Queridos
amigos de La
Orilla de las Letras,
nos
asomamos al fin de semana, un buen momento para ofreceros una nueva entrevista,
en esta ocasión, la que nos brinda Nerea
Bautista Rodríguez. Sin más dilación, os dejamos con ella:
¿Cuándo descubriste que la escritura era
algo más que un pasatiempo?
Escribo desde que puedo recordar y
lo cierto es que la escritura nunca ha sido un pasatiempo sino una necesidad.
La comunicación oral, especialmente la emocional, ya desde niña me suponía una
tarea casi imposible y mi cuerpo eligió la escritura como mecanismo de
supervivencia para poder drenar todo aquello, que de haberse quedado dentro, se
hubiese enquistado y hecho mucho daño. El primer registro que conservo de mi
escritura es un diario que comencé a redactar justo tras la muerte prematura de
mi abuelo y con aquella redacción, pura y perfectible, el dolor se me volvió
más liviano y logré procesar el duelo de forma saludable. Desde la perspectiva
que te da la adultez, descubrí que escribir había sido una herramienta
terapéutica, una catarsis emocional y una manera de conocerme a mí misma en
profundidad. Por tanto siempre he escrito inspirada por mí y mis circunstancias
y he tenido esta habilidad relegada a la más estricta privacidad por tratarse
de algo demasiado íntimo para ser compartido. Por eso hasta que me no aventuré
a convertirme en narradora omnisciente de una novela totalmente ajena a mi
vida, no he sacado mi literatura a ver mundo.

©
Nerea Bautista Rodríguez.
¿Qué lecturas crees que te han
influenciado como escritora?
Pues no me queda otra que confesar
que no soy una gran lectora. De niña sí que devoraba libros, pero conforme fui
creciendo me fui volviendo más exquisita, exigente e inconstante y descubrir un
libro que me enganche es bastante complicado. Pero si tuviese que decantarme
por un género este sería la novela filosófica, débase, con mucha probabilidad,
a aquello de que siempre escribí para entender mi micromundo y que la impronta
que esto ha dejado es imborrable. Y en el caso de quedarme, de entre todas mis
lecturas, con una esta sería, sin duda, Demian de Herman Hesse, pues
llegó a mi vida para recordarme que la literatura “incómoda” puede ser
extremadamente placentera y para devolverme ese efecto adictivo que tiene leer
y que creía perdido desde mi niñez. El Lobo Estepario fue la siguiente
obra de este autor que devoré y también me marco notablemente. La
Metamorfosis de Kafka y La Colmena de Cela, son otros de mis
imprescindibles.
¿Qué estás leyendo ahora mismo?
Pues casualmente en este momento
ando releyendo a Herman Hesse por pura nostalgia y, además, tengo en la mesita
de noche lo último de Amor Towles, Mesa para dos, que confieso que se me
está resistiendo por pura pereza y falta de tiempo, pues, para mi sorpresa,
este autor, al que he conocido recientemente, me parece que tiene una prosa
bastante acertada.
¿Nos lo recomendarías?
Sí, sin duda, todo el mundo
debería leer a Herman Hesse, pues su literatura es pura filosofía disfrazada de
novela y es el lector el que decide hasta donde quiere deshojar su contenido,
pudiendo quedarse en la superficie de la historia o sumergirse en las zonas
abisales de las mismas. Declamar reflexiones filosóficas sin usar la
contundencia y densidad del formato ensayístico me parece una forma estupenda
de llegar a todos los públicos.
¿Cómo compaginas tu trabajo como
enfermera?
Hacerme enfermera fue una elección
bastante irreflexiva y azarosa, pues a la edad que nos hacen escoger nuestro
futuro laboral nos faltan muchas tablas para saber qué es lo que queremos. En
mi caso, estudiar enfermería resultó ser una casualidad muy acertada, ya que
acabó convirtiéndose en vocación (creo firmemente que la vocación, lejos de ser
algo innato o místico, se construye con el ejercicio y el tiempo). Si bien yo
escogí ser enfermera, la escritura no fue una elección consciente, me gusta
decir que fue ella quién me escogió a mí. Y como la escritura ha sido para mí
algo casi instintivo, siempre ha estado enredada en todos los ámbitos de mi
vida. Compaginar mi profesión con mi devoción no es complicado, de hecho, como
la realidad es mi mayor fuente de inspiración, más de un episodio laboral ha
sido protagonista de alguno de mis escritos. Sí es cierto que el trabajo me
roba mucho tiempo que he de restarle a la escritura, pero, de todos modos, mi
afición a escribir es una mezcla entre inconstancia y obsesión. Tengo brotes en
los que me invaden grandes ideas literarias y unas ganas compulsivas de
materializarlas y puedo escribir sin parar durante un tiempo indefinido, así
como luego entro en barbecho y me paso otro tiempo indefinido con la cabeza
yerma y sin teclear ni una sola palabra.
