Según la Wikipedia, «Belle Époque o La Belle Époque (en español: La
época bella) es una expresión en francés utilizada para designar el
período de la historia de Europa comprendido entre el final de
la guerra franco-prusiana en 1871 —coincidiendo con
la Segunda Revolución Industrial y la Paz armada— y el estallido
de la Primera Guerra Mundial en 1914». Si bien se ha hablado
mucho de esta época en lugares de Europa como París, poco se sabe de cómo fue
en España. Es por ello que siempre es interesante adentrarse en libros que
traten este tema, como la novela de Miguel Vasserot Me llamo Victoria, la obra que precisamente vamos a comentar en
esta reseña.
Madrid,
1901. Lorenzo Hernández es un revistero de salones, es decir, que redacta ecos
de sociedad en un periódico que sueña con convertirse en escritor. Su amigo
Antonio Palmero le viene un buen día con un encargo: escribir las memorias de
una tal Victoria, una mujer muy bien posicionada en la convulsa sociedad del momento.
Hernández ha de valerse de las notas de la susodicha y de su pericia a la hora
de emprender tan magno proyecto. Pero, ¿quién es de verdad Victoria, además de
una vendedora ilegal de absenta y una repartidora de prostitutas en el Madrid
de primeros de siglo? ¿Qué secretos esconde? ¿De verdad merece la pena hablar
de ella?
Esta
es una apasionante historia contada por sus dos protagonistas: Lorenzo y
Victoria.
Lorenzo
es un joven ambicioso. Después de haber trabajado en el registro del Hospicio,
ha pasado a hacerse cargo de sus ecos de sociedad. En realidad quiere ser
escritor, y el encargo de su amigo Antonio Palomero puede ser una buena
oportunidad para demostrar que puede desempeñar tal labor. El trabajo parece
sencillo: escribir las memorias de una mujer singular tomando como referencia
sus propias notas. Todo se complica, sin embargo, y Lorenzo tiene que
investigar por su cuenta. Para ello, tendrá que ir a ciertos lugares. ¿Qué será
lo que averigüe?
Por
otro lado tenemos a la camaleónica Victoria. Al principio de su narración la
vemos como vendedora de absenta a los personajes de la alta sociedad madrileña.
Más tarde, será reclutada por una importante proxeneta, también bien
posicionada en el mundo de Madrid, para llevar la recaudación de las
prostitutas y otras tareas.
Victoria
es sin duda una mujer valiente que sabe valerse por sí misma en un mundo en el
que las féminas no suelen estar solas. Pero, ¿por qué hace lo que hace? ¿Qué es
de su pasado? ¿Tiene algo que esconder? ¿Y por qué lo haría?
Tal
y como descubrimos a lo largo de esta novela, la belle époque madrileña
no tuvo nada que envidiar a la de otras ciudades europeas: fiestas a todas
horas, diversiones varias, desinhibición…; aunque también tuvo sus sombras, con
una buena parte de la población viviendo en la pobreza y teniendo que buscarse
la vida como se podía. He de confesar que durante buena parte de esta novela
pensé que esa era precisamente su función: la de mostrarnos con todo lujo de
detalles una parte de la historia de la que no se suele hablar. Fue más
adelante, mediada la narración, cuando descubrí por fin la verdadera trama, lo
que nos lleva a decir que no esta no solo es una novela histórica y de denuncia
social, sino también una novela negra.
Me llamo Victoria
tiene una gran sorpresa final, algo que hace que merezca la pena su lectura. No
seré yo quien desvele el misterio. Tendréis que ser vosotros los que os
decidáis por la lectura de esta emocionante a la par que conmovedora historia.
¿Os atrevéis a conocer a la verdadera Victoria?
Cristina Monteoliva