¿Eres un apasionado de
las buenas historias de vaqueros? Historias de colonos, buenos, malos,
aventuras, desventuras y grandes pasiones. Pero, ¿y si el héroe no fuera
absolutamente bueno? ¿Crees que podrías empatizar con él? Nada mejor que leer una
novela genuinamente del Oeste para comprobarlo. Me refiero a Diario de los años del plomo, la obra de
Richard Matheson ganadora del Premio Spur de la que hablaremos en este artículo.
Una
vez acabada la Guerra de Secesión, Clay Halser vuelve a su pueblo natal, Pine
Grove, sin saber que jamás podrá casarse con la chica de sus sueños, Mary Jane.
Y es que lo que comenzara como una simple partida de póker acabaría con la
muerte accidental de un hombre y la irremediable huida hacia el Oeste de
nuestro muchacho. Halser pasaría toda una década recorriendo varios estados y ocupando
distintos puestos de trabajo en ellos. El que estuviera a punto de ser ahorcado
en su pueblo pasaría a convertirse, con el tiempo, en un legendario marshal preocupado por mantener a raya a
cuatreros y caciques. La cuestión es: ¿dónde acaba el hombre y empieza la
leyenda?
Esta
es la historia de Clay Halser, un personaje que se inspira en la figura real de
Will Bill Hickok, quien aparecerá a lo largo de la trama solo de forma
testimonial. Clay Halser es amigo del reportero Frank Leslie, un tipo serio
preocupado por conocer al hombre que se esconde tras la leyenda del marshal del Oeste. Tras la repentina y
absurda muerte de Halser, Frank Leslie se ocupará de revisar los cuadernos de
Halser (nuestro hombre empezaría a escribirlos durante la guerra; el primero de
sus cuadernos lo encontraría entre las pertenencias de un soldado confederado)
con el fin de ofrecer al lector los pasajes más interesantes de los mismos,
aquellos que nos dan a conocer no solo las aventuras más emocionantes vividas
por el marshal, precisamente las que
le convirtieron en un mito, sino también la verdadera naturaleza de un ser
humano imperfecto, sensible y atormentado por sus circunstancias. A menudo,
Leslie ha de intervenir para resumir partes de los diarios de Halser o aclarar
ciertos asuntos, como la distorsión que existía entre lo que se contaba sobre
nuestro hombre en los periódicos y lo que pasaría en realidad.
Los
mejores personajes no son ni buenos ni malos, sino una mezcla de ambas cosas. Así,
como pronto veremos, Halser es un tipo capaz de cometer grandes actos, pero
también de hacer todo lo contrario. En unos momentos de su vida, fue forajido;
en otros, fue un héroe. En todos, sin embargo, fue el mismo hombre: un chico
que, buscándose a sí mismo, acabó por perderse del todo.
Son
muchos los actores secundarios con los que Halser se encontrará a lo largo de
estas páginas. Algunos le harán ir por el buen camino; otros, por el malo. De
todos ellos, me gustaría hablar de los personajes femeninos y de la relación
que nuestro supuesto héroe tiene con las féminas. Estas mujeres serán tres. En
primer lugar nos encontramos con Mary Jane, la idolatrada por Halser y la mujer
que nunca pudo ser su esposa por cosas del destino. A pesar del poco trato que
Halser tuvo con ella, de vez en cuando sus pensamientos le llevan a recordarla,
a lo que pudo haber sido y no fue.
En
segundo lugar tenemos a Hazel, una chica de circo con la que Hasel mantiene un
intermitente romance más sexual que sentimental que no puede acabar bien.
Por
último, nos encontramos a Anne, la madre de la hija de Hasel y la que por un
tiempo fuera su esposa, una mujer con la que todo empezó mal por otra de
aquellas emocionantes aventuras, esta relacionada con el padre de la dama.
Diario de los años del plomo,
en definitiva, es una genuina novela del Oeste llena de emboscadas, tiroteos y
asesinatos, de grandes villanos, damas en apuros y héroes que en realidad son
muy humanos. Una historia sin duda cargada de aventuras que proporcionará a sus
lectores grandes dosis de emoción, como no podía ser de otra manera. Y tú, ¿a
qué esperas para poner rumbo con tu caballo hacia el más salvaje de los
territorios en la más terrible de las épocas?
Cristina Monteoliva