A todos nos han pasado
cosas en la vida que hemos tenido la tentación de contar por escrito. Hay quien
al final lo hace, incluso, lo novela. Aunque puede que dejándonos a los
lectores con la intriga de lo que pasó al final, pienso tras la lectura del
peculiar libro Hojas otoñales, de
Pablo Guillén, la obra que comentaremos en esta reseña.
Hojas otoñales
es un volumen de primeras inclasificable. Y es que si bien comienza con el
esbozo de una novela centrada en la vida de una anciana llamada Josefa, lo que
le da sentido al título del libro, enseguida nos encontramos con un buen número
de relatos breves que aunque en algunas ocasiones nos hablan de otros
personajes, la mayoría de las otras se centran en la figura del autor de esta
obra, si no he entendido yo mal.
Hojas
otoñales es una residencia de ancianos en el que ha ido a parar una mujer que
una vez ganó la lotería. Si bien hoy en día el premio sería casi anecdótico, en
la época en la que recayó era un pellizco considerable para una familia
compuesta por un matrimonio y 9 hijos. Sin embargo, Josefa, nuestra mujer,
perdió buena parte del premio al fiarse de un tal Pardisa. Casualidad o no, los
dos ancianos acaban en la misma residencia. Por supuesto, Josefa quiere
vengarse. ¿Logrará hacerlo en las breves páginas que dura su historia en este
libro?
Uno
de los hijos de Josefa se llama Pablo y es escritor. En esta brevísima novela,
además de la voz de la anciana, nos encontramos con la de él, dando su visión
de los hechos. Se trata, además, del mismo narrador que encontramos en la
mayoría de los relatos breves de este libro. Relatos que mezclan el realismo
sucio con la nostalgia y la ternura, componiendo una narración sin duda original.
Está
claro que la literatura del yo está en boga. También que da mucho de sí. En
este libro, nos encontramos con textos que parecen sacados de un diario
personal a la antigua usanza o entradas de un blog. Se trata de narraciones
poéticas en las que su autor y narrador protagonista reflexiona sobre su
existencia diaria y la de toda la humanidad. Lejos de parecerme catastrofistas,
la mayoría de ellas me han parecido llenas de esperanza. Como si acaso todos
tuviéramos al final salvación.
Hojas otoñales,
en definitiva, es un libro autobiográfico que nos ofrece el comienzo de una
novela (que espero que algún día su autor se anime a continuar) y un gran
número de relatos, casi todos autobiográficos. Un libro curioso, cuanto menos,
especialmente indicado para los amantes del realismo sucio, pero también de los
que busquen reflexionar con textos diferentes.
Cristina Monteoliva