Existen, a mi parecer,
dos tipos de apasionados del relato gótico: aquellos que solo quieren saber de
aquello que se escribió antes del siglo XX y no dejan de releer a los clásicos;
y los que (y en ellos me incluyo) siempre buscan nuevas historias oscuras,
originales y frescas. A estos últimos recomiendo Las voladoras, el nuevo libro de relatos breves de Mónica Ojeda. ¿Qué
quieres saber de qué va el volumen antes de decidirte por él? Entonces no
tienes más que seguir leyendo este artículo. ¿Preparados? ¡Pues comenzamos!
Las voladoras
es una obra compuesta por ocho relatos breves, de extensión variable, que
podríamos calificar, aunque algunas de sus historias tengan lugar en ciudades y
no en la montaña, de gótico andinos desde un punto de vista fundamentalmente
femenino. Si bien cada cuento nos ofrece una experiencia lectora distinta, podemos
decir que todos ellos guardan relación precisamente por ese aire sombrío, esa
parte de fantasía oscura que irrumpe en el mundo real, la pasión por la sangre
de algunos de sus personajes, las brujas, la aparición de cóndores sobrevolando
la acción en cualquier momento o la prosa cercana, a veces un tanto confusa por
ser puro pensamiento de sus personajes, claramente poética en muchas otras
ocasiones. Estos y otros asuntos que tienen estos cuentos en común los veremos
en los siguientes párrafos, cuando hablemos brevemente de cada una de las
piezas del volumen.
El
libro comienza con la pieza que le da título a todo el volumen, Las voladoras, un relato claramente
fantástico en el que una familia ha de convivir de forma más o menos insana con
una bruja mitad animal. También de brujas, pero más reales que fantásticas, pues
en él se habla de la existencia de las mujeres de una misma familia que
realizan abortos ilegales y ciertos conjuros, habla Sangre coagulada, el segundo de los relatos.
Las voladoras
y Sangre coagulada son relatos hasta
cierto punto macabros en los que se trata, de distinta manera, el tema del maltrato
dentro del ámbito familiar. Estos temas, de forma aún más patentes, se encuentran
en Cabeza voladora, una historia,
también de brujas, en la que su protagonista se encuentra con la cabeza cortada
de una vecina adolescente, lo que hace que se obsesione hasta prácticamente la
locura.
El
maltrato también aparece en Caninos,
esta vez de parte de una madre y una hija a un hombre desvalido, el marido y
padre, y a la otra hija, distinta a las otras dos mujeres de la familia. Será esta
segunda nuestra protagonista obsesionada con la dentadura postiza de su padre
muerto.
Las
relaciones familiares es un tema muy presente en los anteriores relatos. En Slasher, sin embargo, vamos un poco más
allá al encontrarnos con dos gemelas expertas en los espectáculos de ruido,
donde una de ellas, harta de la otra, solo piensa en cómo hacerle daño físico a
su igual de la forma más cruel posible.
Los
cóndores que aparecen de forma fantástica, las catástrofes (algunas, naturales)
y las montañas son elementos esenciales de los relatos Soroche, una historia en la que nos encontramos con cuatro amigas
bien distintas y donde vemos cómo una decide saltar de una montaña cuando iban
de excursión, motivada por una gran humillación; Terremoto, un cuento en el que dos mujeres se aman en medio de la
catástrofe hasta que la misma catástrofe las alcanza; y El mundo de arriba y el mundo de abajo, una historia donde el brujo
es un hombre, el mismo que intenta por todos los medios resucitar a su hija
muerta.
Las voladoras,
en definitiva, es un excelente volumen de cuentos incapaz de dejar indiferente
a ningún lector, mucho menos si el que se adentra en él es un amante de lo
fantástico. Un libro único en el que el término gótico cobra un nuevo sentido
gracias a sus ocho sorprendentes historias en las que la sangre, lo mágico y lo
oscuro están siempre muy presentes. Y tú, ¿a qué esperas para volar con sus
letras?
Cristina Monteoliva