Páginas

sábado, 20 de marzo de 2021

Entrevista: JORGE ALONSO CURIEL.

 

Queridos amigas de La Orilla de las Letras,

 

seguimos con las entrevistas de 2021, esta vez con la que nos ha concedido el autor Jorge Alonso Curiel.

Jorge Alonso Curiel es licenciado en Filosofía y Letras, escritor, profesor de Literatura Española, articulista de opinión en distintos periódicos (El Día de Valladolid, y en Delicias al Día) y crítico cinematográfico, además de experto en edición y corrector de textos. Es autor del poemario Es Mejor el Sueño (2007), de la novela breve Las Guerras han Terminado (2011), del libro de relatos eróticos Tu Mejor Pecado (2011), y del conjunto de relatos y microrrelatos Yo Conocí a un Hombre Satisfecho (2012), publicados los cuatro por la editorial neoyorquina Babel Books Inc. También participó con varios cuentos en el libro Mujeres (2011), y con un diario ficcionado en La Crisis (2012), publicados por Babel Books Inc. En 2013 publicó, en la misma editorial, una edición del clásico de la literatura española El Lazarillo de Tormes; y el libro infantil Paisaje de Risas, escrito junto a la escritora mexicana María Robles Echeverría. En 2016 publicó el libro de relatos Saber Moverse en la editorial Atlantis. En 2017 apareció su primer trabajo como antólogo de relatos con el libro Los bares tienen corazón (Playa de Ákaba) y publicó el libro de relatos La noche del escaparate (Ediciones Atlantis). En 2018 apareció el libro de relatos Media hora (Apache Libros), una colección de cuentos eróticos y canallas, en los que predomina el humo,r y en 2020, el poemario titulado Las Manos del Sueño, en Ediciones Vitruvio. Además de todo esto, nuestro autor ha publicado numerosos relatos y participado en un sinfín de antologías con sus relatos y poemas.

Dicho esto, creo que ya va siendo hora que entremos en la entrevista. ¿Listos? ¡Pues a leer!

 

¿Qué recuerdas de tus primeras lecturas de la infancia?

Recuerdo las que nos obligaban a leer en el colegio, que nadie quería leer porque a todos nos parecían aburridas excepto alguna, muy pocas. Recuerdo también los libros que nos gustaban y que no obligaban a leer en clase como eran las aventuras de los Cinco, de Enid Blyton, o las de los Siete, o los libros de la colección de Alfred Hitchcock, repletos de intriga, que tantos nos gustaban. También los libros de los Hollister, muy entretenidos: tramas casi detectivescas con personajes adolescentes que se metían en investigaciones propias de mayores. Todo muy divertido que te hacía leer durante horas. Y recuerdo incluso las andanzas de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, que me atrapaban durante días hasta llegar al desenlace sorprendente. Recuerdo algunos más, como una colección de libros que tenía la cubierta roja, y en los que podías elegir por las acciones de los personajes y así te encaminabas a un desenlace u otro. O alguna obra de teatro para niños que me gustó. Es decir, me gustaba todo lo que no recomendaban en el colegio. De todas formas no fui un niño muy apasionado por la lectura, prefería otras cosas. Los libros los veía como objetos que me podían dar un rato de entretenimiento, pero no era un lector empedernido. Tampoco en mi casa eran muy aficionados a la literatura, ni mis amigos. El descubrimiento auténtico de lo que me ofrecían los libros fue en la adolescencia, a los 15 y 16 años, al descubrir la profundidad que podía haber en ellos, intentando explicar la condición humana y el mundo que nos rodea. En esos años reconocí en la literatura a una amiga que me ofrecía consuelo y que intentaba responder todas mis dudas y zozobras, me regalaba un lugar donde guarecerme de un mundo del que me sentía ajeno. La lectura, entonces, se convirtió en algo esencial, necesario, con ella daba un sentido al abismo que tenía delante de mí, y dentro de mí. Poco después, a los 17, vendría el querer hacer lo mismo que quienes escribían esos libros que caían en mis manos. Quise ser escritor.

 

Como lector, en la actualidad, ¿qué debe tener un libro para que te interese?

