Título: Las hijas de la tierra
Autora: Alaitz Leceaga
Publica: Ediciones B
Páginas: 564
Precio: 20,99 € / 9,99 € (eBook) /21,99 € (audiolibro)
La envidia, la ignorancia, la
superstición y los perjuicios de todo tipo han hecho que, a lo largo del tiempo
y del espacio, las gentes de los pueblos hayan afirmado tener, al menos, una
familia maldita entre ellos. ¿Cómo podrían convivir estas familias señaladas
con los otros habitantes del pueblo? ¿Conseguirían, en el pasado, hacer que los
otros desecharan sus pensamientos negativos para integrarles en la vida social?
¿Lo lograrán acaso las hermanas Beltrán-Velasco, las protagonistas de Las hijas de la tierra, la nueva novela
de Alaitz Leceaga? No voy a contestar a estas preguntas, pero si a contarte lo
que pueda sobre este libro en esta reseña.
Comienza el mes de
septiembre de 1889 en la finca de Las Urracas y las viñas de la finca siguen
tan dormidas como siempre. La que sí parece despertar aquel otoño en el que
todo empezará a cambiar para las hermanas de esa singular familia es Gloria, la
melliza y mayor de los vástagos junto a Rafael. Gloria siempre ha estado
sometida a Rafael y a su tía abuela Ángela mientras su padre, a menudo ausente,
miraba para otro lado. Cuando Gloria decide acercarse a Teresa y Verónica, sus
hermanas menores, Rafael enloquece de celos. Su hermano la quiere solo para él
y no para de decirle que, aunque suene imposible, cuando su padre muera, los
mellizos se casarán entre ellos y todo será de ambos. La aparición de una madre
que todos creían muerta desde hacía años dará luz a ciertos acontecimientos del
pasado y provocará desgracias nuevas. Las tres hermanas, todas pelirrojas y
peculiares, se encontrarán de pronto huérfanas y solas en la casa, lo que
propiciará que todo mejore en la finca. Aunque, ¿por cuánto tiempo?
¿Conseguirán las hermanas que sus enemigos las dejen ser felices?
Gloria, la narradora y
protagonista de esta historia que tiene lugar en el pueblo de San Dionisio y
alrededores, en La Rioja, desde 1889 en adelante, es una muchacha que siempre
ha vivido a merced de la voluntad de su hermano Rafael, un chico déspota y
ambicioso que hará todo lo posible por quedarse con la finca de Las Urracas.
Gracias, o por culpa, de las desavenencias que comienzan a separarle de su
hermano, Gloria deberá no solo ponerse al frente de la finca y conseguir, en el
futuro cercano, que por fin haya una producción de vino vendible, sino también
hacer que sus hermanas consigan tener una vida mínimamente feliz en un pueblo y
un tiempo que les son del todo adversos.
Gloria tendrá que
hacerse fuerte mientras descubre que Teresa, su hermana enamorada de la maestra
del pueblo, es una gran química y Verónica, la pequeña de la saga y genio del
piano, tal vez no tenga un trastorno mental grave, como todos creen.
El mayor enemigo a
vencer, como digo, ha sido criado junto a las pelirrojas de Las Urracas.
Rafael, el que fuera hermano mayor de la casa, pronto se convierte en el hombre
que quiere quitar todo a las mujeres. Pero no será el único: en el pueblo
también hay otros que codician hacerse con la finca de las hermanas y conservar
el status quo. Menos mal que las
hermanas cuentan con fuertes aliados, como los hermanos Denise y Vinicio, los
franceses que se convertirán en sus socios y puede que en algo más; Diana, la
mujer ciega que tanto sabe de viñas; Gabriela, la maestra del pueblo; y Miguel,
el misterioso desconocido que aparece un día en la finca para quedarse.
La trama principal y
todas las secundarias transcurren, como decía, a partir de 1889 y a lo largo de
varios años, lo que da al lector la oportunidad de conocer gran número de
sucesos interesantes en la vida de las Veltrán-Belasco: desaires, enamoramientos,
amistades, traiciones, etc. Y, por supuesto, el fin de la sequía y del
adormecimiento de las vides.
Las
hijas de la tierra, en definitiva, es una apasionante novela
llena de acción, emociones y misterios que navegan entre la realidad y la
fantasía. Una novela especialmente indicada para los lectores que gusten de las
tramas en las que las grandes sagas familiares que viven en casas sin duda
góticas y llenas de fantasmas (reales o no) pelean por lo que es suyo, las
mujeres se superan demostrando a los demás su fortaleza y al final todo el
mundo encuentra su sitio. Y tú: ¿te atreverás a viajar a la finca de Las
Urracas para conocer a las Veltrán-Belasco?
Cristina Monteoliva
©
Cristina Monteoliva.