Título: Tess de los d´Urberville
Autor: Thomas Hardy
Traducción: Catalina Martínez
Muñoz
Publica: Alba Editorial
Páginas: 480
Precio: 28 €
Hay personas con un alto sentido de la moral.
Para ellas, hay cosas que están muy mal y cosas que están muy bien, y las
personas que las hacen son, respectivamente, muy malas o muy buenas. Si una
persona hasta entonces buena comete un error, estas personas con tal altos
valores morales dirán que ya son malas para siempre. Los puntos intermedios no
existen, y de nada vale pedirles que miren caso por caso antes de opinar. Pensando
en este tipo de personas, pero de la época victoriana, escribió Thomas Hardy
una magnífica obra. Esta no es otra que Tess
de los d´Urberville, la novela de la que os hablo a continuación.
La vida de John
Durbeyfield, conocido holgazán y alcohólico de la aldea de Marlott, cambia para
siempre el día que descubre que su apellido es una deformación de d´Urberville.
Supuestamente, John desciende de un noble y viejo linaje que se extinguió hace
años, al igual que sus riquezas. Convencido de que se puede sacar algo
provechoso de este descubrimiento, John y su esposa animan a la mayor de sus
numerosos hijos, la joven Tess, a visitar a unos parientes lejanos que viven a unos
kilómetros de su casa. Los parientes, en realidad, no son tales, pues el rico
dueño de las tierras y la casa a la que llega Tess, ya fallecido, acuñó el
apellido como propio no mucho tiempo atrás. En la casa, Tess se encontrará con
un puesto de trabajo relativamente sencillo de desempeñar, una viuda ciega
obsesionada con las aves y su hijo, Alec, un joven seductor que no tardará en
echarle el ojo a la hija mayor de John. Aquello que le ocurre a Tess mientras
trabaja para los falsos d´Uberville marcará para siempre su vida,
convirtiéndola en una auténtica pesadilla.
Tess, la hija mayor de
John Durbeyfield es una chica trabajadora e inteligente, aunque también muy inocente,
dispuesta a hacer cualquier cosa por ayudar a sus padres y sus hermanos. Prácticamente
empujada por sus progenitores, viajará hasta la casa de unos supuestos
familiares lejanos. Allí se verá acosada por Alec, el hijo de la viuda dueña
del lugar. Demasiado joven para conocer el mundo, Tess acabará siendo víctima
del primo lejano, lo que, sin lugar a duda, dejará una mancha muy negra en su
expediente moral. Pero aunque Tess está dispuesta a quedarse soltera, pronto el
amor se cruza en su camino. ¿Será posible que la joven pueda por fin ser feliz
con el hombre al que quiere?
El narrador de esta
historia no es una voz cualquiera: es la de alguien que conoce la moral de su
época y los claros prejuicios que la gente de su tiempo tiene a la hora de
juzgar a los demás. Intentando remover las conciencias de sus semejantes,
gracias a un experimento tan literario como sociológico, esta voz nos cuenta la
historia de una muchacha desgraciada. Esta muchacha, pobre pero inteligente,
voluntariosa pero inocente, comete lo que a la vista de todos podría ser una
falta grave. El narrador intentará que reflexionemos sobre su posición en cada
momento, de lo que hace y lo que no hace, de si acaso podría una chica como
ella hacer algo para impedir que ese hecho oscuro tuviera lugar en su vida.
Asimismo, nos hace preguntarnos, con consternación, si a un hombre en su misma
situación, en su época, se la juzgaría de la misma manera.
Tess
de los d´Urberville es, sin lugar a dudas, una gran novela,
tanto por su prosa, que nos transporta fácilmente a los valles ingleses de la
época victoriana para conocer sus paisajes, sus gentes y sus costumbres, como
por la perfectamente construida historia feminista de Tess, esa mujer que ha de
cargar con la duda, el miedo, la tristeza, la preocupación y la vergüenza
durante buena parte de su vida. Es desesperanzador comprobar, por cierto, que lo
que le pasa a la chica protagonista de esta novela le está pasando
continuamente en el mundo a muchas otras. Incluso que si le preguntáramos por
su caso a muchas de esas personas del mundo más desarrollado con altas premisas
morales, dirían que la mancha negra del expediente de Tess habría de perdurar.
Avanzamos tanto en unas cosas, y tan poco en otras. Es por eso que debemos leer
historias que nos entretengan, pero que también nos hagan reflexionar, replantearnos
cosas continuamente. Como Tess de los d´Urberville,
diría yo. En serio: no dejéis escapar esta lectura. Pero preparaos: es
imposible salir indemne de este libro. Ni para todos sus personajes ni para
nosotros, los lectores.
Cristina Monteoliva