Antaño (y todavía, en
cierta medida, hoy en día), los pueblos estaban llenos de motes. Apodos que
hablaban que correspondían a la profesión del que lo llevaba, a una anécdota, a
cualquier cosa. Algunos de ellos no se entienden hoy en día porque hacen
alusión a usos y costumbres que ya no existen. Por ejemplo, si os digo que en
Asturias había niños de humo, ¿qué me diríais vosotros al respecto? Bueno, yo
os digo que para entender esto lo mejor es leer Los niños de humo, el libro de relatos escritos por Aitana Castaño
e ilustrados por Alfonso Zapico, y que comentaremos en este artículo.
Si
bien la minería no tiene hoy día en el norte de España la importancia que sí que
tuvo a lo largo del siglo XX, todavía la memoria colectiva recuerda aquellos
años en los que todo el mundo en los pueblos de la cuenca minera asturiana
estaba ligado al carbón, de una u otra manera. Aitana Castaño, conocedora de
estas historias que giran alrededor de la mina y consciente de que en unos
pocos años ya no quedará nadie que hable de ellas, decidió, un buen día,
recopilar en este libro treinta y siete de ellas. Estas historias, que se nos
presentan en forma de relato breve, tienen mucho de verdad, aunque también, en
algunas ocasiones, un tanto de ficción. En todo caso, todas ellas no solo
homenajean a los habitantes de un mundo que ya no existe, sino que también
dejan constancia de lo dura y sacrificada que fue esa vida, y de las alegrías y
las penas que aquellas gentes pudieron vivir.
Fusilados
en la guerra cuyos cadáveres sus familiares buscan muchos años después,
fantasmas, amores que parecen imposibles, accidentes que acaban en anécdotas
más o menos divertidas, trágicos accidentes, aventuras de niños... Como
comprenderéis, un libro con tantos relatos da para muchas historias, todas
ellas interesantes, que nos acercan al universo de la mina de forma amena y
entrañable. Historias que no tienen que ver, a veces, las unas con las otras;
mientras que, en otras ocasiones, se entrelazan entre ellas para hacernos vivir
un crisol de experiencias.
El
habla asturiana tiene sus particularidades, de ahí que los textos estén salpicados
de términos que encontramos explicados casi al final de este volumen (si bien
algunos de ellos se entienden nada más verlos).
Este
es un libro con un gran número de ilustraciones, imágenes en blanco y negro que
nos acercan, con su simpatía y naturalidad, aún más al universo de las minas
asturianas. Imposible imaginar este libro sin ellas.
Y
al final, ¿qué es eso de los niños del humo? Pues simplemente la forma en la
que la gente denominaba a los niños de la cuenca minera, todos ellos
impregnados del característico olor del humo de locomotoras, tubos de escape,
chimeneas… El libro le debe su nombre, por cierto, al último relato de este
libro, una historia que nos demuestra que las clases sociales no existen cuando
los niños quieren ser amigos de verdad.
Los niños del humo,
en definitiva, es un interesante libro con el que conocer la crudeza del mundo
minero asturiano, pero también todo lo bueno que dejó una época llena de
anécdotas no solo trágicas, pues también, como siempre en la vida, hubo otras
curiosas y divertidas. Una obra que nos demuestra que siempre hay formas
creativas y entretenidas de narrar. Y tú, ¿a qué esperas a conocer a los
auténticos niños del humo?
Cristina Monteoliva