Como soy un lector enfermizo, o empedernido, leo todo, absolutamente de todo. Primero por el mero hecho de leer, y después por seguir aprendiendo para mi oficio de escritor, porque de todo se aprende, aunque no te guste. Y cuando digo de todo, no solo me refiero a los libros, también a lo que se escribe en los periódicos y en otros medios. En concreto, la lectura de los periódicos, ya sea en papel o en digital, me encanta y me sirve para estar al día no solo de la información de cada día, sino también de lo que hacen los articulistas de opinión, ya que escribo columnas en algunas publicaciones de la prensa vallisoletana, o porque también hago crítica cinematográfica en varias publicaciones. Si no leo, estoy mal, me enfermo. Pero también enfermo si no escribo. Pero quiero concretar. Ya he dicho que leo de todo, pero si tengo que decir lo que debe tener un libro para que me guste de verdad, diría que prefiero los escritores que nos cuentan historias profundas, esenciales, apasionadas, en las que la sangre hierve a borbotones; historias necesarias con personajes desgarrados por la vida, y con las que el lector puede llegar a cambiar, ser otra persona. Historias que se clavan en el corazón y en el recuerdo para siempre. Hay una cita de Ernesto Sábato que lo explica: "Nunca he escrito para pasar el rato ni para vender, es una cuestión de comerciales. Yo he escrito para no morirme. Y esto no es una exageración. Escribir me ha salvado la vida durante años. El arte es salvador. Hablo del arte en sentido grande, el que tiene que ver con lo más profundo del espíritu humano". Libros y autores que te cambian la vida; que te la pueden salvar. Autores que escriben con autenticidad de asuntos auténticos e importantes. Así, te podría decir que mis favoritos son, por ejemplo, el citado Sábato, Antonio Machado, Pessoa, Charles Bukowski, Raymond Carver, Pío Baroja... y muchos, muchos más. Al fin y al cabo, escritores y autores que crean vida, y que hablan de vida. Libros por los que sientes correr la sangre al tenerlos en la mano. 

  

©Jorge Alonso Curiel.

¿Qué estás leyendo ahora mismo?

Releo mucho. Releo mucho mis libros favoritos y a mis autores favoritos. Pero al mismo tiempo leo todo lo que va cayendo en mis manos. Todas las novedades que puedo, y también libros de hace unos pocos años. Ahora mismo, a día de hoy, estoy con los relatos de juventud de Truman Capote. He leído toda su obra, y me quedaban estos relatos que me están encantando. Y la relectura que tengo entre manos ahora mismo es la novela El Último de la Fiesta, de Dioni Arroyo, una historia juvenil distópica que engancha desde la primera frase.

 

¿Cuándo comenzaste a interesarte por el mundo de la escritura?

Fue a la edad que antes te decía, a los 17 años. Hasta entonces, en la adolescencia, desde los 14 o 15 hasta los 17, lectura empedernida, que fue un descubrimiento esencial en mi vida. Y a partir de los 17, el querer ser escritor, me decidí a serlo. ¿Cuándo lo descubro? Aparte de la lectura de todos esos libros que me decían tanto, hubo un momento decisivo que sucedió una tarde de primavera en el colegio, en clase de literatura. Hasta ese día el profesor nunca había recitado versos de los autores que estábamos estudiando, y esa tarde se colocó de pie en mitad del estrado y recitó dos poemas modernistas del siglo XIX y que aparecían en el libro de texto. El primero fue Lo Fatal, de Rubén Darío, y aquello me impactó de una manera increíble, creándose en mí una herida que ya nunca ha cicatrizado. El poeta hablaba allí de la condición efímera del ser humano, de la duda existencial de la transcendencia, del dolor y de la amargura de los hombres al vivir sin certezas, al residir en terrenos zozobrantes, sin asideros. Aquello me hizo ser otro. No fui el mismo tras ese impacto de sensibilidad y desconsuelo, y que había despertado totalmente la mía hacia el mundo de los interrogantes y hacia la búsqueda de respuestas y de la belleza de formularlas e intentar encontrarlas. Aquella tarde salí de clase con los ojos como platos, mirando al infinito, sin poder articular palabra. Todo había cambiado. Fue mi particular "caída del caballo". Yo quería escribir para hacer sentir lo mismo que yo había sentido. El otro poema que recitó fue Ocaso, de Manuel Machado, y aquella belleza decadente que contiene este poema, fue otro aldabonazo para cambiarme la vida. Para siempre.

 

¿Dónde encuentras la inspiración?

