Igual que existe el
bloqueo del lector, también existe el bloqueo del escritor. Este tipo de
contratiempo puede atraparte en cualquier momento, sin que tú te lo esperes.
Salir de él suele ser complicado. Cuando por fin consigues escribir algo, te
sientes liberado. ¿Qué por qué os cuento todo esto? Porque la novela que
comentaremos hoy, Aquel dulce otoño del
apocalipsis, nació de un bloqueo escritoril
de su autor, Juan de Dios Garduño. Si quieres saber algo más sobre este
libro, no tienes más que seguir leyendo esta reseña.
Tras
la muerte de su mujer y su hijo en medio del apocalipsis zombi, el narrador y
protagonista de esta historia se traslada de Madrid a su Córdoba natal para
vivir con Paco, su padre. Paco es un hombre mayor, en silla de ruedas, pero
todavía con una libido muy activa. El anciano le dice a su hijo que tiene una
enfermedad terminal y que ha de cumplir su última voluntad: llevarle al
Bernabeu, a Madrid. Lo que parece en principio una locura acaba convirtiéndose
en un periplo sin igual. ¿Conseguirán padre e hijo llegar a su objetivo?
Esta
es la historia de un hombre que lo ha perdido todo y que, cuando la cosa se
pone aún peor, decide volver a casa. Allí le espera un padre peculiar y caprichoso
que hará que los dos pongan su vida en peligro. Aunque, ¿es un peligro real?
Nosotros sabemos desde el principio que esta es una novela de zombis más bien
amable, con un final feliz. Una road
movie con muertos vivientes de fondo. Unos seres que se me antojan poco
temibles, por lo que creo que esta es una lectura ideal para aquellas personas
que llevan tiempo queriendo introducirse en el género pero tienen miedo de
encontrarse escenas excesivamente truculentas. Esta historia, además, tiene
mucho sentido del humor, lo que hace que la tensión se rebaje, haciendo de la
lectura una experiencia ligera. Por si fuera poco, el libro es relativamente
corto, por lo que no se devora en un rato.
Podría
acabar esta reseña aquí, pues ya os he comentado los motivos por los que
deberíais elegir esta lectura. Sin embargo, todavía me quedan ciertos aspectos
que señalar, como que, al igual que otras novelas de zombis, esta se nos
presenta a manera de diario. Un diario en el que abundan los detalles y gracias
al cual conoceremos la particular aventura del joven cordobés y su padre.
Tampoco
puedo dejar de hablar del protagonista, tan esclavo de los deseos de su
progenitor como deseoso de que todo acabe; y del singular Paco, un hombre que
nos parecerá salido de una de las películas de la saga Torrente. Con respecto
al resto de actores secundarios, tan solo diré que me han resultado tan bien
perfilados como necesarios para darle vida a la trama.
Comenzaba
este texto hablándoos del bloqueo literario que precedió a la creación de esta
obra. Prueba que su autor quería hacer de ella algo muy personal, una vez que
consiguió salir del atasco, son las referencias personales que encontramos en
la misma. Así, sabemos, por la biografía de Juan de Dios Garduño, que el autor
es de Córdoba, como su protagonista. También, por la dedicatoria final, que
algunos de los personajes se llaman como sus personas más allegadas. Lo que sí
podemos tener claro es que Juan de Dios no se ha enfrentado a un apocalipsis
zombis. ¿O quizá sí?
En
definitiva, Aquel dulce otoño del
apocalipsis es una obra ligera con más humor que terror que hará las
delicias de todos los que estaban esperando algo nuevo de Juan de Dios Garduño
y de aquellos que simplemente quieran un rato de divertimento. Y tú, ¿serás uno
de ellos?
Cristina Monteoliva