Queridos amigos
de La Orilla de las Letras,
retomamos
la sección de entrevista con la que tan amablemente nos ha concedido la autora María Dolores García Pastor.
María Dolores García Pastor es licenciada en Ciencias de la Información por la
UAB. En el mundo de la literatura, ha colaborado recomendando libros en
diferentes medios (Onda Cero, La
tormenta en un vaso, La Biblioteca Imaginaria…) y ha publicado los
libros El susurro de los
árboles (Fundación Drac, 2008), El
Café de la Luna (Alrevés, 2012) y El
domador de lagartijas (Palabras de Agua, 2018). Además, ha participado en
libros colectivos como Relatos de
Mujeres Viajeras (Casiopea Ediciones, 2011), Sonrisa de Gato (Jirones de Azul, 2009), Scream Cielo Abierto, alto al trabajo
infantil (SM, 2009), Sorbo
de letras (Gobierno de La Rioja, 2010) y Más cuentos para sonreír (Hipálage, 2009). También sus relatos
han aparecido en revistas como Parteaguas
(México), Contemporary Literary
Orizont (Rumanía) y BCN-Week (España).
En el terreno de los concursos, resultó ganadora de los Premios YoEscribo.com de Novela en su edición 2008, del Concurs de Relats Breus de Dones “Paraules
d’Adriana” en sus ediciones 2014 y
2016, del Certamen de Escritura Scream “Cielo Abierto” en sus ediciones 2008 y
2009 y del Concurso Literario La Rosa de Barcelona en el año 2006, además
de ser finalista o mención especial en numerosos certámenes. Actualmente
recomienda libros en el espacio radiofónico Lectura Obligatòria en La Ciutat, Onda Cero Barcelona.
Y
dicho esto, aquí os dejo por fin con las palabras de María Dolores:
¿A qué edad te diste
cuenta de que lo tuyo era la escritura?
Empecé a ser consciente de que quería ser escritora, más que
darme cuenta de que era lo mío, ya pasados los treinta. Siempre he escrito,
empecé a hacerlo con cierta regularidad a los once años en un diario, y
recuerdo que en sexto de EGB mi profesor de lenguaje solía llamarme aparte para
pedirme que ampliara ciertas partes de mis redacciones o relatos. Es curioso
porque muchos amigos y conocidos me recuerdan tomando notas en una libreta,
leyendo, escribiendo... pero yo no he sido consciente hasta que no me lo han
contado muchos años después.
¿Qué autores crees que
te han influenciado como escritora?
Me imagino que todos porque en parte
somos lo que leemos, más cuando también escribimos. Por citar alguno, tal vez,
al principio de todo fue Isabel Allende. Diría que sus historias me despertaron
las ganas de escribir, de hecho mi primera novela El susurro de los árboles
tiene que ver con la dictadura de Pinochet.
¿Qué ingredientes crees
que ha de tener una buena novela?
Una historia bien contada, creo que poco más.
¿Cuál ha sido tu última
lectura? ¿Nos recomendarías leer ese libro?
Lo último que he leído ha sido Tiempos de Swing de Zadie Smith, muy recomendable, sí.
Hace ya unos cuantos
años que publicaste El café de la luna. ¿Por qué no hemos tenido hasta ahora tu
nueva novela, El domador de lagartijas?
En realidad creo que ha sido por un
cúmulo de cosas. El
café de la Luna supuso para mí una decepción importante
del mundillo editorial y quedé bastante tocada por la experiencia. También
influyeron ciertos temas personales. Si a eso le sumas que no me he matado en
llamar a la puerta de las editoriales porque no creo en los envíos a puerta
fría, pues todo cuadra. Pero creo que he aprovechado bien estos seis años
porque he escrito tres novelas, casi cuatro, y un puñado de relatos, he ganado
algunos premios y he hecho un montón de cosas más que tienen que ver con la
literatura.
© Sandra Martín García.
¿Cómo surgió la idea de
escribir El domador de lagartijas?
Cuando escribí El susurro de los árboles me preguntaban que por qué la dictadura chilena que
me pillaba tan lejos y no la dictadura franquista. No me lo había planteado
hasta ese momento. Tal vez porque para mí existía un vacío de conocimiento de
esa época. En el colegio los temarios de historia nunca llegaban hasta ahí. En
casa no se mencionaba el tema porque mi abuelo, represaliado del franquismo, no
hablaba de política. Tal vez yo tampoco estaba preparada para afrontar algo tan
personal. Pero la historia quedó pendiente. Solo tenía un montón de anécdotas
familiares, ningún documento porque mi abuelo había quemado los que le quedaban
la noche del 23F por miedo.
