Título: Orfancia
Autor: Athos Zontini
Traducción: Isabel
González-Gallarza
Publica: Destino
Páginas: 272
Precio: 18 € / 9,99 € (Epub2)
En tu infancia, ¿eras de los que se
terminaban toda la comida del plato sin rechistar o, por el contrario, tu madre
tenía que estar detrás de ti para que al menos comieras algo? Si tu caso era el
segundo, ¿llegaste en algún momento a pensar que la actitud de tus padres, tan
obsesionados por tu alimentación y por verte crecer, era sospechosa?
Probablemente no. Pero, ¿y si lo hubieras hecho? La respuesta a esta última
pregunta puede que la encuentres en Orfancia, la original novela de Athos
Zontini de la que hoy os vengo a hablar.
El narrador y
protagonista de esta historia es un niño italiano de ocho años que apenas come.
Sus padres, en especial su madre, se desviven por hacer que el chico pruebe
bocado. No es que este niño sea un tanto delicado para la comida: es que no
quiere comer absolutamente nada. Todos los días se esfuerza por no tener hambre
y todo lo que le hacen comer, corre a vomitarlo a escondidas. ¿Por qué hace esto?
La respuesta es tan lógica para él como asombrosa para cualquier otro: sus
padres quieren comérselo.
La historia comienza en
una localidad indeterminada de Italia en primavera, en la casa de esta
particular familia compuesta por dos preocupados progenitores, dos simpáticos
perros y un niño que no quiere comer, y termina en el mismo lugar en invierno.
A lo largo de las cuatro estaciones del año, veremos cómo piensa este chico sin
nombre, la forma que tiene de relacionarse con su entorno, las preocupaciones
de sus padres, etc. También comprobaremos que incluso alguien como él, de
creencias tan arraigadas, es capaz de cambiar de ideas gracias a los estímulos
adecuados durante el verano, en la isla donde sus padres suelen pasar las
vacaciones, si bien esos estímulos nos pueden resultar un tanto impactantes.
Esta historia podría
parecer, a simple vista, sencilla, cuando no lo es en absoluto. Lo cierto es
que en ella hay muchos temas que podrían debatirse. El primero de ellos, la
visión que tienen los niños de sus padres y la manera poco adecuada que tenemos
los adultos de acercarnos a ellos a veces. En segundo lugar, yo hablaría de la
fuerza que pueden llegar a tener algunas de las creencias que adquirimos en la
infancia. Después, podríamos discutir el tema del acoso en las escuelas, un
problema tan en boga últimamente como espinoso, pues su resolución no parece
fácil. Tampoco podríamos olvidarnos, una vez terminada la lectura del libro, de
hablar sobre la naturaleza violenta del ser humano. También yo destacaría la
indolencia que algunos niños pueden tener a la hora de hacer daño a otros seres
vivos. Y muchas cosas más, pues, como digo, esta novela que para muchos podría
resultar un tanto lineal, más o menos lógica en su desarrollo y hasta simple,
no lo es en absoluto cuando se observa con detenimiento todas y cada una de las
cosas que nos cuenta este chico inapetente a lo largo de un año de su vida.
El final de la historia
resultará sorprendente a muchos lectores. Yo creo que ocurre justo como lo
esperaba, aunque tal vez de una forma un poco más precipitada de lo que me
hubiera gustado. No obstante, la metáfora que encierra dentro este final, ese
mensaje tan ambiguo como rico que permanece en la mente días después de cerrar
el libro, me ha satisfecho sobremanera, por lo que puedo decir que esta novela
es digna del reconocimiento que la precede.
Orfancia,
en definitiva, es una obra de narrativa literaria que, sin embargo, puede
clasificarse también como una novela fantástica, un cuento de hadas de nuestro
tiempo o un thriller poco convencional. Sea como sea, lo que no cabe duda es
que esta historia tan diferente, tan fresca, aporta a todos los que la leen una
visión distinta de la infancia, la paternidad, las creencias, la soledad y los
miedos, e invita a reflexionar sobre un sinfín de temas, algunos universales,
otros hijos de nuestros tiempos. Así que, amigos lectores, si estáis buscando
una lectura que no os deje indiferente, que despierte en vosotros sentimientos
encontrados y que os haga incluso plantearos la naturaleza del ser humano, no
lo penséis más: tenéis que haceros ya con un ejemplar de Orfancia.
Cristina Monteoliva