¿Puede un libro de
relatos, entendemos que ficticios, contarnos más sobre su autor que una
autobiografía? ¿Dónde acaba realmente lo imaginado y empieza lo vivido y
posteriormente narrado? ¿Acaso es posible desprenderse de la vivencia propia
antes de comenzar a escribir?, me pregunto tras la lectura de Fuera de lugar, el último libro de
relatos de Jesús Artacho que comentaremos a continuación.
Fuera de lugar
es un volumen compuesto por veintinueve microrrelatos y relatos de extensión
variable, siempre con un denominador común: sus protagonistas, como el propio
título indican, no encajan en el entorno que les ha tocado vivir, por motivos
de lo más diversos. Oficinistas grises, parejas que tienen que volver a un
mundo rural que le es hostil, chicos a los que acosan en el colegio, opositores
que se toman con humor el calvario del estudio, bibliotecarios que luchan con
la depresión, cinéfilos que pueden contar anécdotas del cine, hijos que tienen
relaciones difíciles con sus padres, mujeres hartas de sus maridos y de la vida
que les ha tocado vivir… Estos son algunos de los personajes singulares que
vamos a encontrar en este libro plagado de luces, pero, sobre todo, de
interesantes sombras.
Jesús
Artacho, cuentista, autobiógrafo y poeta, publicaría en 2013 su primer libro de
relatos, El rayo que nos parta. Por
supuesto, Fuera de lugar da
continuidad al trabajo que veríamos en aquel volumen, pero, sobre todo, se me
antoja una segunda parte de Rasgar algo
de vida, su diario autobiográfico publicado en 2019. Y es que si bien en
este libro encontramos mucha ficción, a poco que conozcamos algo de la
biografía del autor, especialmente si hemos leído Rasgar algo de vida, nos daremos cuenta de que en este libro nos
habla fundamentalmente de él mismo.
¿Puede
ser la ficción una buena excusa para reivindicar los temas que nos afectan a
nosotros, los escritores? Pienso que sí cuando se sabe hacer y, desde luego,
Jesús Artacho, un escritor que no tiene nada que envidiar a los grandes
referentes del cuento en nuestro país, tiene herramientas suficientes para
hablar aquí de su vida como opositor, como bibliotecario rural o como
aficionado al fútbol y el cine. Con gravedad la mayoría de las veces, aunque
también con fina ironía, Artacho reflexiona sobre el desempleo (entre los jóvenes
y no tan jóvenes), la COVID o el triste destino de los que han estudiado en la
universidad el grado de Filología Hispánica.
Estoy
centrándome bastante en lo que no me parece tan ficticio cuando lo cierto es
que no todo habla exactamente de su autor. Un libro cono veintinueve textos da
para mucho, desde luego, y en este en concreto vais a encontrar historias de lo
más singulares. Si bien no son tantas, me han gustado especialmente aquellas
cargadas de sentido del humor y fantasía pues me resultan optimistas y me han
dejado un buen poso.
Se puede estar fuera de
lugar en montones de sitios, como descubrimos en este libro, si bien el mismo
se centra especialmente en el los pueblos. Un mundo rural que resulta, por distintos
motivos, hostil para los protagonistas. ¿Cómo serían sus vidas en la ciudad?
En
esta reseña, me temo que un tanto desordenada, no puede faltar un apunte sobre
el estilo del autor. Como ya he dicho antes, Jesús Artacho no tiene nada que
envidiar a otros cuentistas de reputada fama nacional. Su estilo es claro,
conciso: cuidado. Artacho tiene un vocabulario extenso que sabe bien cómo usar
para llegar al lector.
Sin
duda, Artacho ha tardado demasiado en publicar un segundo libro de cuentos.
Espero haberos convencido de que tenéis que leerlo. Estoy segura de que Fuera de lugar no os dejará ídem.
Cristina Monteoliva