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martes, 24 de junio de 2025

Reseña: SOLAS EN EL SILENCIO, de Silvia Intxaurrondo.

 

Dice el refrán que pueblo chico es un infierno grande. Y es que en los pueblos de no muchos habitantes la unión es mayor. Pero parece que no solo para lo bueno, sino también para lo malo. De eso va, fundamentalmente, Solas en el silencio, la novela de Silvia Intxaurrondo de la que hoy hablaremos.

Tras la misa del domingo, Ángel, el alcalde de Sopuerta, le da una paliza mortal a Basilia, su mujer. Poco tendrá que hacer el médico, Iñaki, cuando llegue para auxiliarla. Ajenos a la verdad sobre el fallecimiento de la pobre Basilia, los vecinos acuden al velatorio horas más tarde. Unos vecinos que se conocen demasiado bien los unos a los otros, especialmente las mujeres. Las largas horas de espera antes del entierro serán propicias para recordar todo lo que les une y les separa, y tal vez para tomar decisiones importantes.

Sopuerta, el lugar en el que tiene lugar esta historia, es un pequeño pueblo del País Vasco. Si bien el narrador no nos indica en qué año tiene lugar la acción, podemos intuir, por la aparición de un coche tipo Renault 5, que se trataría de los años 70 o los 80 del siglo pasado. Nos situamos, pues, en una época en la que todavía se le decía a las mujeres que el matrimonio era para siempre, que había que quedarse con el marido aunque este te moliera a palos, como le pasa a la desdichada Basilia, una de las protagonistas de esta novela coral.

Pero, ¿quién es quién en esta historia?

Por un lado, tenemos a la ya mencionada Basilia, una mujer soñadora de la que abusó primero un cura para hacerlo más tarde su marido. Si bien es considerada una déspota por las gentes del pueblo, su prima Loli, la amiga que siempre ha estado a su lado, sabe de su buen corazón.

Ángel, el alcalde y marido de Basilia, es un verdadero monstruo que se dedicaría a violar a todas las jóvenes del pueblo antes de casarse con la única que no podía tener hijos. Aquella a la que mataría a palos.

Miren vive atada a Fernando, que se quedó en coma después de caer por el balcón. Frente a su casa viven Sole y su hijo discapacitado Joxean, a los que no puede ni ver porque una fue la amante de su marido y el otro, su hijo ilegítimo.

Consu es la tabernera del pueblo. Su marido murió hace años por un disgusto provocado por algo que él mismo hizo y ahora ha de vivir con Rosario, su suegra y peor enemiga.

Angelita, la otra amiga de Basilia, está liada con el cura Don Eusebio. De jóvenes fueron novios, pero el padre de Eusebio no dejó que se casaran, por lo que decidieron seguir su amor en clandestinidad.

Por otro lado, tenemos a Iñaki, el médico unido por siempre a Ángel, y a Elenita, la madre de Ángel, ya fallecida, pero que tanto daño hizo en el pasado.

Solas en el silencio es una historia feminista, aunque algunos personajes quieran hacernos entender todo lo contrario. Y es que en ella vemos efectivamente a mujeres aplastadas por el machismo y condenadas al silencio. Mujeres que son capaces de sentir sororidad por otras. Pero también nos encontramos con otras que son cómplices del patriarcado. Señoras que se dicen de bien pero se dedican a hacer el mal, especialmente a otras mujeres. Y no, no tienen remedio. Finalmente, encontramos con mujeres que están en la zona intermedia: personajes que en principio no caen en gracia pero que, conforme transcurre la narración, acabamos comprendiendo.

¿Son las mujeres de esta novela fruto de sus tiempos? Aunque hemos avanzado mucho en cuestiones de feminismo, me temo que los comportamientos que vemos en Solas ante el silencio siguen dándose hasta en los lugares más insospechados. Hay mucho que hacer todavía, y puede que con esta lectura comprendamos el qué, el cuándo y el cómo.

Solas en el silencio, en definitiva, es una historia sin duda diferente en la que el pasado y el presente se entremezclan para dejar al descubierto los secretos más profundos de todo un pueblo. En Sopuerta reina el silencio y la injusticia hasta que de pronto todo cambia. Pero no te adelanto más: mejor que te hagas con un ejemplar de este libro y descubras hasta qué punto puede impactarte la narración.

Cristina Monteoliva