Un
día, cuando iba a buscar a mi hija al colegio, voy por un camino rural, se me
cruzó una lagartija y pensé: “El domador de lagartijas, qué buen título para
algo”. Entonces no sabía para qué pero lo apunté. Y me puse a darle vueltas, y
una cosa llevó a la otra y fue surgiendo la novela. Anduve rebuscando en el
Archivo Nacional de la Causa General, leyendo libros y artículos de prensa
sobre la guerra civil y la posguerra, fabulando... Y me salió una novela.
¿Cuánto
tiempo te ha llevado la escritura de esta novela?
Según la libreta de la que me ayudé a la
hora de escribirla el proceso comenzó en enero de 2014 y finalizó en agosto de
ese mismo año. Según eso la primera escritura junto con la documentación,
escribo al tiempo que documento, me llevó siete meses y ocho días para ser
exactos.
¿Cuántos de
los hechos que aparecen en este libro ocurrieron en realidad?
Te diría que todos excepto la parte que
tiene que ver con el circo Odeón que es imaginación pura y dura. La historia
está basada en las anécdotas familiares y en hechos y anécdotas históricas
aunque haya cambiado los personajes.
¿Por qué
una novela coral? ¿No te habría sido más sencillo manejar un único
protagonista, por ejemplo?
Esta historia pedía varios personajes.
Algunos con más entidad, protagonistas y antagonistas del conflicto, otros para
dar contexto. Con un solo protagonista no hubiera podido contar la historia que
quería contar.
¿Con cuál
de ellos, por cierto, te sientes más identificada?
Yo creo que con Aurora, la hija de Cosme
Moreno. El personaje de su padre está inspirado en mi abuelo, José Pastor
Moreno. Yo estaba muy unida a él, teníamos una relación muy especial. Cuando
murió yo tenía dieciocho años y fue un golpe tremendo, mi primera gran pérdida,
y mi primer intento de novela coincidió con su muerte, fue mi duelo. Tal vez en
la novela he querido ser su hija porque aún hoy sigo echándole de menos. Aunque
también me identifico con Lilith, la maestra.
© Sandra Martín García.
¿El pueblo
de Valencia en el que ocurre la acción significa algo para ti o lo elegiste al
azar?
El lugar de los hechos es Bicorp, el
pueblo del que proviene mi familia materna. No doy el nombre como recurso
literario, para que quede un poco a la imaginación de cada lector, porque
podría haber sido cualquier pueblo de la geografía española durante esa época.
¿Qué crees
que te ha faltado por contar en El domador de
lagartijas?
He contado lo que quería contar así que
no creo que me haya faltado nada, tengo la sensación de que el libro ha quedado
bastante redondo.
¿Qué
esperas que encuentren los lectores en El domador de
lagartijas?
Una historia que les haga sentir. Creo
que el libro tiene momentos muy emotivos, tanto de tristeza como de rabia e
incluso deja espacio para la risa. Espero que el lector lo disfrute y que al
pasar la última página sienta que ha valido la pena invertir su tiempo en
leerlo.
¿Qué nuevos proyectos
literarios tienes en marcha?
De momento quiero sacarle todo el jugo
a El domador de lagartijas. Ahora que ya es de los lectores quiero verlo
crecer a través de sus ojos y disfrutar de él. Y, poco a poco, cuando vuelva a
pensar en algo más que en El
domador de lagartijas retomaré la segunda parte de El café de la Luna o le pondré final a una cuarta novela que he
escrito en los últimos meses. O tal vez busque editor para las que ya tengo
escritas. Ya se me ocurrirá algo.
¿Te
gustaría añadir algo antes de acabar esta entrevista?
Agradecerte que siempre estés ahí para echar una mano a todos
los escritores que intentamos hacernos un hueco en el mundillo. Y espero que el
libro te haya gustado.
Muchas gracias a ti por tu tiempo, tus palabras y tus fotos. Esperamos
que El domador de lagartijas dome muchos corazones a lo largo y ancho de la
península ibérica y que pronto nos sorprendas con la publicación de una de esas
novelas que duermen todavía en tu cajón.
Y a vosotros, amigos lectores, muchas gracias, como siempre, por
estar al otro lado. Y ahora, ¡a leer!
Cristina Monteoliva