¿Qué te resulta más complicado escribir:
relato o novela?
Cuando se me presentó el reto de
escribir una novela, a priori lo vi como algo odiseico, me creí totalmente
incapaz de darle a mi literatura un formato que jamás había probado. Como ya he
comentado, siempre he escrito para y por mí y, escribir algo más allá de mis
propias reflexiones o narraciones sobre mis venturas y desventuras, me parecía
tarea imposible. Pero, sorprendentemente, mi primera novela, además de tomarme
menos tiempo del esperado, fue un proceso fluido y mucho más sencillo de lo
imaginado. Con mis brotes de inconstancia y obsesión y compaginando su
escritura con la vida laboral y social, darle forma a El erial de las
delicias, me llevó alrededor de un año y fue una experiencia muy
reconfortante. Nunca imaginé que me fuese a sentir tan cómoda con un proyecto
que me incomodaba tanto. En cuanto a los relatos, tengo que discernir entre las
narraciones ensayísticas y autobiográficas que siempre he escrito y los relatos
que se presentan a concursos. Esta segunda modalidad es muy reciente y también
me ha supuesto desconfianza y reticencias porque nunca me gustó ponerle reglas
a mi escritura. Ajustarse a las bases de un concurso significa que sean otros
quienes dirijan tus letras y eso no me es nada sencillo. Por eso, supongo que
para mí ha sido más fácil escribir novela que relatos que deban ajustarse a
unas normas estrictas. Y dentro de este mundo, en concreto el microrrelato me
ha supuesto la dificultad añadida de acotar la prolijidad de mi prosa a un
número irrisorio de palabra o caracteres, amén de que detesto la obsesión por
lo breve, inmediato y efímero que destila la sociedad contemporánea.
¿Qué ha supuesto para ti ganar varios
premios de relato?
Pues haber sido premiada en una
modalidad de escritura que me ha supuesto un fastidio, una sumisión a la norma
y un trabajo en el extrarradio de mi zona de confort, es algo doblemente
reconfortante. Que le reconozcan a una
el talento literario ya es un chute de autoestima y un refuerzo muy potente,
pero si además el reconocimiento viene de un trabajo que se sale de tu modus
operandi habitual y que, por tanto, está lleno de inseguridades, es sin
duda un premio doble.
¿Escribirías una novela de moda para
hacerte famosa?
Rotundamente, no. Soy una gran
detractora de las fauces del capitalismo en general y, concretamente, de cómo
este ha devorado a la literatura. Los libros son un producto más de consumo y
las novelas de moda un reflejo de lo que demanda la sociedad, una sociedad que
a mi parecer involuciona a marchas forzadas en cuanto a nivel cultural,
pensamiento crítico y valores. Las cláusulas contractuales que las “grandes”
editoriales les plantean a los escritores de moda claman al cielo, ¿en qué
plano queda la calidad literaria cuando el autor debe escribir un libro cada
tres meses? Todo esto me lleva a plantearme hasta qué punto es esperanzador que
las nuevas generaciones lean si son cantera de géneros tan alarmantes como el dark
romance. Al final los productos de ocio son un reflejo de la demanda
social, y a su vez, esta demanda social es un reflejo de necesidades creadas
por la industria del consumo, un círculo vicioso, cuanto menos, inquietante. En
definitiva, no, nunca estaría dispuesta a prostituir mi literatura, a escribir
ese best seller que enganche a todos los públicos, a someterme a
los designios de la sed de lucro del gigante editorial ni a ofrecer un producto
que no me represente en absoluto solo por afán de facturar.
¿Cómo ha sido publicar El erial de las delicias?
Publicar ha sido una experiencia
agridulce. Todo era más sencillo cuando era una absoluta ignorante del
funcionamiento del mundo editorial y jamás pensé que llegaría a afirmar que
escribir una novela es infinitamente más sencillo que publicarla, defenderla y
venderla. La buena noticia es que jamás pretendí vivir de esto ni hacer de la
escritura una fuente de ingresos, escribir ha sido y seguirá siendo una pasión,
una forma de expresar lo que mi boca no sabe y un verdadero deleite. Tampoco
podemos obviar que publicar le supone al autor una inversión que no todo el
mundo se puede permitir; aunque el mayor regalo sea hacer llegar su obra a los
lectores y la infinita ilusión de poder palpar todo el esfuerzo empleado. La
experiencia de publicar mi primera novela no solo ha tenido un coste económico,
sino emocional. Para mí lo más complicado fue tener que superar barreras tan
sólidas como mi pánico escénico y verme cara a cara frente a un gran público
sin más armas que una pastillita para los nervios y una oratoria deficiente.
