Darse
un tiempo
Cristina
Monteoliva
– ¿Sí, dígame?
–Hola, soy Juan.
–¿Juan? ¿Qué Juan?
–Pues Juan. Tu Juan.
¿No me reconoces, Matilde?
–¡Ah, sí, hola! Ha
pasado tanto tiempo…
–Once años, tres meses
y dos días.
–¿Tanto? Pues sí que
llevas bien la cuenta…
–He intentado llamarte
alguna vez, pero tu teléfono estaba desconectado.
–¡Ah, vaya! Cambié de
número hace años. Me hicieron una buena oferta de otra compañía, ya sabes.
–Eso me dijo tu madre
cuando fui a pedirle tu número actual. Por cierto, se conserva muy bien.
–Estupendamente, sí.
Oye, Juan, ¿querías decirme? No es por ser antipática, pero es que estoy
esperando otra llamada. ¿Podrías llamar otro día?
–Preferiría comentarte
esto ahora. La verdad es que me urge.
–Bueno, pues tú dirás.
–Quería comentarte que
desde hace un tiempo trabajo en una ferretería, en la ciudad. El negocio es de
mi primo Jaime, ya sabes, el alto, el de mi tía Engracia. Es un sitio grande,
con varios trabajadores. Se puede decir que el negocio va a bien. Allí he conocido
a una chica muy maja. Se llama Sofía y…
–Perdona que te
interrumpa, Juan, pero es que se me ha roto el termo y espero la llamada del
técnico. ¿Podrías ir al grano?
–Bueno, pues yo quería
saber si te lo has pensado ya.
–¿Que si me lo he
pensado ya? ¿El qué?
–Pues ya sabes,
Matilde: la última vez que nos vimos me dijiste que lo mejor era darnos un
tiempo, que tenías que pensar en lo nuestro. Quería saber si te lo has pensado
ya, si quieres volver conmigo o no. Porque si es que no, había pensado pedirle
de salir a Sofía, si no te importa.
–Es una broma, ¿verdad?
–No, claro que no. Esto
es muy serio.
–¡Por Dios, Juan! Hace
once años que no nos vemos. Me casé hace ocho años y tengo tres hijos.
–¿Cómo que te has
casado? ¡Pero si aún estamos saliendo! Matilde, las cosas no son así. Tú me
pediste un tiempo y yo, respetuosamente, te lo he dado. Así que eso que has
hecho… eso… ¡me has puesto los cuernos!
–¡Te dije lo de darnos
un tiempo para que no te sentara tan mal!
–¡Pero nunca cortaste
conmigo oficialmente!
–¡Hace mucho que tenía
que haberte quedado claro que no quería saber nada de ti! ¡Pero si hasta cambié
de número de teléfono para que me dejaras en paz!
–¿No acabas de decir
que era porque encontraste una oferta en otra compañía? Bueno, mira, Matilde,
que no tengo ganas de discutir. Pero que las cosas no son así. Yo te he dado todo
el tiempo del mundo y tú ¡me has puesto los cuernos!
–Mira, Juan, eres
imposible. Tengo que colgar ahora.
–Vale, Matilde, te
perdono la infidelidad. Pero creo que deberíamos cortar definitivamente, ¿estás
de acuerdo?
–Juan, que te vaya muy
bien. Y no me llames más. Adiós.
–Entonces, ¿me
confirmas que ya no estamos juntos?
Tuuuuu….tuuuu…tuuuu…
–¿Hola?
¿Me has colgado? ¿Eso es que sí?
© Pixabay.
(Nota: Darse un tiempo fue publicado por primera vez en la antología Amor con humor se mata (Arificios, 2017)