Está claro que nadie va
a vivir tu vida por ti. Sin embargo, hay veces en que parece que no tenemos el
control de nuestra existencia. Cuando esa sensación se prolonga, puede causar
una suerte de desazón, melancolía o incluso depresión y ansiedad, como vemos en
libros como No se van a ordenar solas las
cosas, la nueva y original antología de relatos de Nuria Labari de la que
hablaremos a continuación.
No se van a ordenar solas las cosas
es un volumen compuesto por seis relatos, más bien extensos, en los que sus
protagonistas sienten que han perdido el control de sus vidas por un motivo u
otro. El título del libro es el mismo que el del tercer cuento, una historia en
la que una profesora de español para extranjeros se enamora perdidamente de un
jovencísimo inmigrante con el que tiene una relación abocada a terminar pronto,
por mucho interés que nuestra protagonista ponga en ella.
La
antología comienza con Dios solo entiende
palabras esdrújulas, un relato sobre una mujer que siente que la empleada
sudamericana que ha contratado para hacer las tareas domésticas y cuidar a sus
hijas se ha adueñado de su casa. En secreto, anhela ser como ella.
En
Como si te hubieras olvidado del sentido
de vivir conoceremos a un joven con un grave trastorno de vigorexia, cómo
es su día a día y cómo sobrevive a sí mismo. Ni qué decir tiene que la historia
resulta, cuanto menos, tristísima.
Nunca te fíes de mí
nos muestra a una familia viviendo una aventura en plena selva de la República
Dominicana. Un periplo que está claro que no acabará saliendo del todo bien.
El mundo cuando mueras
es la historia de una mujer que sabe que su marido morirá pronto por su
enfermedad y no se ve capaz de vivir sin él.
Finalmente
en No soy un alte Kaker un anciano
psicoanalista homosexual y judío sufrirá una suerte de crisis existencia al
romperse su lavadora.
¿Qué
tienen en común los personajes de estas historias? Todos son protagonistas, aunque,
en cierto modo, también espectadores, pues tienden a salir de sí mismos para
mirarse desde fuera. La introspección es continua: nuestros antihéroes se
refugian en su interior para no afrontar lo que les atormenta, todas aquellas
pequeñas y grandes cosas del día a día.
¿Son
racistas algunos de estos personajes? ¿Clasistas? Yo no lo creo, si bien resaltan
las diferencias que los unen o separan de los personajes de otras
nacionalidades que pueblan estas páginas.
¿Serán
capaces de tomar las riendas de su existencia? Eso tendrás que averiguarlo con
la lectura de este libro de prosa genuina e impecable, No se van a ordenar solas las cosas, una antología de cuentos que,
sin duda, da que pensar ya no solo en la vida de los actores que pueblan sus
páginas, sino también en las nuestras. ¿De verdad creemos que podemos tener
siempre el control?
Cristina Monteoliva