El futuro está aún por
escribir. Y por sorprendernos. Porque por muchas conjeturas que hagamos, al
final siempre ocurre algo que no esperábamos. Es por ello que las distopías
nunca me parecen disparatadas. Menos aun las que nos hablan de desastres
medioambientales que condicionarían la vida de los habitantes de La Tierra. O
de un solo país, como Japón, como vemos en la novela El emisario, de Yoko Tawada. ¿Qué por qué deberías hacerte con
ella? Sigue leyendo este artículo, a ver si te doy alguna pista.
En
un futuro, no sabemos si lejano o cercano a nuestra era, Japón ha sufrido un
desastre medioambiental que ha obligado a cerrar las fronteras con el mundo.
Vivir en las ciudades no es recomendable, los animales escasean así como los
alimentos frescos. Los niños nacen débiles mientras que los ancianos viven más
de cien años. Las personas cambiarán de sexo al menos una vez en la vida y los
hombres tendrán la menopausia. En este contexto, conoceremos a Yoshiro, un
bisabuelo centenario que cuida a Mumei, su frágil nieto. Yoshiro se encarga de
hacer que la vida de Mumei sea la más cómoda posible. Pero, ¿y si algún peligro
amenazara al joven?
Yoshiro
es un anciano centenario que goza de buena salud, aunque las condiciones
ambientales no sean las idóneas después del desastre ecológico que ha sumido en
el ostracismo a Japón. Divorciado desde hace años y escritor de profesión, se
dedica en cuerpo y alma al cuidado de Mumei, su bisnieto, un chico frágil, pero
inteligente y risueño.
Mumei
es una flor delicada, como todos los niños que nacieron en Japón en los últimos
años. A él, sin embargo, no le importa su condición. Siempre feliz, se dedica a
vivir la vida plenamente.
Esta
es una historia que se cocina a fuego lento. Parece que el objetivo de la
autora, al menos durante gran parte del libro, es que entendamos la relación
entre bisabuelo y bisnieto, así como los cambios sustanciales que se han producido
en Japón tras el apocalipsis ambiental. Con prosa pausada, etérea y dulce,
somos testigos de los pequeños contratiempos del día a día de esta familia de
dos, de los recuerdos del anciano, de lo que les depara el futuro más próximo.
El
título del libro, El emisario, tiene
varios significados. Por un lado, tenemos una obra con ese nombre que escribió
Yoshiro y que decidió enterrar porque no iba a ser del agrado de la estricta
censura; por otro, sabemos que Japón mandará al extranjero jóvenes emisarios, y
que Mumei podría ser uno de ellos. Pero, ¿cómo podría emprender el viaje un
chico tan delicado como él?
El emisario,
en definitiva, es una distopía amable y pausada en la que descubrimos el amor
de un bisabuelo y un bisnieto y su forma de encarar la adversidad, aunque a
veces esta sea mínima. Una historia bastante feel good, a pesar del contexto, que estoy segura que te llegará al
corazón. ¿O es que no te atreves a comprobarlo?
Cristina Monteoliva