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domingo, 5 de enero de 2020

Reseña: LA CASA HOLANDESA, de Ann Patchett.


Título: La Casa Holandesa
Autora: Ann Patchett
Traducción: Carmen Francí Ventosa
Publica: AdN Alianza de Novelas
Páginas: 392
Precio: 18 € / 9,99 € (ePub)

Los seres humanos somos capaces de obsesionarnos con gran diversidad de asuntos y cosas: la época del colegio o el instituto, el chico o la chica que alguien dejó escapar, el negocio que fue mal... O una casa. La casa en la que alguien creció y que, en algún momento, le fue arrebatada. Esta, la de su casa de la infancia de la que fueron expulsados bruscamente, es la obsesión de Maeve y Danny, los chicos de la interesante novela La Casa Holandesa, de Ann Patchett. Si quieres saber más sobre estos hermanos antes de decidirte a leer su historia de una vida, no tienes más que seguir leyendo esta reseña.
Cuando Danny tenía tres años y su hermana Maeve once, su madre se fue a La India para ayudar a los más necesitados. Nunca volvería a por sus hijos. La Casa Holandesa, la mansión que Cyril, su marido, le comprara a las afueras de Filadelfia con el dinero amasado en sus negocios inmobiliarios, se había convertido para ella en una auténtica pesadilla. Cinco años más tarde, aparecerá en la vida de la familia Andrea, una mujer que parece más enamorada de la casa que de Cyril. Si bien los niños nunca llegan a congeniar con la novia de su padre, la relación se agrava cuando el progenitor decide casarse con Andrea y esta lleva a vivir a sus dos hijas pequeñas a la mansión. La muerte de Cyril a causa de un infarto precipita la salida de Danny y Maeve de la casa. Durante toda su vida, Maeve soñará con volver a la mansión mientras Danny solo quiere dedicarse al negocio inmobiliario, como su difunto padre. ¿Podrán los chicos perdonar en algún momento a las personas que les hicieron daño en el pasado y volver, tal vez, a la Casa Holandesa?
Danny, el narrador y uno de los protagonistas de esta historia que cuenta la vida de una familia a lo largo de varias décadas, era un niño de apenas tres años de edad cuando su madre, Elna, decidió que la Casa Holandesa la asfixiaba y debía alejarse de ella para ocuparse de los más necesitados en La India. Maeve, sin embargo, ya tenía once años, por lo que no solo recordaría a su madre a la perfección, sino que el disgusto la haría contraer diabetes. Una vez recuperada de la crisis inicial, Maeve se encargaría de hacer de madre de Danny, si bien el chico también tendría el afecto de Sandy, el ama de llaves, y Jocelyn, la cocinera. Cyril, será un padre distante que, sin embargo, llevará a Danny todos los sábados a cobrar los alquileres de los inquilinos y hacer pequeños arreglos en los pisos alquilados.
Cyril le regaló la Casa Holandesa, llamada así porque sus primeros dueños eran holandeses, a Elna, su primera esposa. Será Andrea, la segunda, sin embargo, la que se enamore de la mansión, hasta el punto de llegar a echar a Danny y Maeve de la misma cuando Cyril muere. Danny, como veremos en la narración, conseguirá sobreponerse al trauma mientras que Maeve no dejará de pensar en la casa hasta el día de su muerte.
Los años pasan y vemos cómo los hermanos salen adelante. Danny llegará a casarse y tener hijos. Maeve, soltera, será feliz en su trabajo. De vez en cuando, ambos volverán a apostar el coche de Maeve ante la casa, a la espera de que algo suceda.
Si bien los personajes principales, Danny y Maeve, están muy bien dibujados en las páginas de esta novela, tampoco podemos desmerecer a los secundarios, todos ellos girando alrededor de ellos: Cyril, el padre que quiere a sus hijos a su manera particular; la fría Andrea y sus inocentes hijas, Norma y Bright; Fiona, más conocida como Peluche, la niñera que fue misteriosamente despedida; Sandy y Jocelyn, las hermanas y mujeres del servicio que tanto querían a los niños; Elna, esa madre que se fue para ayudar a los necesitados y de la que todo el mundo habla tan bien, a pesar de haber dejado atrás a sus hijos…
La Casa Holandesa, en definitiva, es una gran novela que nos habla sobre la alternancia de los ciclos de pobreza y riqueza en una familia, la fuerza de voluntad para salir delante de sus miembros más jóvenes, lo mucho que les dolía su pasado y la necesidad de perdonar a todos los que les hicieron daño. Esta historia, además, nos invita, gracias a las distintas versiones que los personajes ofrecen de los hechos del pasado, a reflexionar sobre lo que es verdad y lo que queremos que lo sea, y sobre todo aquello que, visto desde una perspectiva distinta, adquiere un significado diferente. Dicho esto, la pregunta es: ¿quedarás tú también embrujado por la Casa Holandesa una vez que te decidas por esta lectura?
Cristina Monteoliva


© Cristina Monteoliva.