¿Crees en los demonios?
Y si hay demonios, ¿no debe haber también exorcistas que puedan sacarlos de las
personas a las que poseen? Tendemos a imaginar a estos seres como buenas
personas, pero, ¿y si no lo fueran del todo? Como el protagonista de El demonio de Próspero, la novela de
fantasía y terror de K. J. Parker de la que a continuación hablaremos.
Conoce
bien a todos los demonios desde que no era más que un bebé. Se enfrenta con
ellos a diario y a veces sufre sus consecuencias. Por eso, el protagonista sin
nombre de esta novela corta pero intensa no lo duda cuando le contratan para
hacer que uno de estos malignos seres salga del intelectual y artista Próspero
de Schanz. ¿Cuáles serán, sin embargo, las consecuencias?
Nos
encontramos en un mundo presumiblemente medieval y mágico. En este lugar, los
demonios poseen a menudo a las personas, de ahí que el papel de los exorcistas
sea relevante. El que nos ocupa, nuestro protagonista sin nombre, los conoce
muy bien a todos ellos desde que nació. Lo que no puede evitar son los daños
colaterales que la lucha con ellos conlleva. Pero, ¿creéis que acaso le importa
mucho?
Próspero
de Schanz, nuestro poseído, es un hombre erudito y la mano derecha de una
princesa embarazada. Acabar con el demonio que le posee es de suma importancia,
de ahí que nuestro protagonista no dude en emplearse a fondo en esta misión.
Es
usual que este tipo de historias conlleven mucha acción. Sin embargo, en El demonio de Próspero tienen más peso
los diálogos, todas esas conversaciones que nuestro hombre mantiene con los
demonios. Todas ellas interesantes, sin duda.
Nuestro
hombre no es un santo, como pronto descubriremos. La obra comienza precisamente
con un episodio truculento del que no se arrepiente. Es por ello que podemos
esperar cualquier cosa de él, incluso que sacrifique a Próspero con tal de
acabar con el demonio. ¿O creéis que pasará otra cosa? Tendréis que leer esta
singular novela fantástica para averiguarlo. ¿O es que acaso le tenéis miedo a
los demonios?
Cristina Monteoliva