Título: Tus magníficos ojos
vengativos cuanto todo ha pasado
Autor: Juan Ramón Biedma
Editorial: Lengua de Trapo
Páginas: 438
Precio: 19,50 €
La época victoriana está de moda, en
parte por el movimiento steampunk, en parte por las novelas de corte romántico que
acaban convertidas en películas o series de televisión. Estas historias suelen
ofrecer algunas visiones de la parte oscura de aquellos tiempos, normalmente de
forma amable, aunque lo que más se saque a relucir sea la elegancia y la riqueza.
Y lo curioso es que, tal y como señalaban muchos autores coetáneos a esta época
en sus cuentos y novelas, aquel mundo estaba lleno de perversión, oscuridad,
ambientes malsanos y futuros imposibles. Si queréis conocer esa realidad
siniestra, lo mejor es que os hagáis con un ejemplar de Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado, la novela de
Juan Ramón Biedma ganadora del II Premio de Valencia de Novela Negra.
Mes de abril, 1981. La
niebla tóxica cae sobre la ciudad de Londres mientras muchos padres asustados
se preguntan qué habrá sido de sus pobres hijas secuestradas. Algunas de esas
niñas son de origen humilde; cuatro de ellas, sin embargo, pertenecen a las
familias con más poder del todo el Reino Unido. Como la hija de Lord Canciller,
cuya madre, Rambalda, hará cualquier cosa por recuperar. Incluso contactar con
Cox, un antiguo amante caído en desgracia que se dedica a robar los objetos de
los difuntos directamente de sus tumbas. En Tus
magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado no solo acompañaremos a
Cox en esta aventura, sino también a Moriarty y a Sherlock Holmes en sus
propias pesquisas, el primero por encontrar a un compinche desaparecido; el
segundo, por atrapar al primero y detener así la ola de crímenes que asola el
país. ¿Conseguirán los tres sus objetivos?
Sherlock Holmes es el
detective victoriano por excelencia. Sus aventuras han inspirado a cientos de lectores
y escritores a lo largo de más de un siglo. Muchos, incluso, se han atrevido a
inventar nuevas aventuras para este fascinante investigador. Tus magníficos ojos vengativos cuando todo
ha pasado es, en parte, una de estas novelas; aunque no puede decirse que
sea exactamente “una novela de Sherlock Holmes”.
Me explico: Tus magníficos ojos vengativos cuando todo
ha pasado parte de El problema final,
el enigmático relato de sir Arthur Conan Doyle. Juan Ramón Biedma monta toda
una novela alrededor de este relato, el cual encontramos en cursiva a lo largo
de la narración. El texto está narrado en primera persona por un doctor Watson
que solo aparece de esta forma en la novela, por lo que no se le puede
considerar ni siquiera un personaje secundario, sino más bien un actor
testimonial. Por otro lado, aunque Sherlock Holmes sí aparece, y mucho, en la
obra, su papel, a mi modo de ver, es más de secundario que de protagonista, y
eso que él quiere resolver está a la vista del lector casi desde el principio. Digo
más: en esta obra, Cox, el ladrón de tumbas, y Moriarty, el gran malvado, se
comen al personaje de Sherlock Holmes (no literalmente, claro). O, al menos,
así lo he sentido yo durante la lectura.
Creo que los que hayáis
leído a Biedma en más de una ocasión entenderéis mi punto de vista. Vosotros
sabréis, habréis entendido tan bien como yo, que a Biedma no solo le gustan los
malvados, los canallas, los miserables, sino también que se le dan muy bien. Porque
lejos de tratarlos como la escoria que para muchos son, Biedma los humaniza. Se
mete en su pellejo y nos los muestra en todas las dimensiones para que entendamos
por qué hacen lo que hacen y qué les mueve a hacerlo. Que en algún momento
ellos fueron como nosotros pero que la vida no fue tan generosa con ellos. Que
no les quedó más remedio que ser los malos de la historia para que pudieran
vivir los buenos.
Todo esto, además, lo
hace Biedma con elegancia, señalando las partes más sucias solo cuando lo
requiere el texto, no de forma gratuita y sin sentido.
Como decía hace un
rato, esta novela consta de tres tramas principales que engloban las
respectivas búsquedas por los bajos fondos londinenses de Cox, Holmes y
Moriarty. Estas tramas, a su vez, se ramifican en un sinfín de subtramas que
mantendrán al lector bien atento, no vaya a ser que se pierda algo. En ellas
encontraremos monjes moribundos, ladrones de tumbas, cementerios de
prostitutas, verdugos de niños, contaminación atmosférica a nivel del suelo,
teatros con espectáculos espantosos, fotógrafos perturbados, matones, enfermos
de lepra, habitantes de sociedades ideales en decadencia, huelgas de coches de
caballos, los primeros coches a motor, casas de arquitectura extraña… Tantas y
tantas cosas que garantizan el asombro del que se enfrente a las páginas de
esta novela.
Si hay algo que
destaque entre tanto elemento espantoso, eso es el zoológico humano. De hecho,
tal y como dice Juan Ramón Biedma en la sección de agradecimientos, la idea
inicial de esta historia nació tras el conocimiento del autor de la existencia
en el pasado de un zoológico así en Londres. Una vez más, la realidad supera a
la ficción.
Otra curiosidad: el
título, Tus magníficos ojos vengativos
cuando todo ha pasado, es el último verso de un poema de Oscar Wilde que podréis
leer nada más comenzar el libro (Impressions
de théatre, concretamente).
No podría acabar esta
reseña sin mencionar dos cosas que me han encantado: el principio y el final
del libro. Dos escenas perfectamente dibujadas que podrían funcionar por sí
solas como relatos independientes, pero que a la vez son tan imprescindibles a
la hora de quedar atrapados en el oscuro universo de Biedma. Simplemente
brillante.
Tus
magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado
es, en definitiva, una novela de género negro cargada de misterio, aventuras, emoción
y una pizca de amor. Juan Ramón Biedma combina a la perfección una serie de
increíbles elementos para crear una novela siniestra de atmósfera envolvente, trepidante
y perversa que hará las delicias tanto de los amantes de la buena novela de
crímenes como de aquellos interesados por el mundo victoriano en todos sus
aspectos. Una obra redonda que no deberías dejar escapar.
Cristina Monteoliva