Por otra parte, hacer presentaciones de la novela ha sido todo un ejercicio de
autosuperación, pero aún no sé determinar hasta qué punto todo el estrés que me
suponen acaba siendo compensatorio. Y bueno, no todo son sombras, hay muchas
luces en el proceso de publicar y entre ellas una en concreto que a mí me haría
repetir la experiencia si pudiese volver atrás: que un lector desconocido, sin
tener por qué hacerlo, se moleste en darte un feed back positivo, ese,
es sin duda un regalo incalculable para alguien que cree tan poco en sí misma
como yo.
¿Qué nos puedes contar de esta novela?
El erial de las delicias
es una novela realista, tan realista que está inspirada en hechos reales. Es de
corte costumbrista y rural, se pretende sacar jugo a la cotidianeidad, buscar
profundidad en lo banal, hacer arte de la rutina y demostrar que la vida real
es tan sustanciosa que no se necesitan muchas florituras para ensalzarla. La
novela se ambienta en las profundidades del sur, concretamente en la costa
tropical, por lo que sus personajes, puros y castizos, preservan un idiolecto
muy particular que resultará tremendamente familiar a los oriundos y que será
fácilmente comprensible por contexto para los de fuera. Otra particularidad de
la novela es el estilo con el que está escrita: la tragicomedia. Aunque lo que
esté narrando sea una historia cruda, lo hago de tal forma que intento sacar
una sonrisa al lector, pues no podemos obviar que el drama es inherente a la
vida y, menos aún, que tenemos el poder de relativizarlo y de ponerle al mundo
el filtro que quieran nuestros ojos.
¿Qué tiene de ti El erial de las delicias?
Aunque esta novela no contenga
ninguna traza autobiográfica, es inevitable que el escritor deje su improta en
cada una de sus narraciones. Por eso, a pesar de que los personajes estén
inspirados en otras personas, hay partes de mí en casi todos ellos, desde
pequeñas peculiaridades hasta grandes rasgos de mi personalidad. La novela
además saca a relucir mi devoción y sensibilidad por los animales y de algún
modo es una crítica a ese maltrato animal que históricamente ha arrastrado el
mundo rural y un homenaje a esa nobleza que tantas veces ha sido vulnerada por
aquellos que ignoran que son ellos, y no los animales, las verdaderas bestias.
¿Qué esperas que los lectores aprendan
de tus escritos?
Así como no me gusta escribir bajo
directrices externas, tampoco soy partidaria de meterle al lector moralejas con
calzador. Tampoco puedo responder a esto de forma genérica, pues cada escrito
tiene un cometido distinto. Pero siguiendo en el hilo de la novela, sí es
cierto que hay un trasfondo filosófico para los que quieran profundizar en ella.
Así pues, el mensaje que va entrelineado en El erial de las delicias no
es otro que hacer al lector consciente de que muchas veces somos nuestros
mayores enemigos, de que tendemos a magnificar menudencias y solemos olvidar
que, si bien las vicisitudes de la vida escapan a nuestro control, tenemos el enorme poder de escoger cómo
afrontarlas. Otra reflexión importante que se puede extraer de esta historia es
la relatividad del bien y el mal y hasta qué punto los malos enarbolan
verdadera maldad o solo son víctimas de sus circunstancias.
©
Nerea Bautista Rodríguez.
¿Qué nuevos proyectos literarios tienes
en marcha?
El erial de las delicias
se pasó mucho tiempo escondido en un cajón, por eso cuando me decidí a
publicarla ya tenía mi segunda novela encarrilada y la acabé apenas un mes
después del despegue de la primera. Este segundo proyecto no tiene nada en
común con el anterior salvo tres cosas: que yo soy la autora, que la realidad
sigue siendo mi fuente de inspiración y que está escrito con ese estilo
tragicómico que me caracteriza. Se trata de otra obra costumbrista inspirada en
hechos reales que explora facetas del amor que poco tienen que ver con el
trillado género romántico. Se titula Me amarás sobre todas las cosas y
por ahora no tengo nada claro acerca de su publicación. Desde enero estoy
centrada en presentar esta segunda novela a concursos y participar en otros
certámenes de relatos mientras espero a
que llegue ese soplo pierio que siembre el germen de mi tercera obra narrativa.
¿Te gustaría añadir algo antes de
terminar esta entrevista?
Nada más que añadir salvo dar las
gracias por este pequeño espacio de expresión y por dar visibilidad a los
autores locales y noveles que no tienen más pretensión que compartir sus letras
con todos aquellos que quieran adentrarse en ellas y reivindicar el valor de la
meritocracia en una sociedad donde el talento ha sido doblegado por el capital.
Muchas
gracias, Nerea, por tu tiempo, tus
palabras y tus fotos personales. Te deseamos una carrera literaria larga y
provechosa.
Y
a vosotros, amigos lectores, gracias por estar un día más pendientes de
nuestras publicaciones. Ahora, ¡a leer!
Cristina Monteoliva