Queridos
lectores,
un día más
tenemos la suerte de contar con la interesante colaboración de un autor, en
este caso, la del editor y escritor Víctor
Miguel Gallardo Barragán, que con tanta amabilidad y prontitud ha
contestado al cuestionario que recientemente le hemos hecho llegar.
Víctor Miguel Gallardo Barragán tiene una Licenciatura
en Historia por la Universidad de
Granada, además de un buen número de títulos que sin duda le habrán sido de
gran ayuda a la hora de ejercer su profesión como editor. Tras trabajar en
varias editoriales, como Parnaso o Dauro, actualmente es editor de la joven y
exitosa empresa granadina Ediciones Esdrújula,
junto a Mariana Lozano.
Su
carrera como escritor también es extensa. Sus relatos han sido publicados en
publicaciones como el diario Ideal y
las revistas Sinergia y Sable, por poner unos pocos ejemplos. Lo que significa tu nombre, el libro de
relatos que acaba de publicar y motivo central de esta entrevista, es el cuarto
libro que ha publicado.
Si
queréis conocer el currículo completo de Víctor
Miguel, os insto a consultar http://www.esdrujula.es/autores/victor-miguel-gallardo-barragan/
. Mientras tanto, os dejo con las interesantes palabras de este no menos
interesante autor:
¿Cuándo comenzaste a
escribir?
Empecé con unos once o doce años, y empecé “a lo grande”, con
una novela de ciencia ficción que tecleaba en la Olivetti de mi madre. Luego
gané algún pequeño concurso escolar de cuento y, con dieciséis años, empecé a
editar un fanzine llamado Noticiero
Oficioso que colgaba con chinchetas en los tablones de anuncios de mi
instituto y en el que publicaba textos humorísticos sobre el profesorado. El
jefe de estudios lo “secuestraba” siempre, pero luego me enteré de que los ejemplares
los colgaban en la Sala de Profesores, se ve que les hacían gracia. Durante
aquellos años colaboré con otros fanzines (Klan
Destinos, Ktj´dan Cartuja y El Chirimoyo Cartujano), pero sobre todo
con textos críticos y de humor. No fue hasta 2000, ya en la universidad, que
publiqué mi primer relato en un medio de difusión nacional, el fanzine El Melocotón Mecánico que editaba el
grupo editorial AJEC, de Raúl Gonzálvez del Águila. Con él seguí publicando
cuando convirtió ese fanzine en la revista Valis.
Por aquellos tiempos también escribí El
apocalipsis pendular, la única novela que he completado y que, por fortuna,
sigue inédita.
¿Qué autores crees que
te han influenciado como escritor?
Si tengo que elegir dos, serían Philip K. Dick (sus cuentos sobre
todo) y Orwell (con 1984), aunque más
a nivel temático que estilístico. En realidad la lista es interminable: todos
los que me han gustado (Houellebecq, Rushdie, Pohl, Roth, Eco, Simmons,
Barker…) han dejado un poso mayor o menor. Incluso Tolkien.
Actualmente eres, junto
a Mariana Lozano, editor de Esdrújula Ediciones. ¿Qué tiempo te deja la
editorial para la escritura?
Entre la editorial y la niña de tres años que tenemos, poco, muy
poco. Pero desde la medianoche hasta las dos de la mañana intento escribir lo
que puedo. No siempre lo consigo, así que mis proyectos avanzan con una
lentitud exasperante.
Si tuvieras que decidir
entre tu carrera de escritor y la de editor, ¿cuál elegirías?
La de editor, sin dudarlo. La edición es mi vocación y mi vida:
no me imagino haciendo otra cosa. Escribir es algo muy importante para mí, pero
no algo fundamental en estos momentos. Mi prioridad es Esdrújula, sin dudarlo.
Sé que deberíamos
empezar a hablar de tu libro, pero soy una fan de las anécdotas de los editores
y por eso no puedo evitar preguntarte: ¿Cuál ha sido la propuesta de edición
literaria más rara que has recibido por parte de un escritor?
