Queridos
amigos de La
Orilla de las Letras,
volvemos
a la carga con las entrevistas. En esta ocasión nos visita virtualmente Ángel González Olmedo.
Ángel González
Olmedo, natural de La Línea (Cádiz), es autor de narrativa fantástica y juegos de rol, además de psicólogo y músico, dos aspectos muy presentes en su obra, en la que no falta
la crítica social y la magia. La
historia triste de un hombre justo es su primera novela (Red Key
Books, 2022). Con ella inicia una saga de próxima continuidad.
Dicho
esto, os dejo ya con las palabras del autor:
¿Cuándo
comenzaste a escribir?
Entre 1995 y 1998, o entre
los 9 y 12 años; aún tengo los archivos del Olivetti. Empecé escribiendo
guiones para el juego de rol de El señor de los anillos, y poco a poco
fui narrando mis propios mundos. Es difícil escudriñar cuál fue el punto de
inflexión exacto.
¿Qué
lecturas crees que te han influenciado como escritor?
No acertaría si apuntara a
géneros o autores concretos, porque daría una idea equivocada, así que voy a
decir que soy ecléctico. No obstante, tengo especial interés por la lectura decimonónica.
¿Qué
estás leyendo ahora mismo? ¿Nos lo recomendarías?
Estoy leyendo Hodgson,
concretamente su Sherlock Holmes particular: Carnacki, cazador de fantasmas e
investigador de lo paranormal. Es altamente recomendable, claro, sobre todo para
entender el terror de principios de siglo. De todas formas, me gusta más el Hesselius
de Sheridan Le Fanu.
Eres
músico, psicólogo, autor de juegos de rol y de narrativa fantástica. ¿Cómo
compaginas tantas actividades?
Estas actividades se
compaginan porque se integran entre sí. Los juegos de rol y la fantasía son géneros
hermanastros; la psicología conforma la base de mi profesionalidad, por lo que
es difícil despegarse de ella; y la guitarra no se ha separado de mí en los últimos
17 años. De hecho, la veo colgada de la pared de mi despacho y la tomo al menos
una vez al día. ¿Quieres un ejemplo? Imagíname releyendo un pasaje que acabo de
escribir mientras estoy tocando una escala. Eso es muy habitual en mí.
¿Ha
cambiado la pandemia de covid tus hábitos de escritor?
Para nada, trabajo
exactamente lo mismo. Es lo que tiene hacerlo desde tu casa.
¿Dónde
encuentras la inspiración?
Alguien dijo que la
inspiración debía encontrarte trabajando. Pues eso. La disciplina de trabajo es
crucial, estés inspirado o no. Al menos en mi forma de trabajar, la inspiración
aparece al principio y al final: la base y las pinceladas de lo que quiero
contar. La eficacia metódica está en el medio.
¿Qué
ha supuesto para ti publicar La historia triste de un hombre justo?
Yo ya había publicado,
aunque no en el sector de la narrativa. Era algo que creía que sucedería tarde
o temprano, dado que meter cabeza en el sector editorial en general es lo más
difícil, y yo ya contaba con la suerte de estar ahí. No obstante, es precioso que
mi primera novela haya venido de la mano del nacimiento de una editorial. Eso
denota confianza por ambas partes.
¿Por
qué ambientar esta novela steampunk en
el siglo XVII?
Porque ese siglo es cruel
con la sociedad. El Siglo de Oro representa en España un auge cultural en
muchas aristas, sobre todo en las letras. El español —no sólo el castellano— que
ha llegado a nuestros días se forja en ese preciso instante. Pero también es una
época dura, de miserias, de pobreza. En el periodo de los Austrias llega a producirse
hasta cuatro crisis financieras, a pesar de que no paraba de desembarcar oro de
las Américas en Sevilla. Es una época perfecta para situar a personajes rebeldes
y fuertes.
©
Red Key Books.
¿Qué
tiene de ti el protagonista de esta historia, Dragos Corneli?
No me gusta compararme con
Dragos. Es cierto que lo uso para vengarme de deudas pendientes que no puedo
saldar en la vida real; para eso escribimos, a veces. También es una forma de
perdonarme a mí mismo, de evaluarme y pedir perdón por los fallos que cometemos
Corneli y yo. A rasgos generales, en realidad es muy diferente de mí; de hecho,
otros personajes secundarios portan actitudes mías. Bueno, supongo que eso es
normal y les sucede a muchos escritores.
¿Qué
es lo que más te ha costado escribir de esta novela?
La documentación. Pero es
verdad que ha sido algo muy instructivo y divertido. A veces había que escarbar
mucho para no romper la coherencia interna de la historia. A pesar de que es
una novela de fantasía, y eso implica tomarte licencias narrativas, es muy
importante cuidar la llamada suspensión de la incredulidad, para que el espectador
no se sienta estafado y vea solidez y lógica en los conceptos históricos que manejo.
El habla de germanía es el ejemplo más notorio.
¿A
qué se debe la escasez de personajes femeninos?
Puro determinismo
narrativo. Al principio iba a ambientarla en un mundo de fantasía con paridad
—como la rueda del tiempo—, pues creo en la bella herramienta de la normalización.
Pero es eso, una herramienta más, ni peor ni mejor, así que cambié este matiz de
última hora. Esta es una novela para adultos, cruda y con fuerte crítica hacia
nuestra realidad social. Tengo que exponer sin disfraces los problemas
patriarcales que arrastramos hoy día. Esto es lo que da sentido a Nolvaria de
Bruma, personaje femenino e insurgente que sobrevive en un mundo socialmente
injusto con ella. A pesar de ser la única mujer en el grupo, no es una
extrañeza que sea el personaje más fuerte y valiente de todos, incluso por
encima del protagonista. El contraste debe verse claro.
¿Qué
esperas que los lectores encuentren en La historia triste de un hombre justo?
Un asidero para soportar
un poco más la realidad.
¿Qué
nuevos proyectos literarios tienes en marcha?
La segunda parte, cuya
escritura estaba muy avanzada cuando se publicó la primera. También hay algo de
terror escrito y, por supuesto, sigo al cien por cien con el sector del rol.
¿Te
gustaría añadir algo antes de terminar esta entrevista?
En otras circunstancias,
no. Pero atravesamos momentos difíciles, y sospecho que vienen tiempos peores.
La literatura es un modo de conectar con gentes que, a través de sus libros,
nos toman de la mano para decirnos que no estamos solos, que nos comprenden. No
importa desde que siglo nos hablen; las pulsiones son las mismas. Lean todo lo
que puedan para dar sentido a este sinsentido.
Muchas
gracias, Ángel, por tu tiempo y tus
palabras. Te haremos caso y leeremos mucho, ¿verdad que sí, amigos de las letras? Gracias también a
vosotros por estar al otro lado. Y ahora, ¡a leer!
Cristina Monteoliva