Suelo escribir de noche, que es cuando más a gusto me siento, cuando se crea la magia, cosa que no sucede de día, aunque estoy siempre en "estado de literatura". 24 horas. Siempre pensando en argumentos, en personajes, en poemas, en relatos. También tomo notas muchas veces al día. No he sentido nunca el bloqueo del escritor o el no tener ideas. Trabajo en la cabeza y tomando esas notas a partir de cualquier asunto: la idea puede surgir de una conversación escuchada en la calle, en una tienda, en un portal, o de una conversación que he tenido; también de las lecturas o de las tantas películas que veo; de cualquier cosa. La inspiración, esa idea luminosa como una bombilla que se enciende dentro de ti, llega y te obliga a trabajar sobre ella. Y una vez que ha aparecido, lo que hago es caminar, caminar mucho unas cuantas horas ya por la ciudad o por el campo dándole vueltas y vueltas, ordenando y tomando notas. Y una vez que está ya todo pensado, me pongo a la faena, toca sentarse delante del ordenador y trabajar. Y trabajar mucho. Y a veces esa idea sigue adelante y se convierte en una novela o un relato o lo que sea (cada idea me viene también con el género al que corresponde), y a veces, no. Todo tiene que fluir y brillar, lograr que lo que voy creando sea un reflejo de lo que quería, aunque eso es casi imposible: nunca consigues del todo lo que deseabas.

 

¿Eres un escritor autodidacta o has recibido alguna vez clases de escritura?

No tengo nada en contra de las escuelas y talleres de escritura. Entiendo que los que quieren aprender a escribir se acerquen a las aulas para ello, como con cualquier otra cosa. Pero yo nunca lo he hecho. Nunca he querido. Yo pienso que todo lo que de verdad cala en uno es lo que se aprende de manera autodidacta. Lo que se aprende en soledad, como puedas. Francisco Umbral opinaba lo mismo. A escribir se aprende leyendo y escribiendo, escribiendo mucho, y tirando muchos papeles a la papelera. Y viendo cine, teatro, arte. Y relacionándote con ciertas personas. Y viviendo. Escribir es aprender a borrar. Escribir es aprender a escribir solo lo necesario y lo que funciona. Es un largo y difícil recorrido de aprendizaje, y por eso está lleno de espinas y de caídas, pero de las que hay que levantarse para seguir adelante con lo aprendido. Es un oficio muy vocacional. Tanto largo recorrido formando tu músculo como escritor, solo puede llevarlo a cabo quien tenga una auténtica vocación.

 

¿Cuál de tus obras te ha costado más escribir?

He publicado ya once libros en distintos géneros y he participado en más de diez antologías de relato y poesía. Quizá la que más me ha costado fue la primera, mi ópera prima el poemario Es Mejor el Sueño, que se publicó en 2007, cuando había cumplido 32 años. Hasta publicarlo, pasé muchos años perfeccionando mi estilo y mi oficio, borrando mucho y tirando mucho a la papelera. Escribir ese mi primer libro me costó diez u once años, hasta que comprobé que lo que tenía entre manos ya tenía una cierta madurez y me decidí a publicar. 

©Jorge Alonso Curiel

¿Y cuál la que menos?

Después de aquella primera, el resto ha sido un duro trabajo, pero dentro del esfuerzo que se esperaba. Escribir siempre ha sido para mí una mezcla de preocupación y dolor, pero también de placer inmenso. Una rara mezcla, sí.

 

¿Cómo se te ocurrió escribir Media Hora (Apache Libros), tu libro de relatos eróticos y canallas?

Media Hora no fue algo nuevo para mí. Años antes, en 2012, la editorial neoyorquina Babel Books Inc., con la que tenía contrato en exclusiva, me encargó un libro de relatos que mezclase lo erótico con el humor. Al principio no supe cómo encararlo, pero encontré el tono y escribí Tu Mejor Pecado, un libro que me gustó hacerlo y que creo, pasado el tiempo, que no está mal del todo. Tuvo buena acogida en Estados Unidos, algo menos en España, y a partir de esa experiencia, no he dejado nunca de escribir relatos eróticos con mucho humor. Y en 2018, la editorial madrileña Apache Libros me dijo que quería publicar algo erótico, algo arriesgado, y les presenté el libro que había formado con todos los relatos escritos en esos años. Y les gustó. Y es un libro del que me siento orgulloso porque es un grito de libertad y un grito también de alerta contra esa lacra que nos ahoga que es "lo políticamente correcto". Son relatos llenos de humor, libertad y placer por narrar.

 

¿Hay algo de autobiográfico en él?

