Título: Los Buenos
Autora: Hannah Kent
Traducción: Laura Vidal
Publica: Alba Editorial
Páginas: 432
Precio: 19,90 €
Aunque la ciencia avanza y los progresos
tecnológicos no cesan, aún hay hoy en día cuestiones que no podemos explicar. Y
si a veces nos angustiamos por esas cosas que no conseguimos que nadie nos
explique, ¿cómo sería vivir hace un par de siglos, cuando todo era mucho más
rudimentario y la medicina estaba en
pañales? Entonces, la gente se aferrada a cualquier creencia o superstición ante la enfermedad.
Aunque algunos casos cueste más entenderlos que otros, pienso tras la lectura
de Los Buenos, la magnífica e intensa
novela de Hannah Kent a la que dedico esta reseña.
Tras la repentina
muerte de su marido, Martin, Nóra se queda sola en su pequeña granja junto a su
nieto, Micheál. Su hija falleció no hace mucho y su yerno le trajo al niño a
los abuelos para que se hicieran cargo de él. El que fuera un par de años atrás
un chico normal es, sin embargo, a los cuatro años de edad, un ser que no se
comunica y no camina. Angustiada ante la idea de tener que cuidarlo y atender a
la casa al mismo tiempo, Nóra decide contratar a una chica de catorce años,
Mary Clifford, para que la ayude. A pesar de los esfuerzos de la muchacha, el
chico no parece evolucionar de forma positiva, por lo que Nóra acude al
sacerdote local. Cuando este se niega a ver al niño, la viuda pone el caso de
su nieto en manos de Nance Roche, la curandera que afirma estar en contacto de
los Buenos, es decir, los duendes y las hadas. Convencidas curandera y viuda de
que los Buenos han cambiado al auténtico niño por un duende, comienzan su plan
para deshacerse del impostor.
La acción se sitúa
entre los años 1825 y 1826, coincidiendo con una época de hambruna, en un valle
irlandés en el que las creencias católicas conviven con un sinfín de
supersticiones paganas que hacen que los lugareños tengan que hacer a diario esto
o lo otro para invocar a la buena suerte y espantar al mal de ojo. En un
ambiente como este no es de extrañar que exista una curandera que diga escuchar
a los duendes y a las hadas y que sepa de remedios que los médicos ignoran.
Tampoco que haya gente que acuda a ella. Y menos que una mujer desesperada al
encontrarse con que su único nieto no es un niño como todos los demás acuda a
esta curandera con el fin de volver sano al crío.
Lo que cuesta entender
es lo que viene después y el desenlace final. O, al menos, a mí me cuesta. Y,
sin embargo, así tuvo que ser, pues la autora de Los Buenos, Hannah Kent se ha basado en hechos reales a la hora de
tejer la trama de esta historia con tintes costumbristas que nos hace
adentrarnos en una Irlanda empobrecida y supersticiosa donde Jesucristo y los
duendes podían habitar en una misma casa.
Los paisajes y
personajes con sus motivaciones, tanto los principales como los secundarios,
están perfectamente perfilados, de forma que resulta muy fácil imaginarlos en
su ambiente. De todos ellos mi favorito es Mary, esa pobre chica que cuida al
niño, pues solo ella llega a entender, a pesar de su corta edad y su
inexperiencia en la vida, qué es lo que está pasando, hasta qué punto llega la
locura de las otras dos mujeres y lo poco que ella puede, al final, hacer al
respecto.
Los
Buenos, en definitiva, es una absorbente novela que nos
transporta a la Irlanda rural del siglo XIX para darnos a conocer cómo podría
haber tenido lugar un terrible hecho real. Una obra excelente para conocer las
costumbres de la época y las motivaciones de los habitantes del valle. Pero
también una inquietante y oscura historia que nos hará reflexionar sobre temas
como las creencias populares, el cansancio que acumulan día tras día las
personas que cuidan de familiares con discapacidades graves y en si se debe
considerar infanticidio o no ciertos casos. Un libro, sin duda, que no
deberíais dejar escapar, no vaya a ser que si lo hacéis, los duendes vengan a
por vosotros. ¿A qué esperáis para comenzar la lectura?
Cristina Monteoliva