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viernes, 21 de septiembre de 2018

Reseña: LA CANCIÓN DE LOS VIVOS Y LOS MUERTOS, de Jesmyn Ward.


Título: La canción de los vivos y los muertos
Autora: Jesmyn Ward
Traducción: Francisco González López
Publica: Sexto Piso Editorial
Páginas: 260
Precio: 19,90 €

¿Crees que existen personas con poderes especiales? Personas cuyos sentidos van más allá de lo que van los del resto de personas. Personas capaces de ver a través de nuestra realidad. Pero, ¿para qué les servirían esos poderes? ¿Les ayudarán siempre, en cualquier situación? Tal vez en algunas ocasiones, pero no en todas, pienso tras leer La canción de los vivos y los muertos, la novela de Jesmyn Ward ganadora del National Book Award 2017 (premio estadounidense) de la que a continuación hablaremos.
Jojo es un niño de trece años que vive junto a sus abuelos y su hermana, Kayla, en una granja en el Golfo de Misisipi, cerca de la costa. Su madre, Leonie, apenas se ocupa de su educación y su padre, Michael, un hombre blanco que se enfrentó a su familia por el amor de su chica, está en la cárcel. Un buen día, Leonie le dice a Jojo que coja a su hermana, que los tres y Misty, una amiga con la que trabaja en el bar y con la que suele colocarse, van a ir a recoger a Michael a la cárcel de Parchman Farm. La prisión no solo le suena familiar al chico por ser el lugar en el que su padre ha estado confinado los últimos tiempos, sino también por las historias que su abuelo le cuenta de cuando era joven y él y su hermano fueron encarcelados de forma injusta. Una vez en Parchman, Jojo se encontrará con el fantasma de Richie, un chico que conoció a su abuelo. Richie le perseguirá de vuelta a casa con oscuras intenciones. ¿Podrá Jojo detenerle?
Jojo, uno de los narradores y protagonistas de esta historia, es un niño que se ha criado bajo el amparo de un abuelo fuerte a pesar de las terribles secuelas psicológicas que le dejó el paso por la cárcel en su juventud, y una abuela que cree en el poder curativo de la plantas y la presencia de espíritus pero que no ha podido vencer al cáncer, a punto de llevársela al otro mundo. La desidia de Leonie y Michael, sus padres, a la hora de cuidar tanto de Jojo como de su hermana Kayla han hecho del chico alguien bastante maduro para su edad. Jojo, además, es el que se encarga de cuidar a Kayla, una niña de tres años revoltosa y cariñosa.
Toda historia tiene más de una versión, y además de la narración de Jojo nos encontramos con la de Leonie, una madre que en realidad nunca quiso serlo. Leonie solo quiere a Michael y a las drogas, aunque a veces intente convencerse a sí misma de lo contrario. Cuando está colocada, ve a Given, su hermano muerto por el disparo intencionado de un chico blanco, primo de Michael, durante una jornada de caza. ¿Podrá el fantasma de su hermano convencerla de que deje de tomar malas decisiones, como la de llevar a los niños de viaje a la cárcel?
Nuestro último narrador es Richie, un chico que murió demasiado joven y de forma muy violenta y que es, además, el protagonista de las historias de la cárcel que su abuelo le cuenta a Jojo. Como buen espíritu atormentado que busca algo, Richie perseguirá a Jojo durante buena parte de la historia. ¿Será posible que alguna vez alcance la paz que anhela?
La canción de los vivos y los muertos, esta novela que mantienen la tensión en el lector durante buena parte de la trama gracias, sobre todo, a la manera tan poética como hipnótica que tienen sus distintos narradores de contar lo que pasa en todo momento, es una historia de espíritus atormentados, de racismo en el pasado y en el presente del sur de los Estados Unidos y de padres que nunca estarán preparados para serlo. Una novela sobrenatural que nos habla del pasado en los campos de algodón, en las terribles cárceles para negros del sur, del abismo intergeneracional, de las personas que se pierden en vida y de las que no encuentran su camino tampoco en la muerte. Una obra inquietante, reveladora y original que estoy segura que a muchos os hará comprender, tras su lectura, por qué la han elegido como el mejor libro del año pasado en Estados Unidos. Entonces, ¿a qué esperáis para haceros con él?
Cristina Monteoliva


© Cristina Monteoliva.