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miércoles, 15 de mayo de 2019

Reseña: LA CASA DEL PÁRAMO, de Elizabeth Gaskel.


Título: La casa del Páramo
Autora: Elizabeth Gaskel
Traducción: Marta Salís
Editorial: Alba Editorial
Páginas: 192
Precio: 9,90 €


En los últimos cincuenta años el feminismo ha ido poco a poco avanzando en el reconocimiento de la igualdad real de la mujer y, sobre todo, en la toma de consciencia del trato injusto y desigual que sufre y ha sufrido la mujer tanto en el presente como a lo largo de la historia.  Muchas veces tendemos a quedarnos con la anécdota, más que entrar en el análisis profundo de la estructura sociocultural que ha perpetuado ese esquema.  Esa desigualdad es una costumbre tan arraigada que resulta difícil para muchos ser conscientes de las diferencias de trato que una mujer sufre desde la infancia. Queda mucho por hacer por la igualdad de géneros, por ello no está mal pensar de dónde venimos, en qué hemos mejorado y qué nos queda todavía por hacer y, de paso, recordar a los pioneros que comenzaron a plasmar y denunciar esa desigualdad.  La casa del páramo, de Elizabeth Gaskell, publicado en 1850, es una novela que trata de plasmar la realidad social de esa época y en la que podemos prestar especial atención a los valores en los que se educaba a la mujer.

         Maggie Browne, la protagonista de La casa del páramo, vive con su madre, con su hermano Edward y con su criada Nancy en una casa aislada de la ciudad.  Su padre, antiguo coadjutor de la ciudad, murió dejándolos con un cierto prestigio social pero sin grandes lujos. La obsesión de la señora Browne es que Edward prospere y que asiente su porvenir en una buena posición social y toda su vida gira en torno a ese deseo. Toda su vida y, por ende, la de su famlia. Vemos como Edward es educado en la ambición, la creencia de que es inteligente y capaz, en su deber de intentar escalar en pirámide social a cualquier precio o de, al menos, aparentarlo. Sin embargo Maggie está educada en la creencia de que su vida no es importante. La fe, el compromiso, la abnegación y el servilismo son las virtudes de una buena mujer y eso incluye sacrificarlo todo en pos de ayudar a su hermano. Su máxima aspiración será casarse con alguien de buena posición, pero incluso en eso debe anteponer los intereses de su familia y de su hermano a los suyos. Eso se pone en evidencia cuando el señor Buxton invita a la familia Browne a su casa. Parece la oportunidad perfecta para que Edward entre en contacto con el terrateniente del lugar. Mientras Edward trata de expresar sus ambiciones al señor Buxton, tanto la frágil y enferma señora Buxton como su hijo Frank quedan encandilados con la personalidad de Maggie que, a partir de entonces, visita con regularidad la casa de los Buxton por expreso deseo de la señora. Nada de esto tiene especial valor para su madre, que sigue tratándola como si cualquiera de sus aspiraciones estuviera subordinada a las necesidades y deseos de su hermano. Incluso cuando Edward marcha a estudiar a la gran ciudad, la vida de la familia sigue girando en torno a sus ambiciones y caprichos. Cuando Maggie se compromete con Frank Buxton la interferencia de Edward sobre la vida de su hermana cobra tintes dramáticos. 
En La casa del páramo, Elizabeth Gaskel hace sobre todo un retrato de las relaciones sociales de su época. Retrata la rigidez de una sociedad que antepone la ambición y el dinero por encima de cualquier otra cosa. Por supuesto que tiene sus excepciones y en medio de esa lucha de poder pueden verse personas que tratan de actuar en conciencia y por verdadero amor.
Esta novela corta, publicada en su origen como cuento de navidad, puede leerse desde distintos ángulos, pero lo que está claro es que puede servir para evidenciar la forma en que las posibilidades de la mujer eran limitadas ya desde la más tierna infancia, y procurar que eso no siga sucediendo.
Sergio M. Planas


© Sergio M. Planas.