No especialmente. Hay el trasunto de alguna mujer que conocí, algún hombre con el que me topé, alguna situación soñada, quizá algún deseo, pero en definitiva es pura ficción. El poeta Ángel González decía que nada de lo que aparece en un libro es autobiográfico, a no ser de que sean unas memorias, y aun así también se miente y se ficciona; pero que es cierto que es autobiográfico en el sentido de que uno es el que escribe el libro, y en él se descubren unos temas y una mirada que, obviamente, al escritor le interesa, forman parte de él.

 

¿Cuánto has tardado en recopilar la buena cantidad de textos que componen este libro?

Lo componen 67 relatos, unos más largos que otros. Hay una mezcla de relato corto y microrrelato. Como decía antes, los escribí mientras escribía otros libros y otros asuntos, desde 2012 hasta 2018. La verdad es que podía haber publicado en él otros veinte textos más, pero el editor prefirió dejar el libro en esas 212 páginas que tiene. O sea, que tengo más relatos para otro libro que quizá se publique; aquellos que no se añadieron y otros más que he escrito en estos tres años desde 2018.

 

¿Qué esperas que los lectores encuentren en Media Hora?

En primer lugar, diversión, entretenimiento, un territorio para pasarlo bien con la mezcla de humor y sexo, que hacen una buena pareja. Y también, y como en el libro hay tantas cosas, varios niveles de lectura, momentos para la reflexión. Bajo la imagen quizá frívola y lúdica e incluso demasiado sexual, en el libro se tratan temas que me interesan mucho como son el amor, el desamor o la soledad y la incomunicación del hombre contemporáneo. Un libro, en definitiva, que espero que no deje indiferente, y al menos eso ha conseguido en todos aquellos lectores que me han hecho llegar su opinión.

 ©Jorge Alonso Curiel.

Tu último libro publicado es el poemario Las manos del sueño (Ediciones Vitruvio). ¿Qué puedes contarnos de este libro?

Es mi undécimo libro publicado, y es el tercer poemario. Los otros dos poemarios fueron Es Mejor el Sueño (Babel Books. Inc.), en 2007; y Reflejos en el cristal cotidiano (Playa de Ákaba), en 2016. Las manos del sueño incide un poco más en los temas que me preocupan como son, entre otros, las complejas relaciones humanas, el amor, el desamor, el inexorable paso del tiempo, el doloroso paso a las diferentes edades vitales, la fatídica importancia que tiene el pasado y el recuerdo en nosotros y, como decía antes, la soledad y la incomunicación del hombre contemporáneo. Y continúo en él apostando por un estilo de línea clara, sencillo, cercano, coloquial, sin retórica inextricable, porque escribo para todos los lectores y no en concreto para ninguna élite. Mi literatura va dirigida a todo tipo de lectores, ya que tengo mucho respeto por ellos.

 

¿Ha cambiado la pandemia tus hábitos de escritor?


Durante la pasada cuarentena de la primavera de 2020 creí que, al no poder salir de casa, era casi un sueño hecho realidad (y que se me entienda la expresión), ya que los escritores siempre buscamos el confinamiento y estar aislados para escribir todo lo que queremos sin que nada ni nadie nos moleste. Pero fue difícil porque echaba de menos el caminar unas horas durante el día, y además las noticias que llegaban del desastre que estaba haciendo la pandemia en todo el mundo, hacía flaquear mi ánimo. Fue un poco complicado escribir en aquella situación, pero a pesar de ello y con mucho esfuerzo, escribí bastante, todo lo que tenía planeado, como artículos periodísticos, relatos, poemas y la conclusión de una novela. Tras aquel confinamiento, todo ha vuelto a la normalidad en cuanto a mis hábitos de escribir y de escritor, y no paro de hacerlo.

 

¿Te gustaría añadir algo antes de terminar esta entrevista?

Darte las gracias, Cristina, por tu amabilidad, y por tu pasión y dedicación en tu estupendo espacio La Orilla de las Letras; es admirable y te animo a seguir acercando la literatura a la gente, este arte que tanto nos regala a todos. También quería decir que seguiré escribiendo, disfrutando de ello, porque es mi vocación y mi camino, y quizá porque no sé hacer otra cosa mejor. Y que pronto publicaré un nuevo libro; en este caso la novela que cité antes y que espero que guste a muchos lectores.

 

Muchas gracias a ti, Jorge, por tu tiempo, tus respuestas y tus fotos personales. Desde luego, no dejes nunca de escribir y sorprendernos con tus escritos. ¡Suerte con todos ellos!

Y a vosotros, amigos, muchas gracias por estar ahí otro día más.

Cristina Monteoliva