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viernes, 18 de noviembre de 2016

Reseña: 11,4 SUEÑOS LUZ, de Nicholas Avedon.

Título: 11,4 sueños luz
Autor: Nicholas Avedon
Publica: Amazon
Páginas: 310
Precio: 7,99 € / 0,99 € (Kindle)

Tal y como están las cosas, resulta difícil imaginar un futuro esperanzador para la especie humana (ya para las otras del planeta, tanto animales como vegetales, ¡ni os cuento!). Es por ello que la mayoría de los autores de ciencia ficción nos presentan distopías en las que los protagonistas han de sobrevivir en un medio hostil de la mejor forma posible. A veces incluso las cosas se ponen tan mal, que hasta hay que huir del planeta. Y si no, que se lo digan al protagonista de 11,4 sueños luz, la novela de Nicholas Avedon del que a continuación os voy a hablar.
París, siglo XXIV. Ariel de Santos es un creador sueños vívidos al que le proponen llevar su buen hacer a un nivel nuevo y novedoso: un tipo de grabaciones que hacen al espectador meterse prácticamente en la piel de los actores. Adicto al trank, una droga legal, y siempre con el miedo de que se descubra que le están chantajeando con unas fotos comprometidas y le deporten del país, Ariel acepta sin pensárselo mucho. Pero eso no es todo: mientras realiza el encargo, entabla una relación con Joanne, una de sus modelos. Joanne, una joven que vive lejos de las grandes torres, destinadas a tipos como Ariel y mucho más ricos, sueña con entrar en el programa Veluss, cuyo objetivo último es mandar al espacio a una serie de candidatos seleccionados para colonizar un nuevo planeta. Con el fin de no separarse de ella, nuestro protagonista comenzará a hacer también las pruebas para unirse al programa. La cuestión es: ¿conseguirá entrar antes de que sus problemas lleguen a un punto crítico en nuestro planeta?
El narrador y protagonista de esta novela, Ariel de Santos, es un ciudadano de un París que nos resultará totalmente distinta a la romántica capital europea actual. En esta urbe triste y gris, en la que incluso su símbolo más emblemático, La Torre Eiffel, ha sido destruido por un ataque terrorista, los ciudadanos con dinero viven en altas torres mientras que los otros, los mugrosos, han de poblar los kilómetros y kilómetros de suburbios. A pesar de estar totalmente integrado en este mundo de drogas legales, complejos juegos de realidad virtual y grabaciones de vídeo que pretenden resultar cada vez más reales al espectador, Ariel vive con el miedo de que descubran sus verdaderos orígenes. Y es que Ariel, cuyo verdadero nombre es otro bien distinto, no nació en Europa ni lo tuvo fácil para conseguir la residencia en Francia. Cualquier paso en falso le llevarían a la deportación a un país al que jamás quisiera regresar. Aun así, no deja de meterse en líos, voluntaria e involuntariamente una y otra vez. Hasta que conoce a Joanne.
Joanne es una joven modelo (lo que sería una actriz en nuestros días) que sueña con huir de su vida de una forma radical: embarcando en una nave espacial que la llevará a un nuevo planeta tras un viaje que duraría décadas. Convencida de que es la única manera de dejar la marginalidad, arrastra al proyecto Veluss a Ariel. Con tal de no separarse de ella, Ariel realizará un sinfín de pruebas. ¿Conseguirán ambos su objetivo?
Y es que las pruebas son complicadas, difíciles de resolver. Y mientras intentan pasar al siguiente nivel, las cosas se complican aún más para Ariel por culpa de unos misteriosos crímenes en los que puede que quieran incriminarle.
11,4 sueños luz, en definitiva, es una distopía futurista ciberpunk, por una lado y un thriller de final inesperado, por otro. La historia nos muestra, de mano personajes atormentados que anhelan la libertad que jamás han tenido, un mundo donde la necesidad de huir de la realidad lleva a sus pobladores a experimentar con drogas, a jugar en videojuegos de realidad virtual, a intentar sentir sus sueños estando despiertos e, incluso, embarcarse en un viaje de decenas de años para llegar a otro planeta. Una novela que está esperando que tú, amigo de la ciencia ficción, te animes a explorarla en busca de aventuras, personajes complejos y mucho más. ¿Te atreves a embarcarte en este viaje?
Cristina Monteoliva