Páginas

lunes, 27 de febrero de 2023

Reseña: LOS QUE SE VAN Y LOS QUE SE QUEDAN, de Parinoush Saniee

 

Parinoush Saniee, escritora iraní exiliada en EE.UU, ha publicado en España su libro Los que se van y los que se quedan. Inicialmente la autora quería esperar a que Irán autorizara la publicación del libro, pero tras años de tardanza Saniee decidió publicarlo en Francia. A raíz de esa publicación, ha llegado a España. 

Los que se van y los que se quedan es un libro de exilios, de vivencias, de rupturas. Pero, sobre todo, es un libro de personas. De personas que viven una realidad de diferente forma y esa forma de percibir la realidad termina por enfrentarles a ellos mismos.  

Una familia decide pasar una pequeña estancia en Turquía. Para ello una parte de la familia viaja desde Irán. La otra parte, exiliada en varios países, viaja desde el extranjero. Lo que parece ser un viaje de reencuentros y alegrías, también se convierte inicialmente en un periplo de nostalgias y tiempos perdidos y, más tarde, de reproches.

Probablemente uno de los aspectos más notables de la novela es la cantidad de personajes que aparecen. A veces se hace un poco complicado ir siguiendo sus devenires. También sus voces, sus problemas, su forma de ver la vida.

La historia se refleja en diez partes porque son diez los días que transcurren en ese encuentro. Diez días que al principio tienen un tono mayoritario de nostalgia. Los exiliados se acuerdan de lo que dejaron atrás: las ciudades, las casas, los familiares, las costumbres... Los que siguen viviendo en Irán les muestran a los que viven fuera un perfil muy diferente del que tienen del pasado común. Incluso, la remembranza que es tan vívida para los que dejaron Irán atrás es muy lejana para los que todavía viven allí. Los recuerdos son para ellos más difusos y nuevos recuerdos más actualizados han dejado atrás los momentos de vida en común. Sucede a continuación un ponerse al día de la situación en Irán, pero también de la situación de cada uno de los que decidió abandonarla. Y aquí empiezan a aparecer los primeros reproches. Unos han imaginado una realidad de los otros muy alejada de la verdad.

Otro de los aspectos a destacar es que los adultos confrontan realidades con melancolía hasta llegar a la ira. Los jóvenes, los niños, algunos de los cuales no tienen recuerdos o los tienen muy difusos, ven las cosas de otro modo. Sus juegos y sus intercambios, a veces a pesar de las diferencias, y de sus distintas educaciones, significan un punto de desarrollo disímil que transcurre en paralelo a los reproches de los adultos. Al principio les cuesta comunicarse, pues no todos hablan el idioma farsí.

El libro pasa también por el conflicto político pero no profundiza en él, porque da la impresión que a la autora, psicóloga, le interesa mucho más el devenir del conflicto entre los personajes que el origen del mismo. Así estamos ante una novela en la que el desarrollo de los caracteres, su forma de comportarse y de evolucionar  es mucho más importante que el intríngulis histórico que hay detrás. Las mochilas de cada uno de los personajes son destacables como punto de partida pero en ningún momento son el fin en sí mismo.

La conversación, más que la acción, es la parte importante de la novela. De hecho lo que hacen los personajes aparece a pinceladas. Lo importante es lo que dicen, cómo lo dicen y a quién se lo dicen. Es pues una novela de diálogos, y, en este sentido, una novela ágil a pesar de la dificultad de entrever quién dice qué por la cantidad de protagonistas que aparecen.

La familia se reúne en Turquía pero podría hacerlo en cualquier otro lugar porque, realmente, no se habla de Turquía. Por eso el escenario es secundario. El escenario de fondo es Irán y el escenario principal es la reunión de todos ellos.

Disfrutarán de esta novela tanto los que les gusten las novelas con trasfondo psicológico como aquellos que les gustan las novelas dialogadas. Igualmente aquellos lectores que se acerquen a la realidad de Irán, de sus acontecimientos cercanos y lejanos. Quizá sea un buen punto de partida para adentrarse en su historia. Por mi parte, como lector, he disfrutado en Los que se van y los que se quedan de los giros argumentales cuando se han confrontado las diversas visiones de lo vivido.

Luis Vea García