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lunes, 29 de enero de 2018

Reseña: OBJETOS FRÁGILES, de Inés Mendoza.

Título: Objetos frágiles
Autora: Inés Mendoza
Publica: Páginas de Espuma
Páginas: 104
Precio: 14 €

Queremos rodearnos de personas y cosas sólidas para sentirnos seguros en nuestro día a día. Sin embargo, el mundo es demasiado cambiante y esa fortaleza que buscamos suele ser efímera. Somos frágiles y todo es frágil a nuestro alrededor. Para aprender a aceptarlo, nada mejor que emprender una terapia de lectura. La de un libro como Objetos frágiles, de Inés Mendoza, por ejemplo. Para los que queráis saber qué contiene este volumen, aquí va mi reseña de hoy.
Objetos frágiles es el segundo libro de relatos de Inés Mendoza, una autora que apuesta por un romanticismo actual con influencias del simbolismo y las vanguardias, lo que la ha llevado a tener un estilo tan propio como rico en matices y singularidades.
El volumen está compuesto por dieciocho relatos breves que se distribuyen en tres apartados: Ritual de las manos, Guantes amarillos y El impuro cabello, la tormenta. Tal y como yo lo veo, la rebeldía que rezuman estas historias es tal, que podrían ordenarse de un sinfín de maneras posibles. Pero ya que están organizados de esta forma, diré que, desde mi punto de vista, los relatos que se encuadran en Ritual de las manos nos hablan de la pérdida de identidad, tanto de las personas como de los objetos, y de ese miedo que todos tenemos a ser olvidados por los demás, arrinconados sin remedio o convertidos en seres invisibles. Los relatos de Guantes amarillos, por su parte, nos hablan de ciudades y ecosistemas que irremediablemente se ven destruidos y de momentos oníricos; pero, sobre todo, nos advierten de lo frágiles que son nuestras civilizaciones. Finalmente, los relatos de El impuro cabello, la tormenta, exploran, entre otros muchos temas, la búsqueda del yo y de la identidad que cada uno tenemos en la sociedad, así como la fragilidad que conlleva esa autoexploración.
Olvidemos por un rato esta organización de los relatos y hablemos de ellos en busca de otros de los temas que nos plantean. Así, os diré que el libro comienza con Nostalgia de las manos, un relato con tono divertido que, sin embargo, nos habla, en el fondo, del cambio de función (no deseada) de un objeto al que podríamos ver como la representación de un ser humano. Esa desazón por verse alguien menospreciado la podemos encontrar también en relatos como Deconstrucción de la marquesa (en el que la inseguridad de la protagonista queda patente) y Hopperiana (en el que las sombras y los hombres pasan desapercibidos en una gran ciudad).
Es duro sentirse olvidado o menospreciado, más aún cuando los que lo hacen son tus amigos. La amistad como elemento que crea inseguridad o reafirma al personaje es el tema de los relatos Despedida, En el faro y Todo lo sólido.
Lo onírico y lo simbólico están muy presentes en este libro, sobre todo en lecturas como Disolución de los mapas, Las invasoras, Estado de sitio y La rosa profusa.
Los fantasmas reclaman su lugar desde el olvido en relatos como Correspondencias y Umbral. También los lugares fantasmales, esos sitios decadentes hace tiempo abandonados o literalmente barridos de la faz de la Tierra, también lo hacen en cuentos como Petite place de Gare, Mohr, la que huye de la luz, Las ciudades perdidas, Arcontes y Naturaleza muerta.
Es de destacar la cantidad de relatos que nos hablan de cataclismos (además de los anteriormente mencionados, también entrarían en esta consideración Estado de sitio y La roca profusa) y de lugares reales o imaginarios encuadrados en un pasado remoto. También me ha llamado la atención la fuerza de la luz como elemento tan destructor como purificador en Mohr, la que huye de la luz y Epifanía del enemigo.
Y muchísimos temas más. Pero no seré yo quien desvele todos los misterios de esta interesante antología. Si quieres saber qué más encierra Objetos frágiles, no te quedará otro remedio que hacerte con un ejemplar de este magnífico libro cargado de historias llenas de significado, rebeldía, inquietud, nostalgia, desasosiego, esperanza y, sobre todo, momentos para pensar, como decía al principio de este texto, en lo cambiante que es todo y lo inseguros que siempre acabaremos sintiéndonos porque los objetos son frágiles y nosotros, aún más. ¿A qué esperas para conseguir tu ejemplar?
Cristina Monteoliva