Título: Relojes muertos
Autora: Eva María Medina
Edita: Playa de Ákaba
Páginas: 165
Precio: 15 € / 1,99 € (epub)
¿Qué lleva a una persona tranquila, con
una vida corriente, a acabar en un psiquiátrico? ¿Y qué la hace salir cuando no
se puede decir que esté del todo curada? ¿Podrá esa persona volver a la
sociedad que dejó con normalidad? ¿Qué impedimentos externos e internos
encontrará para ello? ¿Responderá a todas estas preguntas Relojes muertos, la novela de Eva María Medina publicada por Playa
de Ákaba de la que pienso hablarte a continuación?
Tras un tiempo
ingresado en un psiquiátrico, Gonzalo vuelve a su casa con la intención de
retomar su vida donde la dejó antes del ingreso. Sin embargo, Gonzalo no está
del todo curado, y aunque intenta mantener una buena relación con Ángela,
alguien a quien conoció en el psiquiátrico (sin ser ella una paciente),
comportarse con normalidad en el banco en el que trabaja, etc, no lo consigue. Pronto
descubre, además, que hay ciertas lagunas en su memoria. ¿Qué pasó con Sara, la
chica que tanto le gustaba antes de que él cayera enfermo? ¿Tiene su
desaparición algo que ver con su ingreso en el psiquiátrico? ¿Hasta dónde está
dispuesto a llegar Gonzalo para averiguarlo?
Gonzalo es un hombre
tranquilo y sencillo que acaba en un psiquiátrico, lugar en el que permanece
durante unos meses. A lo largo de su historia, se nos insinúa que la causa de
su ingreso ha podido una depresión. Pronto, no obstante, nos damos cuenta de
que a Gonzalo le ocurre algo más. Además, Gonzalo, lejos de salir curado del
hospital, lo hace con una visión tan diferente de la realidad como la que
tendría antes de su ingreso. Una visión interesante, pero también caótica y
desconcertante con la que viajaremos a lo largo de todo el libro.
Gonzalo vuelve a casa
acompañado de Ángela, la amiga de la novia de otro interno del psiquiátrico.
Con ella comienza una relación amorosa que no acaba como Gonzalo espera. Así, Ángela
pasa de la noche a la mañana de ser su verdadero amor a convertirse en una
bruja, de la que no sabe cómo deshacerse. ¿Será por la rutina, como él quiere creer,
o por el recuerdo de Sara, una mujer de la que Gonzalo estuvo enamorado antes
de acabar interno? Pero, ¿qué es lo que ha pasado con Sara? ¿A dónde ha ido?
¿Dónde está?
El otro interno del que
hablaba antes es Gregorio, un personaje que merece destacar, pues si poco se entiende
que le hayan dado el alta en el psiquiátrico a Gonzalo, menos aún a Gregorio.
Gregorio tiene muchos problemas, y Gonzalo ve poco a poco que su amigo no podrá
cambiar jamás fuera del hospital. Lo que no quiere ver Gonzalo es que a él le
pasa algo parecido, que sus “locuras” se parecen demasiado, hasta el punto de
confundirse.
Gonzalo es el único
narrador de esta delirante, claustrofóbica (en cuanto a lo de estar encerrados,
mientras leemos, en el mundo de Gonzalo se refiere), a la par que
cinematográfica historia. Su forma de expresarse, su vocabulario, sus
metáforas, son propias de una persona que ve el mundo de una forma muy
diferente al resto de los componentes de la sociedad. El ritmo de la narración
va in crescendo. Para mí, sin duda, lo mejor viene de la mitad del libro en
adelante, hasta llegar a un final caótico, confuso, lleno de incógnitas
resueltas y otras por resolver, que nos hace entender que Gonzalo no va a
cambiar por más que lo intente.
Y de fondo, siempre de
fondo, extraños relojes que captan la atención del protagonista. ¿Por qué están
ahí? ¿Qué mensaje ocultan? ¿Quizá tengan alguna relación con el final dela
historia? Tendrás que leerla para averiguarlo. ¿Te atreves a adentrarte en el
mundo de Gonzalo?
Cristina Monteoliva