace recrear con cierta melancolía las vacaciones pasadas con amigos, pensar en cómo el medio natural es cada vez más degradado por culpa de los intereses humanos y en las distintas figuras paternas en las que un chico podría fijarse. Se trata esta de una obra de aventuras más trágica que divertida, en la que unos chicos dejan definitivamente de ser niños y el lector habrá de abrir los ojos a ciertas realidades. Y tú, al final, ¿pasarás la Semana Santa con Tomás en la sierra para descubrir la verdad?
Cristina Monteoliva


© Cristina Monteoliva.