Título: El mapa
de los afectos
Autora: Ana
Merino
Publica:
Editorial Destino
Páginas: 224
Precio: 20 € / 8,99 €
¿Qué es para ti un
pueblo? ¿Un conjunto de casa y terrenos propiedad de unos cuantos individuos o tal
vez algo más? ¿Acaso pueblo no es también la relación que existe entre esos
individuos, el sentimiento de comunidad que nace y crece entre ellos? ¿Y no
merece la pena hablar de esas relaciones, de lo que hace que un pueblo tenga su
propio espíritu?, me pregunto tras la lectura de El mapa de los afectos, la novela de Ana Merino ganadora del Premio
Nadal 2020 que a continuación comentaremos.
Hay
historias a las que, por su complejidad, resulta difícil escribir una sinopsis.
De El mapa de los afectos podríamos
decir que todo comienza con un niño que espía a su maestra y a otro docente,
mayor que ella, en el bosque, en 2004. Mientras el chico descubre qué quiere
hacer en su vida, el tiempo pasa en el pequeño pueblo del Iowa rural (Estados
Unidos) en el que nace: asesinatos sin resolver, culpables que no lo son,
rencores, venganzas… Pero también acciones solidarias que hacen que muchos de
sus habitantes creen lazos especiales entre ellos. Con todos ellos llegaremos
hasta 2019, año en el que finaliza esta historia: la de sus personajes, tan
imperfectos como ricos en matices, y la de su pueblo.
Como
decía al comienzo de este artículo, todo pueblo tiene un espíritu que se
conforma por las relaciones que se establecen entre sus distintos habitantes a
lo largo del tiempo. En este pueblo del Iowa rural podemos encontrar un buen
número de sujetos que se relacionan entre sí de formas muy diversas: un chico,
Samuel, que no sabe lo que quiere hacer con su vida y tardará bastante tiempo
en descubrirlo; una maestra, Valeria, que después de tener un romance con un
maestro del mismo colegio mucho mayor que ella decide casarse repentinamente
con otro hombre al que dejará en su luna de miel en España; Tom, el maestro
veterano amante de los eclipses que quedó eclipsado para siempre por el
desamor; Greg, un vendedor de seguros que es encarcelado por un crimen que no
cometió; Lilian, una madre que nunca volvió a casa, lo que traumatizó no solo a
su marido, militar, sino también a sus hijos; Aurora, una directiva española a
la que su nuevo jefe hizo que se trasladara a la América rural; Gina, la esposa
dentista de Greg; Rita, una mujer amante del campo y los animales que ayudará
tanto a personas como a animales; Diana P., la hija de Rita, una mujer que se
siente desgraciada después de que alguien, en post de un falso feminismo, la
despidiera de su trabajo; Maggie Curtis, la mujer que dejó a un marido que no
quería; la señora Dolan, la dueña de la cafetería; la señora Claire, una mujer
tan religiosa como malvada a los ojos de sus parientes; Marcela Sánchez, la
inmigrante que ayudaba a la señora Claire; Irene, la sobrina de la señora
Claire que hubo de encargarse de sus restos cuando esta falleció; y otros
tantos personajes secundarios que dejaremos para que descubráis con esta
lectura.
Numerosos,
como veis son los personajes que encontramos en esta novela de prosa pausada y
lírica. También lo son los temas que subyacen en sus historias: el feminismo,
la concienciación ambiental, el sentido de pertenencia a un territorio, los
distintos traumas que sufren los soldados durante y después de una contienda
bélica, el amor, el desamor, los celos, la rabia, el rencor, el perdón… Asuntos,
muchos ellos de actualidad, aunque la mayoría sean atemporales, universales:
los que siempre nos darán que pensar.
El mapa de los afectos,
en definitiva, es una novela coral en apariencia sencilla, pues es apta para
todos los lectores; pero en realidad compleja, cargada de mensajes, de
sentimientos, de emociones. Una obra que nos hace entender no solo la unión
entre los habitantes de este pueblo de Iowa, sino también entre cualquier
persona con los otros integrantes de su comunidad. Una historia que no te
dejará indiferente, sin duda, así que, ¿a qué esperas para conocerla?
Cristina Monteoliva
©
Cristina Monteoliva.