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martes, 20 de noviembre de 2018

Reseña: UN PIE EN EL PARAÍSO, de Ron Rash.


Título: Un pie en el paraíso
Autor: Ron Rash
Traducción: Pablo González-Nuevo
Publica: Editorial Siruela
Páginas: 232
Precio: 19,95 € / 9,99 € (ePub)

Todo cambia, nada perdura tal y como lo conocemos en un momento dado. Nos agarramos a ciertas rutinas y ciertas posesiones pensando que podremos conservarlas para siempre. Sin embargo, lo inesperado llega y nos arrebata aquello a lo que nos aferrábamos. Bienes materiales o lugares que, a veces, pertenecieron a otros anteriormente. El destino parece hacer justicia entonces, pienso, entre otras muchas cosas, tras la lectura de Un pie en el paraíso, la novela de Ron Rash de la que hoy os vengo a hablar.
Will Alexander es un veterano de guerra y sheriff del condado de Oconee, en Carolina del Sur. Estamos en agosto de 1952 y todo el mundo habla de la terrible sequía que está acabando con las cosechas y de qué será del lugar cuando Carolina Power, una importante compañía eléctrica, expropie a los granjeros para, una vez construida una gran presa, inundar todo el valle. Poco después de tener que ir a mediar en un altercado en el que ha participado Holland Winchester, también veterano de guerra, el sheriff Alexander ha de acudir a la llamada de la madre del problemático joven. Holland ha desaparecido y su madre está segura de que Billy Holcombe, su vecino, le ha asesinado por algo que tiene que ver con la mujer del granjero. Poco puede imaginar entonces el sheriff que al acudir a la casa de Billy no solo se encontrará con una feliz pareja que espera su primer hijo, sino también con un misterio que tal vez nunca llegue a resolver.
Esta es la historia de un condado, el de Ocanee, que un día fue arrebatado a sus legítimos pobladores, los nativos norteamericanos, por los colonos llegados de Europa. De aquellos nativos solo quedan ciertos vestigios, que salen a la luz cuando alguien cava un agujero buscando un cadáver, por ejemplo, y el amor por la exuberante naturaleza que de ellos heredaron algunos de los nuevos pobladores. Paradojas del destino, los granjeros blancos serán pronto desalojados del lugar pues una potente compañía ha construido una presa. Cuando el agua lo anegue todo, ¿qué será de los vivos y de los espíritus de los muertos?
Dentro de la gran historia de Ocanee se desarrolla otra igual de interesante: la extraña desaparición de Holland Winchester. Desde el principio sabemos que el joven está muerte pero, ¿qué es lo que le pasó exactamente? ¿Fueron sus vecinos quiénes acabaron con él? Y si esto es así, ¿qué pasó con su cadáver?
Para responder a todas las anteriores preguntas, y muchas otras, tenemos a los personajes y a la vez narradores de esta novela que nos sumerge en el mundo rural del sur de los Estados Unidos de mediados del siglo pasado: el sheriff Alexander, un hombre atormentado por cómo cambió su relación con Janice, su mujer, después de que esta sufriera un aborto que la incapacitó para ser madre, además de por la que mantiene con su padre y su hermano; Amy, la joven que haría cualquier cosa por tener un hijo para que la gente dejara de atormentarla con sus habladurías; Billy, el granjero que de pequeño sufrió la polio y el mismo que haría lo que fuera por conservar a su mujer; Isaac, el hijo que con el tiempo tendrían Billy y Amy, crecería y justo antes de ir a la universidad descubriría la verdad; y el ayudante del sheriff y encargado de rematar esta tormentosa trama.
Un pie en el paraíso es una original novela negra cargada de sentimientos y enseñanzas que nos da a conocer cómo era Carolina del Sur, en especial su esfera rural, a mediados del siglo XX. Una historia escrita con un estilo potente en la que sus distintas voces no pueden hacer más que enriquecerla, y una obra que nos hará amar la naturaleza y darnos cuenta de lo efímero que es todo lo que creemos poseer y nos rodea. Un libro sobre el amor, la muerte y la redención que está esperando a que te adentres en sus frondosas páginas, como frondosa es la foresta. ¿Te atreves a descubrir qué pasó con Holland Winchester?
Cristina Monteoliva


© Cristina Monteoliva.