Doce años en este mundo dan para muchas anécdotas, tanto es así que
mi próximo proyecto habla en parte de esto. Por mencionar la primera que se me
viene a la mente, hubo una escritora que afirmaba ser la autora de uno de los
libros más importantes del pasado siglo (me reservo el nombre), que según ella
escribió cuando era una niña pero que, siempre según ella, se lo robaron. Nos
presentaba su nueva obra, escrita cincuenta años después, en la que
reivindicaba su propia figura. Pero hay de todo: sesudos estudios sobre grupos
pop, tesis doctorales abreviadas sobre temas que dudo que interesen más que a
un puñado de entendidos, poemarios en homenaje a familiares, cuatrilogías de
literatura fantástica escritas en verso… Es imposible decir “esta es la más
rara”.
©Carmen Pascual
Y ahora sí: ¿Cómo
surgió la idea de publicar Lo que
significa tu nombre?
Quería empezar de cero. Tengo varios proyectos entre manos y
ninguno es de narrativa corta. No sé cuándo tendré tiempo y ganas de volver al
cuento para adultos, así que quería cerrar este ciclo publicando los inéditos
que más me gustaban y recuperando (corregidos) los relatos más significativos
de mi cortísima carrera. Este es mi cuarto libro de narrativa corta, creo que
por ahora ya ha sido suficiente. Seguramente volveré a este género, pero ahora
mismo necesito expresarme de otras maneras.
¿Cuánto tiempo has
tardado en escribir los veinte relatos que componen esta obra?
El más antiguo es de 2002, y varios de los inéditos son de este
mismo año, escritos ex profeso para esta recopilación. Se han quedado en el
tintero muchos, muchísimos relatos que jamás verán la luz porque no me
satisfacen.
Un buen número de
relatos de Lo que significa tu nombre
tienen que ver con la guerra. Eso no puede ser casualidad. Háblanos de tu
interés por las contiendas bélicas (o de tu mili en Cuenca, lo que prefieras).
Afortunadamente nunca hice la mili. Pero uno de mis intereses
principales es la historia del siglo XX, que por desgracia fue un siglo marcado
por dos guerras mundiales y una guerra fría que no fue tan incruenta como
parece. El cine bélico, del que consumo absolutamente todo lo que llega hasta
mí, también tiene parte de culpa. Creo que las guerras son parte inherente a
nuestra condición humana y sirven para mostrar lo peor de cada uno de los que
participan en ellas. Se suele decir que también lo mejor, pero no estoy de
acuerdo. Ni siquiera estoy conforme con el tópico de que la guerra nos
convierte en animales: que se sepa, solo los chimpancés son capaces de
comportarse con la saña y premeditación que nosotros mostramos. El caso es que
creo que la historia es cíclica, y para nada estamos a salvo de futuras
contiendas. Las habrá y las tendremos que pelear. Históricamente, todo empieza
y todo termina, así que es absurdo pensar que este período de paz que
disfrutamos (en el caso de España desde 1939, aunque con matices) va a durar
siempre.
En muchos de tus
relatos también aparece Granada, sus calles, algunos de sus lugares más
conocidos, lo que me parece fantástico, porque, a pesar de lo que pueda
creerse, de Granada se habla demasiado poco. ¿Crees que te ha faltado algo por
contar de la ciudad?
Creo que hay autores mucho más cualificados que yo para hablar
de ciertos aspectos de la ciudad que yo personalmente no controlo. Pero sí, es
evidente que estoy enamorado de Granada, aunque a veces sea una relación más de
amor-odio que un enamoramiento sano. No puedo evitar hablar de ella, y me
gustaría hablar más de los barrios en los que más tiempo he pasado, que son
Cartuja y Realejo. Siendo como son dos extremos (el primero un barrio del
extrarradio y el otro un céntrico barrio turístico que camina a marchas
forzadas hacia la gentrificación), no se habla lo suficiente de ellos. Del
segundo, al menos, hablé con imágenes al ocuparme de las fotografías de una
pequeña guía que salió hace tres años.
