Título: La espada
del diablo
Autor: Mariano
F. Urresti
Publica: Editorial
Almuzara
Páginas: 512
Precio: 25 €
La Orden del Temple,
disuelta hace siglos, nos parece a día de hoy una organización religiosa no
solo legendaria y, hasta cierto punto, romántica, sino también algo
tremendamente misterioso. No es para menos, ya que los enigmas que giran en
torno a ella son todavía numerosos. Pero, ¿y si además os dijera que podría haber
otra orden dentro del Temple aún más misterioso? La Orden de Sión, una
organización que conoceréis gracias a uno de sus integrantes, William de
Yorkshire, en la novela histórica de Mariano F. Urresti, La espada del diablo. Precisamente el libro que comentaremos a
continuación.
Tras
la muerte de su esposa, el padre de William de Yorkshire dejará al más pequeño
de sus tres hijos al cargo de los monjes de un monasterio. Con el tiempo, el
avispado y arrogante muchacho se convertirá en un caballero templario y, más tarde,
en un integrante de la Orden de Sión, una organización secreta templaria, además
de en un magnífico investigador capaz de resolver todos los misterios que se le
ponen por delante a lo largo de su vida, que no serán pocos. El último de ellos
le llevará no solo a conocer a sus dos hermanos mayores, sino también a
averiguar quién es el culpable de los asesinatos de algunos de los abades de
los siete monasterios, desde Irlanda hasta Tierra Santa, que conforman la
Espada del ángel (ya que se supone que están construidos sobre el tajo que la
espada del arcángel dio en La Tierra durante su enfrentamiento con el diablo).
Por
otro lado, tenemos a Jacques de Autier, el resentido hijo de una valerosa cátara que ha
sido criado en el mismo credo. Tras numerosos avatares, su sed de justicia
llevará a Jacques más allá de los territorios occitanos en Francia en busca de
un destino que al final resultará incierto. Aunque, ¿y si hubiera alguna forma
de conseguir lo que siempre ha anhelado?
Los
templarios desaparecieron hace siglos, dejando muchas cuestiones en el aire, lo
que les hace personajes ideales para un sinfín de novelas de corte histórico,
como esta, larga y compleja, que hoy comentamos. Digo que es compleja puesto
que en ella encontraremos varias subtramas que se entrelazan. Unas conviven en
el tiempo, otras confluyen en otras, de manera que al final acabamos teniendo
un emocionante retrato en movimiento del siglo XIII en Europa.
La
novela comienza con ese chico inteligente que acabará siendo templario y
miembro de la Orden de Sión, una organización que vela por tesoros y secretos
que los templarios corrientes no conocen, por un lado, y el empecinamiento de
Pedro II por conseguir conquistar unas tierras más allá de los Pirineos, las
mismas que han pertenecido hasta entonces a los cátaros, muy perseguidos por la
Iglesia Católica a principios del siglo XIII. Será en este momento cuando
conozcamos a Ysabela una mujer cátara cuyo hijo, Jacques, será decisivo, más
adelante, para entender la trama principal.
El
joven William va creciendo, desentrañando más misterios y guerreando en Tierra
Santa mientras Jacques descubre la existencia de un manuscrito sagrado. ¿Que
cómo llegan los destinos de William y de Jacques a cruzarse? Tendrás que leer
esta apasionante historia para descubrirlo.
La espada del diablo,
en definitiva, es una novela histórica en la que encontramos ciertos hechos
relacionados con el asedio al que los cátaros franceses se vieron sometidos por
sus diversos enemigos, las perfectas descripciones de los monasterios
construidos sobre la línea sagrada de San Miguel, personajes singulares muy
bien perfilados y un sinfín de hechos históricos, usos y costumbres que harán
que el lector se vean perfectamente imbuido en la época. Pero no solo eso, pues
esta es, además, una novela negra con cierto toque de fantasía relacionada con
el mundo de los templarios que nos hará permanecer intrigados hasta ese final
en el que por fin muchos de los misterios queden al descubierto. Dicho esto, ¿a
qué esperas para sumergirte en el mundo de los templarios del siglo XIII y
descubrir sus tesoros más sagrados?
Cristina Monteoliva
©
Cristina Monteoliva.