Si bien hoy en día
podemos hacer muchas de nuestras adquisiciones online, las librerías físicas
siguen siendo verdaderos santuarios para los que amamos los libros. No todos
los lectores que acudimos a ellas con devoción, sin embargo, somos iguales.
Cada quién tiene sus manías. Pero, ¿quién podría esperar que un gran lector
decidiera quedarse en una librería toda la eternidad?, me pregunto tras la
lectura de la interesante nueva novela de Louise Erdrich, El fantasma de las palabras, precisamente la obra de la que
hablaremos en este artículo.
Tras
pasar un tiempo en la cárcel por cometer un curioso delito, Tookie se incorpora
a trabajar en una librería de Minneapolis. Si bien nuestra mujer se lleva
fenomenal con sus compañeras, pronto se dará cuenta de que algunos de los
clientes son la mar de peculiares. Poco puede imaginar, sin embargo, que una de
ellas, Flora, decida quedarse para siempre en el local después de su muerte. El
fantasma de Flora perseguirá a Tookie durante meses. Pero, ¿por qué? ¿Qué es lo
que pretende la que en vida fuera una gran amante de las letras?
Esta
es la historia de Tookie, una mujer indígena norteamericana que, tras cometer
un terrible error (un delito que me ha resultado bastante divertido) acaba
trabajando en una librería. Lo que parecía un trabajo tranquilo se complica
cuando muere Flora, una gran lectora obsesionada con la librería y con la
propia Tookie.
Tookie
está casada con Pollux, un agente de policía tribal. Este ha aportado al
matrimonio a su hija Hetta, una joven que a su vez acaba de ser madre. Buena
parte de esta historia nos habla de las relaciones familiares entre los tres,
de cómo Tookie consigue ganarse el corazón de una Hetta rebelde.
El
tiempo pasa sin que Flora decida marcharse. Llega la COVID, las marchas en
protesta por la muerte de George Floyd, las distintas celebraciones familiares…
Y así, como quien no quiere la cosa, nos damos cuenta de que esta novela no
solo habla de fantasmas cansinos, sino también, y sobre todo, de unos vivos que
viven en una sociedad que se mueve muy rápido en muchos aspectos pero que
parece inalterable en otros.
Pero,
al final, ¿qué es lo que quiere Flora? Por supuesto, lo acabaremos averiguando
mientras nos empapamos de realidad, buena literatura y algo de sabiduría.
Las
novelas de Louise Erdrich nunca defraudan a los lectores que buscan una
narración pausada y reflexiva y el conocer mejor la realidad actual de los
indígenas americanos (dakotas, ojibwes y métis, entre otros). Adéntrate ahora
en El fantasma de las palabras, este
verdadero homenaje a las librerías, los libreros, los libros y los lectores y
descubre todos los secretos que Tookie tiene que desvelar. ¿O es que acaso
tienes miedo de que el fantasma de Flora tampoco te deje en paz a ti?
Cristina Monteoliva