Título: Las ratas del Titanic
Autor: Pedro M. Domene
Edita: Toromítico
Páginas: 125
Precio: 14 €
Ocurre a veces que, aunque un libro haya
tenido éxito hasta el punto de agotar sus ejemplares en librerías, la editorial
que lo publicara por primera vez no se encuentra en condiciones de realizar una
segunda edición para que la historia que contiene llegue a más lectores. Es
labor del autor entonces volver a probar suerte. Este ha sido el caso de Las
ratas del Titanic, la novela de Pedro M. Domene que ya reseñamos en La
Orilla de las Letras cuando se publicara por primera vez hace cuatro años, y
que nos llega ahora en una segunda edición gracias a Toromítico. Con motivo de
esta nueva edición volvemos a publicar también nosotros la reseña con ciertas
modificaciones al texto original. Atentos, que ahí vamos con nuestra vieja pero
nueva versión de la revisión de esta obra:
Los fondos marinos
están llenos de barcos que han naufragado en sus aguas a lo largo de toda la
historia. De muchos de estos pecios, poco se conoce; de otros, sin embargo,
tenemos datos hasta la saciedad, como el es el caso del Titanic. Sea como sea, siempre
es interesante leer una obra divulgativa y amena para informarse bien de lo que
pasó antes, durante y después de su hundimiento, como Las ratas del Titanic.
Miércoles, 10 de abril
de 1912. Los pasajeros van subiendo al Titanic dispuestos a pasar un agradable
viaje con destino final Nueva York. Así lo hacen también las ratas,
capitaneadas por Matt, un ejemplar joven pero valiente que hará todo lo posible
por que sus congéneres viajen en las mejores condiciones posibles. Durante el
viaje, Matt conocerá a un montón de nuevos amigos. Entre ellos se encuentran
Sam, la rata músico, los jóvenes Milly y Quim, y Kitty, una preciosa rata de
campo que no para de meterse en problemas. Aunque, ¿qué problema más grande
puede hacer que el inminente hundimiento del gran barco?
Según Las ratas del Titanic, el barco habría
salido de puerto el 10 de abril cargado tanto de personas como ratas. Las ratas
de esta historia harían cosas típicas de roedores; pero también otras más
propias de los humanos, como tocar instrumentos musicales, bailar o
maravillarse con los hermosos salones del barco.
Las ratas son unos
seres muy inquietos, siempre están moviéndose de un lado para otro para no ser
descubiertas. Esto favorece no solo que los lectores conozcan la totalidad del
gran barco, sino también todo lo que en él aconteció hasta el final del
naufragio. Esta es, sin duda, una forma entretenida y divertida de enseñar algo
de historia a los más jóvenes. O no tan jóvenes, pues para mí Las ratas del Titanic, más que una
novela infantil-juvenil, es lo que yo denomino una novela para todos los
públicos.
Los personajes están
muy bien perfilados. Entre ellos destacan Matt, el joven jefe ratuno, y Kitty,
la intrépida rata de campo. Los dos son muy diferentes, pero pronto se conocen
y empiezan a entenderse. La cuestión es: ¿sobrevivirán los dos al naufragio?
Las descripciones son
muy precisas, sin llegar a ser recargadas, hasta el punto de hacer que el
lector crea estar dentro del mítico barco durante la lectura.
Si hay algo que me
gusta especialmente de este libro es la narración en sí, amplia en vocabulario
y nada simplista. Una narración que dista mucho de la de otros libros que
parecen tratar a los jóvenes como seres incapaces de comprender ciertas cosas,
cuando hoy en día los niños y adolescentes están más espabilados que nunca.
Las
ratas del Titanic es, además, un libro ilustrado. Tanto
la portada como las ilustraciones interiores en blanco y negro corren a cargo
de Ernesto Lovera. Estas piezas, muy cuidadas y precisas, nos muestran a las
ratas efectuando acciones que vienen reflejadas en los capítulos, añadiendo
bajo cada una de ellas una frase que indica exactamente al momento en que se
refieren.
Las
ratas del Titanic, en definitiva, es una obra llena de
aventuras, amor ratonil y sucesos históricos reales relacionados con el Titanic
que nos proporciona una buena opción para aprender en poco rato qué pasó con el
aquel gran transatlántico mientras sigues a las ratas con sus cosas de
roedores. Una lectura muy recomendable para jóvenes curiosos o no tan jóvenes.
¿Te atreves a comprobarlo?
Cristina Monteoliva
©
Cristina Monteoliva.