A principios del mes de noviembre de
2019 supimos por la prensa que Círculo de Lectores, la mítica editorial
española, cerraba después de casi seis décadas de funcionamiento. Por lo que
informan los medios, el modelo de negocio, basado en la venta por catálogo a
través de agentes comerciales, se había convertido en algo totalmente
insostenible en los últimos años y el cese de la actividad era algo inevitable.
Durante algunos días,
la gente habló en redes sociales sobre su experiencia con Círculo de Lectores.
Como yo no quiero ser menos, pero prefiero que la mía no se pierda entre los timelines, he decidido escribir este
artículo.
A Círculo de Lectores
llegué por una suculenta oferta. Yo debía de tener trece o catorce años y vi el
anuncio en una revista. Por un precio irrisorio te mandaban a casa tres libros
(creo que eran 300 pesetas, 1,80 € al cambio de hoy día). Sin pensarlo mucho,
rellené el cuestionario de la revista con mis datos y mandé la carta.
Aunque pareciera
increíble (¡que no, que no había truco!), recibí esos primeros libros a aquel
precio simbólico. Y también la obligación de comprar productos de Círculo de
Lectores periódicamente (en aquella época, aunque recuerdo que vendían alguna
otra cosa, fundamentalmente el negocio se basaba en los libros), hasta que un
día, tres o cuatro años después, decidí que ya había tenido suficiente.
Estar suscrito a
Círculo de Lectores tenía sus pros y sus contras. La primera ventaja era dar
acceso a cualquiera a una buena cantidad de libros: algunos, prácticamente novedades
en el mercado; otros, tal vez no de publicación tan reciente, pero que también
me resultaban nuevos, tal era lo poco que conocía del mundo de la literatura
contemporánea entonces.
En mi pueblo había
librerías en aquella época, pero no tan bien surtidas como lo están ahora, ni
tantas como hay en estos momentos. Ir a curiosear en aquella época podía dar
cierto apuro, incluso. Sin embargo, con Círculo de Lectores tenías un catálogo
que mirar tranquilamente hasta que viniera el agente comercial a tomar nota de
tu pedido. Gracias a esto, yo pude descubrir unas cuantas lecturas
maravillosas. ¿Habría leído esos libros sin Círculo de Lectores? Estoy segura
de que no. ¿Habría leído más de un par de libros al año sin mi suscripción?
Teniendo en cuenta que mi otra vía para conseguir libros era la feria de libros
rebajados de precio que ponían en verano en el paseo marítimo, creo que
tampoco. (No, la biblioteca municipal no la pisaba entonces).
La mayor desventaja del
modelo de negocio de la editorial era precisamente la obligación de comprar
algo periódicamente. Por un tiempo, no me pesó. Pero más adelante, conforme más
agobiada estaba con los estudios y más se me acumulaban las lecturas pendientes,
sí. Lo sé, es paradójico: si no me hubieran obligado a comprar libros, habría
leído menos en aquella época; pero, ¿no os pasa a vosotros también que aunque
algo os gusta, si lo tenéis que hacer por obligación, se os acaba convirtiendo
en un engorro?
Resulta sorprendente
que Círculo de Lectores haya conseguido sobrevivir tanto tiempo, a pesar del
cambio de hábitos del lector propiciado por la llegada de internet, la
expansión de las grandes cadenas de librerías, etc. Sé que habrá mucha gente
que no lo echará de menos pues incluso creería que la editorial ya no existía.
Lo lamento por aquellos que se han quedado colgados con el cierre, todas esas
personas que, en este mundo global, interconectado y demás, todavía necesitaban
de esta editorial para acceder a la lectura. Ojalá encuentren otro modo de
seguir leyendo, pues, al fin y al cabo, eso es lo que importa: que seguimos
siempre con la lectura.
Yo, por lo pronto, me
voy a quedar con los buenos recuerdos: con todos esos libros maravillosos (casi
todo novelas) que hicieron que mi universo, ese mundo interior en el que paso
la mayor parte del tiempo, se expandiera. Daré siempre las gracias por ello a
Círculo de Lectores.
Cristina Monteoliva
©
Cristina Monteoliva. Algunos de mis libros de Círculo de Lectores.