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sábado, 26 de octubre de 2024

Reseña: NO SE VAN A ORDENAR SOLAS LAS COSAS, de Nuria Labari.

 


Está claro que nadie va a vivir tu vida por ti. Sin embargo, hay veces en que parece que no tenemos el control de nuestra existencia. Cuando esa sensación se prolonga, puede causar una suerte de desazón, melancolía o incluso depresión y ansiedad, como vemos en libros como No se van a ordenar solas las cosas, la nueva y original antología de relatos de Nuria Labari de la que hablaremos a continuación.

No se van a ordenar solas las cosas es un volumen compuesto por seis relatos, más bien extensos, en los que sus protagonistas sienten que han perdido el control de sus vidas por un motivo u otro. El título del libro es el mismo que el del tercer cuento, una historia en la que una profesora de español para extranjeros se enamora perdidamente de un jovencísimo inmigrante con el que tiene una relación abocada a terminar pronto, por mucho interés que nuestra protagonista ponga en ella.

La antología comienza con Dios solo entiende palabras esdrújulas, un relato sobre una mujer que siente que la empleada sudamericana que ha contratado para hacer las tareas domésticas y cuidar a sus hijas se ha adueñado de su casa. En secreto, anhela ser como ella.

En Como si te hubieras olvidado del sentido de vivir conoceremos a un joven con un grave trastorno de vigorexia, cómo es su día a día y cómo sobrevive a sí mismo. Ni qué decir tiene que la historia resulta, cuanto menos, tristísima.

Nunca te fíes de mí nos muestra a una familia viviendo una aventura en plena selva de la República Dominicana. Un periplo que está claro que no acabará saliendo del todo bien.

El mundo cuando mueras es la historia de una mujer que sabe que su marido morirá pronto por su enfermedad y no se ve capaz de vivir sin él.

Finalmente en No soy un alte Kaker un anciano psicoanalista homosexual y judío sufrirá una suerte de crisis existencia al romperse su lavadora.

¿Qué tienen en común los personajes de estas historias? Todos son protagonistas, aunque, en cierto modo, también espectadores, pues tienden a salir de sí mismos para mirarse desde fuera. La introspección es continua: nuestros antihéroes se refugian en su interior para no afrontar lo que les atormenta, todas aquellas pequeñas y grandes cosas del día a día.

¿Son racistas algunos de estos personajes? ¿Clasistas? Yo no lo creo, si bien resaltan las diferencias que los unen o separan de los personajes de otras nacionalidades que pueblan estas páginas.

¿Serán capaces de tomar las riendas de su existencia? Eso tendrás que averiguarlo con la lectura de este libro de prosa genuina e impecable, No se van a ordenar solas las cosas, una antología de cuentos que, sin duda, da que pensar ya no solo en la vida de los actores que pueblan sus páginas, sino también en las nuestras. ¿De verdad creemos que podemos tener siempre el control?

Cristina Monteoliva