Título: El color del asesinato
de Bee Larkham
Autora: Sarah J. Harris
Traducción: Pilar García-Romeu
Publica: Lince Ediciones
Páginas: 352
Precio: 21 €
Aunque algunos quieran hacernos creer
que vivimos en un mundo en el que las cosas son o blancas o negras, lo cierto
es que, si te fijas, te darás cuenta de que existen una infinidad de colores
entre un extremo y el otro. Y si no, que le pregunten a las personas
sinestésicas, las que perciben el mundo solo con colores. ¿Qué cómo hacen estas
personas para convivir con los supuestos normales y sus innumerables reparos?
Es algo que descubrirás, entre otras muchas cosas, gracias a la lectura de El color del asesinato de Bee Larkham,
la peculiar novela de Sarah J. Harris de la que hablamos en esta reseña.
Jasper Wishart es un
chico de trece años de edad con ceguera facial, lo que le impide reconocer los
rostros de la gente, y sinestesia, es decir, que su mente asigna colores a las
palabras, los días de la semana, la música y, sobre todo, las voces. Desde que
su madre, la persona que mejor le comprendía en el mundo, muriera, la vida de
Jasper ha sido cada vez más dura. A Jasper le gusta pintar y observar a las
aves, y cuando llega una nueva vecina al barrio, la díscola profesora de música
Bee Larkham, su actividad tanto pintando nuevas creaciones como observando las
cotorras del roble del jardín de Bee, se convierten en el centro de sus días.
Algunos vecinos, sin embargo, no quieren ver a las cotorras por allí. Tampoco a
Bee, por lo visto. No obstante, será Jasper el que acabe con ella. O eso cree
él. Tras la desaparición de la joven, nuestro protagonista tendrá que descifrar
el significado de los colores de todo lo que vio la última noche que estuvo con
ella en la casa de esta. ¿Conseguirá el chico averiguar qué fue lo que de
verdad le pasó a su vecina?
Jasper, el narrador y
protagonista de este original thriller,
es un chico que percibe el mundo de forma muy distinta a los demás a causa de
su ceguera facial y su sinestesia. Además, suele obsesionarse y fijarse solo en
ciertas cosas, lo que hace que los demás acaben desesperándose en un momento u
en otro. Pero que Jasper solo quiera pintar o cuidar a las cotorras, como veremos,
no quiere decir que no se preocupe por su padre, ese paciente hombre que dejó
la Real Infantería de Marina por cuidar a su hijo, o por Bee, una mujer llena
de matices, contradictoria y pasional.
La relación de Jasper y
Bee se convertirá pronto en una amistad intensa de dos personas que luchan por
encajar en un mundo que los rechaza continuamente. Dos seres humanos con
talento y sensibilidad que ven cómo los demás los rechazan por ser diferentes.
Jasper, como vemos en
el libro, tendrá que esforzarse por recordar todo lo que pasó desde que Bee
vino a ocupar la casa de su difunta madre, una mujer con la que no tenía
relación desde hacía muchos años, hasta la noche de su muerte. Por el camino,
descubrirá que, aunque los colores de las voces eran antes un referente seguro
para él, estas, como las opiniones y las personalidades, pueden cambiar, dando lugar
a finales de lo más emocionantes e inesperados.
Admito que la narración
de Jasper me ha resultado un poco complicada hasta que llegué a acostumbrarme a
su algarabía de colores. Por lo mismo, puedo afirmar que Sarah J. Harris se ha
esforzado mucho en intentar hacer llegar a los lectores un mundo rico y
diferente, el de las personas con sinestesia y ceguera facial.
El
color del asesinato de Bee Larkham es, en definitiva, una
obra diferente que aúna el misterio del
thriller con la emotividad de la historia de un chico que intenta abrirse
camino en un universo en el que se conoce diferente y no siempre es aceptado.
Conoce ahora a Jasper y sus extraordinarias cualidades y acompáñale en la mayor
aventura de su vida: la de averiguar si fue él mismo quien asesinó a su vecina,
Bee, o fue otra persona. Solo si llegas al final de la lectura, conseguirás
averiguar la verdad. ¿A qué esperas entonces?
Cristina Monteoliva
©
Cristina Monteoliva.