©Marco Antonio
Raya
Algunos de tus relatos,
como el que le da nombre al libro, Lo que significa tu nombre, hablan del amor.
¿Es más fácil escribir de la guerra o del amor?
A mí particularmente me resulta más fácil hablar del amor, ya
que es un sentimiento que he disfrutado y sufrido. Para escribir relatos
bélicos tengo que documentarme mucho más de lo que parece a simple vista; para
los de corte amoroso simplemente tengo que pensar en qué sentí en cierta
situación.
¿Son las reuniones de
antiguos alumnos del instituto o de la facultad tan cansinas como las
despedidas de solteros y solteras que inundan las calles del centro de Granada
los sábados?
No, las despedidas son mucho peores. No todas, por supuesto,
pero ahora mismo son una lacra para nuestra ciudad, una de muchas que padecemos
por habernos convertido en un parque temático para turistas. No es ese el
turismo que deberíamos buscar, tampoco el que hace escala en Málaga y viene a
Granada para ver la Alhambra en dos horas e irse. Hay que ofrecer al visitante
una ciudad llena de posibilidades, no simplemente un contenedor de la Alhambra
o un lugar para ir de fiesta. Por desgracia, mientras Granada esté cada fin de
semana literalmente tomada por hombres y mujeres ebrios y disfrazados, el
turismo de calidad no va a aumentar. Tampoco ayudan otros aspectos que se han
descuidado, como pueden ser el transporte público que une la ciudad con la
estación de autobuses o la llegada de la alta velocidad. Eso limita mucho la
demanda, o al menos la de cierto tipo de turismo, llamémosle “familiar”, que
prefiere destinos más amables de nuestro entorno, como Sevilla o Málaga, en los
que hay más oferta para todos los públicos. Quitando la Alhambra, el Albaicín,
el Parque de las Ciencias y alguna cosa más, el atractivo turístico de Granada
parece reducirse cada vez más a la imagen que proyectamos al exterior de vivir
un San Fermín constante, y eso no puede ser.
¿Qué esperas que
encuentren los lectores en Lo que significa tu nombre?
Creo que, debido a lo variopinto de las temáticas, casi
cualquier lector encontrará algún cuento que no le disguste. Lo mismo hasta que
le guste. He puesto lo mejor de mí mismo en estos cuentos y espero que al menos
eso se note.
¿Qué nuevos proyectos
literarios tienes en marcha?
Tengo un poemario que quiero empezar a mover el año que viene
(ahora mismo lo tienen dos buenos amigos, estoy esperando sus impresiones),
pero aparte estoy preparando un cuento infantil y, sobre todo, una guía para
escritores noveles, sobre todo dándoles consejo en su búsqueda de editorial,
contándoles qué hacer y, sobre todo, qué no hacer. He empezado también una
novela, ya la tengo completa en mi cabeza, pero prefiero terminar primero los
otros dos proyectos.
¿Te gustaría añadir
algo antes de terminar esta entrevista?
Sí. Muchísimas gracias por el tiempo que has dedicado, a mí y a
mi libro. Creo que ya sabes que opino que estás haciendo un grandísimo trabajo.
Para mí es un honor aparecer en La Orilla de las Letras.
Muchas gracias a
ti, Víctor Miguel, por tu tiempo,
tus palabras y tus fotos personales. Después de leer Lo que significa tu
nombre, un libro que espero que te traiga muchas alegrías de parte de lectores
contentos, me quedo conlas ganas de leer esa guía de editores noveles, con la
que seguro que aprenderé muchas cosas (que luego, como desastre de escritora
que soy, olvidaré rápidamente).
Y
a vosotros, como siempre, muchas gracias por estar al otro lado de la pantalla
una vez más. Y ahora, ¡a leer!
Cristina
Monteoliva