¿Te gusta las novelas
de tipo steampunk pero te cansa que
la mayoría de ellas estén ambientadas en la época victoriana? ¿Buscas una obra
de fantasía diferente que, de alguna forma, te haga interesarte por la historia
de España? ¿Anhelas encontrar un protagonista tan carismático como atormentado
que consiga descifrar un gran misterio? Pues entonces tu novela es La historia triste de un hombre justo,
de Ángel González Olmedo. Si quieres saber algo más sobre esta obra, ya sabes:
sigue leyendo esta reseña.
Tras
once tortuosos años de exilio, Dragos Corneli, ingenioso bardo donde los haya,
vuelve a la ciudad estado de Ísbar, la más grande del mundo. Algo terrible ha
ocurrido en el palacio y nuestro héroe, natural de Tierrafértil, es requerido
para averiguar exactamente qué es. Una vez otorgados de nuevo sus títulos y reunido
un buen equipo para la misión, Corneli se encontrará en disposición de
emprender sus investigaciones. ¿Qué peligros le acecharán? ¿Conseguirá hacerse
con la verdad y evitar la terrible guerra civil que acecha el reino?
Nos
encontramos en el siglo XVII, pero no exactamente tal y como lo conocemos, pues
si bien en este tiempo y en la ciudad de Ísbar todos los hombres visten como
caballeros, las mujeres son meros adornos, los religiosos quieren imponer su
poder a cualquier precio y el gobierno es corrupto, tal y como ocurría en ese
siglo en nuestro país, también nos encontramos con elementos típicos del steampunk: máquinas de vapor, soldados
autómatas y estructuras de metal. Por si fuera poco, el arma más poderosa no es
la espada ropera que adorna la vestimenta de muchos caballeros, sino otra bien
distinta: la magia que producen las armonías y que la Iglesia controla
férreamente.
Dragos
Corneli es un bardo y, como tal, siempre viaja con un arpa de muñeca. Sus
conocimientos de las armonías prohibidas le dieron problemas en el pasado (se
le acusaría de usarlas), pero le son del todo útiles en el presente, cuando se
trata de desentrañar el misterio por el que le han traído de vuelta a la gran
ciudad. Gracias a él, descubriremos este tipo de magia tan peculiar y sumamente
complicada (explicada, eso sí, tanto a lo largo de las páginas de esta novela
como en un apéndice final del libro; el segundo apéndice con el que nos topamos
nos ofrece un rico glosario del habla de germanía (el de Ísbar), que nos
traslada de nuevo al siglo XVII real).
Dragos
Corneli es un hombre de honor, todo un caballero: un verdadero héroe que no
cejará en su empeño por descubrir la verdad. En su emocionante y musical
aventura, le acompañarán el también bardo y oriundo de Tierrafértil Closter
Tol; el físico Felidante Pelguin; el joven bastardo del rey e impetuoso
aprendiz de bardo Lintus Corne y la siempre bella e ingeniosa armonista
Nolvaria de Bruma (prácticamente el único personaje femenino de toda la obra,
pues se conoce que el siglo XVII, tanto el imaginario como el real, era terreno
del patriarcado).
Como
es de esperar, las cosas no resultarán nada fáciles para nuestro héroe y sus
amigos. Hay demasiado en juego y el tiempo corre en contra. Como se suele
decir, hasta ahí puedo leer: el resto tendréis que averiguarlo vosotros mismos
leyendo esta obra.
La historia triste de un hombre justo,
en definitiva, es una obra que conjuga a la perfección lo peor del siglo XVII
de la España real con la magia y el steampunk. Se trata esta de una historia
muy bien construida que se desarrolla en una ciudad fantástica perfectamente
descrita y que nos presenta un sistema de magia muy original basado en la
armonización. Si te gustan las grandes novelas de aventuras de época pero
además eres un amante de la buena fantasía, yo no me lo pensaría. ¿A qué
esperas para conocer a Dragos Corneli y sus increíbles amigos?
Cristina Monteoliva